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crítica de concierto

Fenomenal sorpresa, y yo estuve allí

31/05/2021 - 

VALÈNCIA. Una tarde estupenda de sábado y ganas de aire libre en estos tiempos pandémicos, retrajo a bastante público a la hora de asistir a este concierto, y el auditorio superior presentaba una discreta media entrada. Por ello, los que acudimos, tras lo oído ya podemos presumir con aquello del “yo estuve allí y no éramos muchos”. Se presentaban en Valencia tanto el director italiano como la mezzo francesa y salieron por la puerta grande por méritos propios ya que ambos, junto a nuestra fenomenal orquesta residente del teatro, protagonizaron un encuentro de los que se recordarán mucho tiempo. 

Tras una obertura del Sueño de una noche de verano de Mendelssohn, que ya desde los primeros compases abrió el tarro de las esencias con una lectura contrastada, apasionada y vigorosa, lo mejor de la tarde estaba a punto de suceder con unas Nuits d´eté asombrosas, a la altura de las mejores grabaciones como las de Janet Baker con Barbirolli, Veronique Gens con Langree, Jessye Norman y Colin Davis o Federica Von Estade junto a Ozawa, por si les apetece buscar. Una interpretación que de ser grabada estaría entre las lecturas de escucha recomendable. Manacorda fue artífice también del éxito con una dirección magistral convirtiendo en un todo voz y música en una obra que, ante todo, es preciso el más absoluto control de la orquesta que en ocasiones es lo más complicado. Es importante que les diga lo siguiente para lo que viene después: más allá de una técnica deslumbrante, un instrumento de belleza natural, realmente “sobrenatural”, pero además manejado con gran sabiduría (fabuloso el vibrato controlado de la voz), Marianne Crebassa demostró tener completamente interiorizada esta bellísima música como si una obra fetiche de su repertorio se tratara. De hecho, pensé que muy posiblemente la tendría grabada puesto que a ese nivel interpretativo se llega cuando algo se ha cantado muchas veces y durante muchos años. Al menos esa sensación me dio más allá de la magistral lectura desde el punto de vista técnico de la que podríamos estar hablando un rato: apianamientos, ataques, proyección de la voz…. Sin embargo, para mi asombro, en el descanso y tras un éxito incontestable de un público entregado, me llegó la noticia que me rompió los esquemas: esa tarde era la primera ocasión que interpretaba la obra y de hecho, hace escasas semanas tuvo que decir “no” a una sustitución de una compañera porque literalmente no se la sabía. Asombroso. Ni que decir que a esta cantante de Beziers vamos a tener que seguirla muy de cerca.

Foto: MIGUEL LORENZO.

Tras una primera parte así, era difícil que esa obra maestra de la música sinfónica como es La mer nos decepcionara, y efectivamente, no fue así. El mundo de la fonografía ha dejado una gran cantidad de enormes interpretaciones que se mueven, dicho de una forma simplificada, entre las lecturas refinadas e impresionistas, con tempi que tienden a disolverse, y que se acepta en denominar “a la francesa” (Munch, Boulez…), yo diría que más mediterráneas, y otras más “atlánticas” densas y de alguna forma grandiosas, poseedoras de una impronta más germánica. Si además presentan unos ritmos especialmente marcados vemos la mano italiana en ellas (Giulini, Karajan, Celibidache…). Todas, sin embargo, han de contener como elemento imprescindible la transparencia tímbrica, y que, a pesar de los enormes medios orquestales que la obra exige se escuchen todas las voces, lo que la convierte en una obra de gran dificultad de ejecución. Manacorda se decanta claramente por la lectura italo-germánica, lo cual no es casual pues se trata de un director turinés con afinidad al repertorio alemán, ofreciendo una fabulosa lectura teniendo como instrumento una orquesta en estado de gracia. 

Existen directores que por su gestualidad escueta y espartana nos dan a entender que el verdadero trabajo con la orquesta ya lo ha, hecho en los ensayos. A Manacorda le gusta con una gestualidad narrativa y variada dar la impresión de producir también la música en el momento, sin que se le escape todo aquello que quiere resaltar por encima de todo. Ese “estar encima de los músicos” genera una concentración en la orquesta que es importante en una obra como esta. Prueba de es control fueron los planificados crescendos que cierran el primer movimiento con el que finaliza la obra.

Foto: MIGUEL LORENZO.

 La orquesta sonó como en sus mejores tardes, tanto en los grupos con unos metales de ensueño, una cuerda grave casi física en el inicio del tercer movimiento, como también los solistas con un Rubén Marqués incisivo en la trompeta en este último movimiento, o todas las maderas en especial Cristopher Bouwman en el oboe, la flauta de Magdalena Martínez y el flautín de Virgine Reibel.

 Con centenares de programas de mano acumulados de forma tumultuosa y una memoria que no da para más, hace poco decidí abrir una carpeta con aquellos que por una razón u otra merece recordar de vez en cuando, y éste sin duda reúne los méritos para ello.

Ficha técnica

29 de mayo de 2021, Palau de les Arts

Obras de Mendelssohn, Berlioz y Debussy

Marianne Crebassa, mezzosoprano

Orquesta de la Comunitat Valenciana 

Antonello Manacorda, director musical 

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