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exposición en el centre del carme

Esther Ferrer: en su cuerpo, todas las variaciones son válidas

16/05/2024 - 

VALÈNCIA. Ir de un punto a otro. Hacer una foto en la que se vea el paso del tiempo. O jugar con las posibilidades que dan dos vasos de agua. El punto común de estas acciones supuestamente banales es que dejan de serlo cuando las activan un cuerpo. Esther Ferrer lleva pensando el suyo desde estas acciones y más de medio siglo.

El Centre del Carme reúne algunas de las performances más importantes de la artista en su primera exposición en la ciudad, Esther Ferrer, el cuerpo atravesado por el género, el espacio y el tiempo. Esta retrospectiva sirve para poner negro sobre blanco los pilares de la acción artística vasca, que abrió camino para la acción performática en una España que ni había abierto la puerta a la vanguardia en prácticamente ninguna otra disciplina.

Ferrer puso, desde el principio, su cuerpo en disposición de su propuesta artística: “El cuerpo como lenguaje propio, como expresión de la individualidad, como soporte también de un discurso personal. En mi caso, como el de tantas otras artistas, este discurso abarcaba dos aspectos: en primer lugar la cuestión de la lucha por la liberación de la mujer que pasaba y pasa obligatoriamente por la apropiación de nuestro cuerpo. En segundo, enfrentarse au regard de l'autre tal cual, con un cuerpo ‘imperfecto’, diferente”, explica una hoja de sala.

En la rueda de prensa de presentación, incidía en esta idea: "Durante siglos de arte pintores y escultores nos han desnudado y han reflejado todas sus miserias y rebajado el cuerpo de la mujer de una manera horrible. Cuando las mujeres empezaron a hacer 'performance' y enseñar su cuerpo, en el momento en que no nos desnudaban y nos desnudábamos, éramos unas narcisistas”, tal y como recoge Europa Press.

El principio de la acción de Esther Ferrer es poner su cuerpo en lugares insólitos. No molestaba por estar desnuda, sino precisamente por conjugarlo como voz propia. Por eso mismo, mientras su cuerpo y sus preocupaciones evolucionaban, también lo han hecho sus propias performances, que se resignifican con los procesos vitales que ha vivido la artista.

“Yo solo hago obras para mí. Si le sirve a otra persona, estupendo. No intento salvar el mundo, intento tener un diálogo sobre mí misma. Pero a veces me sobrepasa y se convierte en un acto social”, explicaba ayer la artista en conversación con este diario. Y, en efecto, este diálogo personal y constante, tiene connotaciones políticas en cuestiones como la ocupación del espacio público, la problematización de algunos postulados feministas, o la vergüenza del cuerpo envejecido.

Así, la Sala Carlos Pérez hace una retrospectiva completa sobre sus acciones. Por ejemplo, la performance que hizo en diciembre de 2022, en el que tenía que ocupar un minuto contestando improvisadamente preguntas del público. O las acciones de repetición, en las que propone juegos corporales en las que, siempre, “todas las variaciones son válidas. Incluida esta”, una indicación convertida en un lema, que parece inocente pero que busca expandir las posibilidades de la performance.

Pero también las artes plásticas le han servido a la artista para reflexionar sobre su cuerpo, sobre todo la fotografía. Al igual que la repetición en la performance es la base sobre la cual reflexiona; en la fotografía, la manipulación fotográfica le ayuda a poner en su cuerpo aquello que la realidad material no permite: desde generar texturas en su cara que desdibujen su identidad, hasta contraponer diferentes retratos para hablar del paso del tiempo, con sus icónicos Autoretratos en el tiempo.

Un tiempo con más posibilidades, pero asolado por el capital

Ha pasado medio siglo, y algunas reivindicaciones que hacía Ferrer entonces siguen plenamente vigente hoy en día. Otras han mutado. Por ejemplo, si en los 60 y los 70 el cuerpo servía para reivindicar una identidad de género; ahora esa asociación se ha disuelto, permitiendo precisamente reivindicar todos los cuerpos sin tener que contestar a un género concreto. Esto abre otro mundo de posibilidades para la performance: “Todas las problemáticas se pueden incorporar al cuerpo y ser reivindicaciones sociales”, cuenta la artista. En todo caso: “Yo no reivindico nada, solo me afirmo como lo que soy, que es mujer. Y así lo he hecho en mi práctica”.

Preguntada por si la performance ha sucumbido a lo comercial, la artista sí se ha mostrado ciertamente pesimista, advirtiendo que "es imposible" que resista porque "el capital lo recupera todo y rápidamente".

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