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Eva María se fue… con su bikini de rayas

7/08/2018 - 

Eso dice la canción… Eva María se fue buscando el sol en la playa… -un poquito de música, pinche el link- El estribillo ya nos lo sabemos. Aunque la música a veces no acompaña. Como en las playas de Marruecos, a 14 kilómetros de las nuestras, donde la activista feminista Zoubida Boughaba reivindica bañarse en bikini. Esta mujer, mediadora social y escritora, ha revolucionado las redes sociales y ha salido hasta en el telediario por publicar en su Twitter -pinchen de nuevo el link, por curiosidad- un vídeo de mujeres musulmanas disfrutando de un día en la playa ataviadas con bikini y bañador, que parece es lo normal para tomar el baño. Pues no, cuando reivindicar el bikini es un acto subversivo y revolucionario, algo raro está pasando en los países árabes en los últimos años.

Porque este excelente y fresco vídeo, estilo revista Vogue, es la reacción a la reciente campaña marroquí que apela a la masculinidad del hombre para que cubra a su mujer. Ya lo comenté la semana pasado y “juro” que no quería ser recurrente, pero es que la actualidad manda y han pasado muchas cosas en estos días que deberían dar un vuelco al equilibrio estratégico y de seguridad en Oriente Medio. Y es que las mujeres musulmanas libres están liderando un movimiento extraordinario. “Esta es nuestra campaña chicas: Una mujer cuyo cuerpo se somete al control social no puede cumplir plenamente su papel de ciudadana”. Lo dice Zoubida Blughaba públicamente, pero también lo apoyan Mimunt Hamido Yahia o Betty Lachgar desde Ocidente, por no hablar de la legión de mujeres silenciosas condenadas a no hablar desde Oriente.

Que se lo digan a las mujeres -sin adjetivos- que luchan en Arabia Saudita por sus derechos, donde parece ser que los derechos de la mujer son una cuestión de seguridad nacional, según argumenta el Gobierno de Arabia Saudita para justificar la expulsión del embajador canadiense y la suspensión de todas las nuevas transacciones comerciales e inversiones con Canadá. Ottawa instaba a Riad a poner en libertad a varios activistas que apoyan los derechos de las mujeres. El Ministerio saudí de Asuntos Exteriores consideró que la queja canadiense supone una “injerencia flagrante en los asuntos internos del Reino” y advirtió de que si Canadá da “un paso más en esa dirección”, lo considerará un reconocimiento del derecho de injerencia de Arabia Saudí en los asuntos internos de Canadá.

Desde mediados de mayo, las autoridades de Arabia Saudí han detenido a cerca de 20 activistas de los derechos humanos, que han sido acusados de cargos como tramar para socavar la seguridad y la estabilidad nacional y atentar contra la unidad del país. Entre los detenidos, figura Samar Badawi, hermana del bloguero Raif Badawi, condenado a diez años de prisión y a recibir mil latigazos por “insultar el islam”. Badawi es una activista reconocida internacionalmente por su trabajo en favor del derecho de las mujeres a votar, conducir y lograr justicia social. También han sido detenidas las reconocidas activistas Nassima al Sadah, Nouf Abdulaziz y Mayya al Zahrani.

Vamos a poner nombre y apellidos a estas mujeres valientes, ya que cara poca les podemos poner. Arabia Saudita impone reglas muy estrictas en la forma de vestir de la mujer, que debe ir cubierta con una túnica negra de la cabeza a los pies. Algunas de ellas, sólo llevan dos agujeros a la altura de los ojos para poder ver. Así las vemos también, en plena ola de calor, en nuestras ciudades europeas cuando vienen de vacaciones con sus familias, sin saber que aquí son libres. Así las hemos visto en Dinamarca, en plena ola de regresión, manifestándose en contra de la nueva ley que prohíbe el uso de velos islámicos integrales como el burka o el niqab y que se castiga con una multa de 1.000 coronas (134 euros). Sus compañeras de religión saudíes no pueden manifestarse. Y la “multa” son 1.000 latigazos más prisión.

Ésta es la diferencia. Las mujeres occidentales deberíamos apoyarlas y reivindicar su derecho a la individualidad como personas, para garantizar su plena integración y asegurar su libertad frente al radicalismo yihadista que ha comenzado por uniformar a las mujeres “cubriéndolas” y segregándolas como musulmanas “puras”. En Marruecos, Asma Saabar lucha contra la radicalización en las mujeres, al tiempo que reeduca a los yihadistas retornados de la guerra en Siria. Sebbar sufrió un ataque yihadista protagonizado por una  mujer ataviada con un burka, que le apuntó con un kalashnikov durante una de sus clases de desradicalización. Directora del Centro Marroquí de Estudios Estratégicos, Sebbar es la propulsora de la Asociación Internacional contra la Radicalización de las Mujeres, fundada en febrero de 2018 en Marrakech y a la que fui invitada junto a otras mujeres europeas. Un ejemplo encomiable a seguir… ¡hasta en la playa!

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