VALENCIA. Disponen de una gran diversidad de cítricos pero también hay almendros, albaricoques, olivos, vid, arándanos o paraguayos. 490 variedades de más de 20 cultivos diferentes han sido plantadas para estudiar su viabilidad en una finca de experimentación, que la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA) tiene en Polinyà del Xúquer, en la Ribera Alta. La finca de “Sinyent”, por donde discurrió la Vía Augusta, ocupa 25 hectáreas de buena tierra junto al río y además dispone de pozo propio.
En una visita guiada nos explican cómo unas variedades de caqui producen más cantidad de cosecha si se reducen las podas, aunque será necesario que pase el tiempo para sacar conclusiones firmes que permitan recomendar cual es el mejor sistema de mantenimiento del árbol. Otro experimento que se desarrolla en los terrenos se centra en un sistema de mallas situado sobre el sistema de riego por goteo, que permite ahorrar hasta un 35% de agua. La mayor extensión la ocupan los cítricos, que incluyen una representación de las 142 variedades procedentes del banco del IVIA (Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias). Todo se prueba y todo se estudia en un campo dedicado a la experimentación.
Cristóbal Aguado, presidente de AVA-ASAJA, define claramente el primer objetivo del ambicioso proyecto “la finca es para aprender, para equivocarse AVA, para que no se equivoquen los agricultores en sus campos”, y explica como la equivocación en la elección de una variedad puede hacer perder 15 años al agricultor. El dirigente agrario estima que los primeros resultados prácticos de este método de “investigación aplicada” se empezaran a conocer en unos dos años, porque la ciencia necesita su tiempo. El proyecto comenzó en 2011, con el apoyo de ayudas de un Fondo de Desarrollo Agrario y una inversión inicial de 3 millones de euros, y está previsto “un montante global de 8 o 9 millones de euros”, explica Aguado en una presentación a pie de campo.
Le acompaña Carlos Palomar, director general de AEPLA, siglas de la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas, nombre junto al que se reúne el sector de empresas de productos fitosanitarios. Palomar considera “un sueño esta iniciativa. El que por parte de los agricultores no sean los que estén llorando sino todo lo contrario, en vez de pedir un pez van a enseñar a sus socios a pescar, nos parece fundamental.” El responsable de AEPLA valora que “nuestras empresas podrán probar aquí sus productos y los agricultores podrán ver los resultados de los ensayos para que las conclusiones sean fiables.”
Ante la prohibición por parte de la Unión Europea del 70 por ciento de los productos químicos que estaban autorizados en 1993 en tratamientos agrícolas, Carlos Palomar asegura que “mucho de eso viene porque en el pasado no se hacían las cosas como debieran y las condiciones o exigencias de nuestras sociedad están cambiando”. Cristóbal Aguado concluye que “la agricultura tiene que reunir una serie de requisitos para que sea competitiva, suficiente y segura que va a ser un reto para toda la sociedad, no sólo para los agricultores también para los fabricantes de maquinaria, productos y sustancias y moléculas químicas para garantizar un producto de calidad.”
AVA mantiene convenios de colaboración con todo tipo de empresas para que puedan probar sus productos en los terrenos, tanto fertilizantes, plaguicidas, como maquinaria agraria o sistemas de riego. En la finca han abierto líneas de investigación el IVIA, la Universidad Politécnica de Valencia y la Universidad de Alicante, que participan en parte de los 20 estudios desarrollados hasta el momento. Dentro de estos trabajos está prevista la introducción de vegetales que puedan atraer lo que aquí llaman “fauna útil”, básicamente artrópodos que se alimentan de los insectos causantes de las plagas dentro de un sistema de “lucha biológica”.
La finca también instalará cajas nido para murciélagos con el mismo objetivo, dada la gran voracidad a la hora de consumir insectos de los quirópteros. La oferta se completará con un “hotel de abejas” para ofrecer refugio a un animal decisivo en la polinización del reino vegetal. Las prácticas con agricultura ecológica están incluidas dentro de las investigaciones que se desarrollaran en la finca en algunas variedades. Después de los cítricos, uno de los grupos que más se estudian son los frutos tropicales como el kiwi o la papaya, que es sometida a diferentes condiciones en varios tipos de invernaderos para estudiar su reacción a los cambios ambientales. En un futuro está previsto ampliar las variedades plantadas incluyendo hortalizas, con lo se podría llegar a las 600 variedades en estudio.
La finca “Sinyent” mantiene las puertas abiertas a cualquier proyecto de investigación y también a los escolares, dentro de una iniciativa de visitas guiadas para dar a conocer el mundo agrícola a los más jóvenes. El proyecto incluye la recuperación de la arquitectura rural del entorno cuyo gran buque insignia es la intención de restaurar un antiguo edificio del siglo XIII, el mejor exponente de la arquitectura civil medieval de la Ribera, conocida como la casa de la Granja o de Sinyent, que ya aparece descrita en tiempos de Jaime I. Sus restos ruinosos y apuntalados en espera de ayudas, sobreviven sobre los terrenos cubiertos ahora de cultivos de última generación.