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'LOS RECUERDOS NO PUEDEN ESPERAR'

Esto solía ser el futuro

22/05/2016 - 

VALENCIA. Hay una canción de Pet Shop Boys no muy conocida –la incluyeron solamente en la edición deluxe de uno de sus álbumes recientes- que lleva por título This Used To Be The Future: Esto solía ser el futuro. Con solo unos cuantos versos, el dúo materializa una sensación que empecé a tener en el momento en el que aquello que pensé que podría ser el futuro fue transformándose en el presente. Algo que, por supuesto, no tenía mucho que ver con la imagen idealizada del mundo que nos esperaba, de asépticos interiores minimalistas y automóviles que se desplazarían por el aire. La realidad de eso que pensábamos sería el futuro ha superado cualquier previsión -nadie acertó a visualizar o concretar el poder de los teléfonos inteligentes, por ejemplo- pero no le hace justicia a las fantasías que, hace más de 30 años, nos forjamos quienes en el naciente pop electrónico veíamos la llegada de un futuro que ya habían anticipado Kraftwerk y Giorgio Moroder. 


El pop electrónico solía ser esto

Este artículo nace de la sensación que tenía a los 18 años, cuando el tecnopop se estaba haciendo cada vez más popular gracias a artistas y grupos como Depeche Mode, Orchestral Maneouvres In The Dark o Human League. Los sintetizadores, con su sonido importante y extraño –tal como dice Sarah Cracknell en Over The Border, canción de Saint Etienne- y las cajas de ritmos repitiendo los mismos patrones rítmicos, hipnóticas y fascinantes. El verano de 1980 fue mucho más interesante gracias a un artículo sobre el tema que Jaime Gonzalo publicó en Vibraciones. Tan solo unos meses más tarde, Diego Manrique diseñó en Popgrama un especial sobre cool wave, con clips de M, Devo, Residents y John Foxx. No era de extrañar pues que ese mismo

verano, Radio Futura anunciaran, con un optimismo que entonces no resultaba excesivo, que el futuro ya estaba aquí. Al fin y al cabo, 1980 marcó el inicio de una década que, no sé si por las referencias inevitables a George Orwell, parecía ser la antesala de una ansiada modernidad.

Esa sensación de estar en contacto con lo que habría de llegar era lo que sentía en Valencia en 1980, en 1981 y hasta 1982, durante una etapa que fue breve pero fundamental, y que coincide con el inicio de mi relación con Glamour, en la misma época en la que el grupo surgió y triunfó, antes de caer en picado con la misma velocidad con la que había ascendido. Recientemente reviví aquel momento escribiendo sobre la historia del grupo para Cuadernos Efe Eme, un relato creado casi exclusivamente con las voces de algunos de sus protagonistas –Remi Carreres, José Luis Macías, Adolfo Barberá y el productor Esteban Leivas- que me hizo volver a darme cuenta de que, durante unos meses, creímos que el futuro en Valencia podría haber sido otra cosa.

Temas para grandes ciudades

Es raro pensar en sintetizadores cuando caminas por el barrio del Carmen –no olvidéis que estamos en 1981- en dirección a un local que se llama Planta Baja, donde actúan grupos locales apenas conocidos entonces, la mayoría olvidados ahora, como si nunca hubiesen existido y no mereciesen mayor reconocimiento que un recuerdo casual y aislado en un blog, en las redes sociales. Se hace raro recordar como entonces había canciones y temas que cada vez que sonaban en Pyjamarama o Barraca dibujaban una puerta invisible que comunicaba con otra dimensión, la que queríamos que nos condujese al futuro. Me veo de nuevo en el coche de Esteban, sentado en el asiento trasero con Remi o Macías, o con los dos, cruzando el Puente del Real en plena noche. En el radiocasete suena Theme For Great Cities de Simple Minds; las calles

están iluminadas y yo seguramente ya he bebido más de la cuenta y me maravilla oír algo tan grandioso, tan preciso, tan simétrico, con los sintetizadores haciendo geometría sonora mientras veo difuminarse ante mí las balaustradas de piedra del viejo cauce, la silueta de las Torres de Serranos, la fachada del San Pío V. Edificios antiguos, retazos de la historia de un continente al que llamaban viejo y que sin embargo había inventado el futuro de la música pop con la música electrónica.

Bailando conmigo mismo en Barraca

Puedo verme de nuevo en Barraca o en Chocolate, extasiado al escuchar The Dancer, otra canción que me parece sencillamente épica, y también una de las pruebas fehacientes de que el primer álbum de Visage tenía un poder que la crítica se jactó ignorar. The Dancer sonaba tal y como yo y cuatro o cinco jovenzuelos más de Valencia imaginábamos que debía sonar el futuro, o al menos el día que se presentara ante nosotros oficialmente. Eran los días de Star Wars y Blade Runner y yo siempre le tuve mucho cariño a Los Supersónicos (The Jetsons) la serie de dibujos animados sobre una familia del espacio que vivía en edificios googie. Nos sobrecogía pensar entonces en una fecha tan lejana e inescrutable como 1999, pero me sobrecoge todavía más comprobar que ninguna de aquellas ilusiones futuristas han sobrevivido a 2016. A cambio podemos escuchar todas esas canciones que he nombrado y un millón más en nuestros teléfonos, y también ver en ellos vídeos de grupos legendarios o toneladas de cosas irrelevantes.

Escuchando el sonido que hacen las máquinas

En 1981, el futuro estaba aún por hacerse pero a nosotros –Glamour y compañía- nos parecía que podíamos vivir como si nos perteneciera, en una ciudad en la que no había rascacielos en un país que no se parecía en nada ni

a Japón o Estados Unidos. Glamour salían a escena como Duran Duran, llamados así por uno de los héroes de Barbarella y luego se iban a sus respectivas casas en Russafa, en el Carmen, y yo a la de mi familia, en Arrancapins. Esto solía ser el futuro y esa misma frase la usé para titular una conferencia sobre música electrónica que di a finales de 2015 en el Museu de la Universitat d’Alacant, invitado por Josep Ochoa. En cualquier caso, hace tiempo que, sobre todo, pienso en el presente y en intentar organizar el mañana inmediato. Lo más gracioso es que, como todas las semanas he de pensar en el pasado para poder escribir los artículos de esta sección, a veces ocurre que termino pensando en el futuro y en la forma que tenía entonces, hace ya mucho tiempo.

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