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Ever Given y nuestras contradicciones

8/04/2021 - 

Lo que pasó hace unos días en el canal de Suez (Egipto) trae consigo algunos debates que, por muy molestos que sean para los defensores del capitalismo más depredador, no solo han de estar encima de la mesa de nuestros gobernantes, sino que se debe actuar sobre ellos de manera inmediata. El atasco originado por el macrobuque Ever Green en una de las principales arterias del transporte marítimo apunta a muchas de las contradicciones de nuestro sistema económico, sobre los que repetidamente y constantemente surgen dilemas que como sociedades abiertas y plurales no podemos aplazar más. 

Veamos. 

Primer debate: relocalización frente a deslocalización. 

Las últimas décadas han servido para extender la ilusión de una globalización malentendida. Ciudades que durante siglos crearon y construyeron productos vieron cómo sus empresas marchaban ultramar en busca del ahorro de materias primas y costes laborales. El paraíso para algunos puede ser un país de fiscalidades mínimas como también puede serlo un país con políticas medioambientales nada exigentes. Hoy, primero la covid-19 y ahora el Ever Given han dejado patente la vulnerabilidad de las cadenas logísticas extensas frente a las más cercanas. O aproximamos la producción de aquellos productos imprescindibles a los centros de consumo o no evitaremos disrupciones que nos vuelvan a poner en jaque. Además, la producción local reduciría los costes del transporte y los problemas logísticos. 

Segundo debate: ¿Transporte a costa de todo? 

La huella de carbono de estos barcos. Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos, los 90.000 buques cargueros oceánicos son los responsables de entre el 18% y el 30% de todas las emisiones mundiales de óxidos de nitrógeno (NOx) y del 9% de las de óxido de azufre (SOx). Por sus actos los conoceréis: calentamiento global, acidificación de aguas subterráneas, destrucción forestal, daños a la capa de ozono, lluvia ácida… 

Por tanto, la huella de carbono es el segundo factor que también puede influir en el acercamiento de la producción. Pagar por contaminar va a ser la tónica en los próximos años queramos o no y diseñar y ejecutar cadenas de suministro sostenibles ya no es una opción, sino un imperativo para garantizar su supervivencia a medio y largo plazo.

Tercer debate: más grande no siempre significa mejor. 

¿Quién gana con estos macrobuques? Las empresas transportistas. ¿Para qué han servido? Para convertir a China en la mayor factoría del mundo y poder concentrar toda la deslocalización de empresas internacionales. También para que entren en guerra todos los puertos del mundo en una carrera por ver quién construye la mayor infraestructura de atraque de estos leviatanes. ¿Quién paga esos nuevos macromuelles? La ciudadanía. Y si hay ecosistemas delicados en el entorno, despídanse de ellos. En el barrio Nazaret de Valencia saben de lo que hablamos.

Cuarto debate: un trombo sin vacuna.

Qué de maltrecho debe estar un sistema global que mientras destroza a la clase media un simple atasco portuario (colosal, eso sí) pone patas arriba la economía. 

Quinto debate: ¿por qué hay tanto garrulo suelto?

Un bulo invadió las redes. Una acusación falsa ponía en la picota a la única capitana de buques egipcia. La mujer estaba navegando a cientos de kilómetros del canal. 

Son muchas las contradicciones que nos muestra la crisis del Ever Given, también los dilemas. Me despido con una anécdota histórica para estos tiempos electorales, de ruido político incesante y campañas a cara de perro con eslóganes como ‘comunismo o libertad’. En 1956, cuando el gobierno de Hungría, ubicada en el bloque soviético, se rebeló contra Moscú, la población húngara esperó hasta el último segundo la ayuda internacional. Programas de radio emitían al extranjero y pedían apoyo en todos los idiomas occidentales. Casi al mismo tiempo, Egipto optaba por nacionalizar esta infraestructura hija del colonialismo dañando intereses de dos naciones como Gran Bretaña y Francia. Los tanques rusos tomaron Budapest. Los aviones británicos y franceses bombardearon bases egipcias. Porque cuando el dilema es libertad o capital, la segunda opción tiende a ganar casi de forma automática. 

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