MADRID, (EP). No saltarse nunca la dieta, ni en celebraciones ni aunque se haya ya perdido de peso, tener cambios de ánimo y aislarse socialmente son algunos de los principales signos que alertan sobre la presencia de un trastorno alimenticio, tal y como ha informado a Europa Press la psicóloga Irene Alonso Vaquerizo.
"Son trastornos psicológicos que afectan a diferentes áreas de la vida de una persona y que tienen que ver con un malestar interno y con la manera en la que una persona intenta regular dicho malestar", ha explicado la experta con motivo de la celebración del Día Internacional de la lucha contra los trastornos alimenticios.
De hecho, las personas que los padecen suelen sufrir problemas psicológicos como, por ejemplo, ansiedad, depresión, adicciones o, en algunas ocasiones, trastornos de personalidad. El perfil del afectado suele ser mujer, muy exigente consigo misma, con una fuerte autocrítica y con dificultades para manejar sus emociones.
"Cuando empiezan a tener un trastorno alimentario se suelen aislar de la familia y de los amigos, por ello es importante que su entorno atienda a estos signos, al igual que si abandona sus responsabilidades o pierde la alegría", ha enfatizado la experta y autora del libro 'Ana y Mia no quieren ser princesas. La cara oculta de los Trastornos Alimentarios'.
En el caso en el que haya sospecha, Alonso Vaquerizo ha subrayado la necesidad de que los familiares pidan ayuda a información sobre cómo afrontar la situación; restablezcan la comunicación con el afectado, expresándole una "sana" preocupación por su estado; le ayuden a iniciar un tratamiento; y, en el caso en el que no se solucione, hablar con profesionales médicos y asociaciones para que el paciente acepte cuanto antes su trastorno alimenticio e inicie la terapia.
En el tratamiento médico de los trastornos alimentarios suelen estar implicados el psiquiatra, que es el encargado de realizar la valoración general a nivel orgánico y mental y el que, en los casos necesarios, prescribe fármacos o ingreso hospitalario; el endocrino-nutricionista, que realiza las pruebas analíticas para conocer el estado nutricional del paciente y establecer las pautas alimenticias conforme a los síntomas; y el psicólogo, responsable de ayudar a la persona a tomar conciencia de la enfermedad y a adherirse a los tratamientos.
Ahora bien, la psicóloga ha advertido de que los familiares también necesitan ayuda para saber cómo manejar la nueva situación e, incluso, encauzar su propio malestar, puesto que es habitual que estén "angustiados y tengan sentimientos de culpa".
Respecto a la posibilidad de prevenir la aparición de los trastornos alimenticios, la doctora ha aconsejado a las familias promover las cinco comidas diarias, con una alimentación variada y equilibrada, intentar que la mayor parte de las comidas se realicen en familia, fomentar la práctica de ejercicio físico sin estar obsesionado por la competición y ayudar a interpretar la información de los medios de comunicación.