VALÈNCIA. Nos ha dejado Enrique Tomás Segarra, uno de los más grandes empresarios de la distribución de automóviles en Valencia, y una gran persona. Tan solo hace unos meses y a pesar de sus 82 años, seguía muy de cerca todas sus empresas de automoción, pero ya disfrutando de su familia a la que amaba con todas sus fuerzas. El maldito cáncer le ha segado una salud de hierro que disfrutaba hasta ese momento. Como gran luchador que era desde niño ha sabido aguantar el tipo hasta el último momento.
Enrique comenzó con tan solo 14 años a trabajar como aprendiz en un taller de coches, y gracias a su fuerza y tesón alcanzó las cotas mas altas en el sector de la distribución de vehículos. Unido siempre a la marca Jaguar y Land Rover desarrolló todo un conglomerado de empresas concesionarias tanto en Valencia como en Castellón. Pero si fue grande como empresario, más grande ha sido como persona. Como él bien decía su mayor logro en la vida era su familia, y especialmente el apoyo incondicional de su mujer, Emi, a la que hacía responsable de todos sus éxitos por su enorme apoyo en los momentos más duros. Hoy, sus hijos Emi, Enrique y Noelia, son el fruto de haber tenido un GRAN PADRE, que les ha enseñado a querer y a trabajar duro en familia. La continuación de su legado está garantizado.
Pero hay una faceta de Enrique que muchos desconocen, su gran amor por el arte, la cultura, las humanidades en general, que lo transformaba en un ser enormemente sensible, cariñoso y bueno. Sirva como ejemplo, que en los últimos momentos de su vida en la tierra, abrió los ojos, vio a toda su familia a su alrededor y espetó: no puede haber un cuadro más bonito.
Enrique Tomás ha sido un ejemplo para muchos del sector y para algunos fabricantes de coches, que no solo lo reconocían si no que le pedían opinión como gran profesional que era.
Lo vamos a echar mucho de menos.
Descanse en paz.