Cuando seas madre entenderás muchas cosas. Y así ha sido. Esa frase tan manida que en muchas ocasiones utilizan las madres no está exenta de sentido. Al contrario. Cuando eres mamá cada día que pasa cobra más sentido
Acabo de estrenarme en esto de ser madre, en este universo intenso, en esta nueva etapa desconocida, llena de vértigos de todo tipo, llena de momentos desconcertantes, lindos, arriesgados, complicados a veces y maravillosos también. Momentos llenos de dudas, momentos que fluyen, que te bloquean, momentos que te conectan con la vida, momentos llenos de vida, momentos de amor, de sonrisas, de lloros y llantos. Momentos donde las tensiones pueden terminar en risas, donde las risas pueden terminar en llanto. Momentos únicos e irrepetible si al fin y al cabo.
Mi madre fue mamá con 23 años. Fue lo que llamaríamos ahora "madre joven" . Ella dice que no se arrepiente de haber sido mamá a esa edad aunque haya tenido que hacer grandes sacrificios y renuncias siendo muy joven. Asegura que era normal en su época y que no se planteaba nada más.
Se enamoró de mi padre, y él de ella, se casaron con 21 años para poder tener la libertad y la vida que deseaban y empezaron a construir juntos su propia familia. Y así es cómo empezaron. Aprendimos juntos, todos a la vez, a ser padres y a ser hija. Luego llegaron mi hermana y mi hermano y a los 31 años ya tenían 3 hijos y una vida por delante. Me dice mi madre que ser "mamá joven" además de lo sacrificios y renuncias que hay que hacer tiene también sus ventajas. Supone poder disfrutar de la familia que has creado siendo aún joven y supone poder disfrutar de la vida que eligen tus hijos y vivir otras vidas con ellos. A esas edades te enfrentas a la maternidad y a la vida de otra manera, con otro talante y con una madurez y perspectiva diferente.
Hoy día la realidad ha cambiado, al menos, en el entorno que vivo. La gran mayoría ya somos "mamas tardías", mayores, por mucho que nos sintamos estupendas y divinas que seguro que también lo somos. Pero un asunto es cómo nos sintamos y otro bien distinto es la edad biológica para criar que aseguran quienes saben que debería ser antes de los 30.
Así es la vida hoy día para la gran mayoría de mujeres que me rodean que no suelen ser mamás antes de los 30 años y muchas debutan como mamás primerizas después de los 40 con la ayuda de todo tipo de tratamientos y asistencia para cumplir su deseo de ser madres y tener "hijos a la carta". El tipo de vida actual no nos permite alternativa alguna sin quedar excluidas del agresivo mundo laboral en el que vivimos. Una generalidad impuesta x nuestro sistema, el ritmo de vida que vivimos y elegimos de manera consciente o inconsciente.
Mi madre tuvo la suerte de poder elegir la crianza que quiso y pudo dedicarse a criar a sus tres hijos durante 10 años. Mis recuerdos y mi infancia los viví con ella, cogida de su mano, una mano a la que hoy me sigo agarrando. Como digo yo tengo la suerte de poder seguir viviendo mi vida con ella cerca por muy lejos que esté. Ella siempre está a mi lado.
Mi madre pertenece a ese grupo de mujeres maravillosas. Esas madres que siempre están ahí. Esas madres que además de respetar las decisiones de sus hijos, las apoyan. Ese grupo de madres que te ayudan a comerte el mundo, que hacen que nunca te sientas sola, esas madres que hacen que la vida sea fácil, que te protegen, que te cuidan, que te siguen tratando como su niña y su niño de entonces. Ese grupo de madres que siguen siendo jóvenes, guapas y bellas por dentro y por fuera aunque hayan pasado los años. Ese grupo de madres cuyos defectos se convierten en virtudes. Ese grupo de madres que ponen el listón demasiado alto y que hacen difícil poder llegar algún día a ser con nuestros hijos y con nuestras hijas, las mamás que son ellas con nosotras.
Desde que formo parte del grupo de mamás primerizas empiezo a entender muchas de las cosas que mi madre me ha dicho toda una vida. Recuerdo en infinidad de ocasiones "los consejos de la mamá" y a mi madre advirtiéndome. Una vieja y mala costumbre que seguimos practicando. Con discusiones de por medio que nos unen y nos desunen pero que nunca nos separan. Tenemos vidas totalmente diferentes y maneras distintas de entender la vida pero son diferencias que no nos impiden compartir nuestras vidas y vivirla juntas.
Con ella aprendo a ser mamá. Porque ser mamá no es fácil. Nunca se dijo que así lo fuera. A veces no me reconozco. De repente he desarrollado unos sentimientos, miedos e inseguridades nuevos para mí. Sentimientos de amor incondicional, protección y posesión al mismo tiempo. Unos sentimientos que espero se vayan racionalizando con el paso del tiempo pues ahora son irracionales e incontrolables.
Nunca pensé que llegaría el punto de dudar si seré capaz de darle a mi hija la libertad que mi madre siempre me ha dado a mi. Solo ahora soy consciente de esa libertad sin límite, sin cargas ni chantajes emocionales. Esa libertad que es la demostración más absoluta del amor de una madre . Una libertad acompañada de respeto y de confianza. Dejarme hacer, soltar , darme libertad absoluta para decidir mi vida aún siendo una vida tan diferente a la que ella hubiera querido para mí, y siempre apoyarme, estar a mi lado, silenciando sus temores, su dolor y sus miedos... Ese es el verdadero amor que espero algún día poder devolverle.
La demostración más absoluta del amor es apoyar decisiones que en un principio podemos no compartir. Amor ha sido dejarme hacer la vida que quiero, la que he ido eligiendo, una vida a veces difícil, una vida llena de altibajos, una vida menos convencional y menos fácil que otras para vivirla como mamá. Siempre hay excepciones pero en líneas generales podríamos afirmar que ser madre es el acto de generosidad por excelencia. No hay muestra de amor mas generosa que soltar esos lazos de union irracionales que te unen a esa persona que un día fue tu bebé. Ahora puedo dar fe de ello. Y siempre recuerdo cuando ella me anima a que no siga ningún camino y que cree el mío propio. " No sigas por donde el sendero conduce...busca por donde no hay camino y deja tu propia huella" ( Sidharta Haular) . Una huella que solo puedo dejar con su fuerza y su apoyo.
Y como siempre una vez más pido mis disculpas por mi atrevimiento de generalizar. Cada mamá es un mundo. No existen reglas, no existen leyes, no existen categorías. Intentar etiquetar a las mamás es un error. Puede que existan métodos de todo tipo sobre la crianza, infinitas relaciones madre e hijos o hijas, etc. pero no existe una única manera de ser mamá. Sería demasiado irrespetuoso y atrevido marcar las líneas de manera tajante o poner límites. Muy difícil hay que hacerlo para que desplacemos a nuestras madres de nuestra vida pero hay casos y casos. Y casos de todo tipo. Personas que han crecido sin sus madres. Por ello me siento afortunada de tener la madre que tengo que me da fuerza, seguridad, que me respeta, me apoya, que no me contagia sus miedos y temores , que vive conmigo y que alegra mi vida cada día. Ahora empieza un nuevo reto, intentar parecerme a ella como mamá. Me faltarán vidas para conseguirlo pero lo voy a intentar.¡Feliz día de la madre!