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Tribuna libre / OPINIÓN

Ética y estética

Foto: A. PÉREZ MECA/EP
28/09/2023 - 

Esta semana asistimos, con gran interés de los medios, a las comparecencias de testigos y peritos en el llamado caso Rubiales. Su esperpéntica celebración en la victoria de nuestras futbolistas en el último Mundial, ha supuesto su caída a los infiernos, institucionales, mediáticos y, presuntamente, judiciales. Pero el lamentable espectáculo no terminó ahí, la sucesión de acontecimientos ha recordado un guion de Berlanga, quien mejor ha retratado nuestra sociedad patria. El desfile de actores del vodevil responde fielmente a un esquema del cineasta valenciano: discípulos desleales una vez derrumbado el jefe para mantenerse en sus poltronas; políticos a codazos para situarse en primer plano; pronunciamientos forzados de personalidades para no ir contracorriente; manifestaciones de feministas, más agraviadas que la propia víctima, hasta que se sumó a la denuncia de la fiscalía; y finalmente una huelga de hambre de la sufrida madre dentro de una iglesia para, a mayor gloria berlanguiana, incluir al catolicismo nacional en la película. Solo faltó la referencia austrohúngara, aunque la purga final ha sido soviética.

No recuerdo representante de un país con una actuación tan burda, tosca y grosera en un acontecimiento deportivo de índole mundial, que califica al personaje y determina que nunca debió ocupar un cargo de la relevancia y sueldo del Presidente de la RFEF. Sin embargo, ostentó esta responsabilidad durante más de un lustro y, a pesar de escandalosas actuaciones, ningún responsable político movió un solo dedo por modificar el estatus quo de una gestión con muy importantes sospechas de corrupción.

La ética, necesaria para que actuaciones de personas y organizaciones logren resultados impecables, no parece ser un valor definitivo en la conducta de nuestros compatriotas, a pesar de las grandes enseñanzas que recibimos de Adela Cortina. Seguramente tampoco sea así en otros lares, la mayoría de seres humanos preferimos ganar, aunque implique infringir reglas del juego o modificarlas durante su desarrollo. Lo importante no es participar, sino alcanzar el poder que concede la victoria. Y algunos poderosos nunca han entendido la ética en las relaciones sociales, interpretan que su posición les permite actitudes y comportamientos de dominancia, que se pueden considerar como abuso de autoridad, sea grave o muy grave la falta en la que incurren. Este fue el principal pecado cometido sobre la jugadora de la selección; en su desmedida euforia a Luis Rubiales no se le ocurrió proponer o estampar un beso a la Reina Leticia, sabía que su presumida inmunidad no le daba para tanto.

"Sin ética no hay estética" es la frase que resalta la necesaria integridad de las conductas para ofrecer un justo desenlace; aunque el castigo social, una vez más, ha sido propiciado por la estética, ese concepto minusvalorado intelectualmente, pero que genera una industria mundial de gran potencial económico. Los impresentables gestos son los que le han condenado mundialmente, sin necesidad de probar más hechos. Quizás debamos dar la vuelta a la frase y señalar que "en un mundo sin ética, solo nos queda la estética".

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