Ismael está viviendo su primer Ramadán. Está orgulloso de ello. Ya tiene 10 años y quiere ser como los mayores. Demostrar que ya es mayor. Lleva más de 20 días ayunando y cuando termine su padre le hará un regalo
Hay muchos Ismael que están felices de poder cumplir uno de sus sueños: ayunar por primera vez. Y es que los niños hasta diez años, los ancianos, los enfermos y las mujeres embarazada, lactantes o cuando tienen el periodo no están obligados a ayunar. El resto, si se consideran buenos musulmanes, ni se lo plantean. El Ramadán significa mucho para ellos.
Para quien es musulmán elRamadán es un momento del año especial, un momento que no se cuestiona, un momento donde el ayuno marca el ritmo principal de los días; porque durante el Ramadán ni se come ni se bebe. Lo que para algunos sin fe profesada por la religión musulmana podría ser un “sufrimiento”, para ellos es un momento de fortalecerse, limpiarse y sentirse “buen musulmán”. Y es que el ayuno bien hecho es una cura en todos los sentidos.
Este fin de semana ya se respira la alegría. Están a punto de terminarlo y todos, pendientes de la luna,ayunan los últimos días. Las mujeres ya están preparando el día de la celebración, el EID Day, y los niños y niñas contagian felicidad por las calles. Porque el final de Ramadán es una fiesta por todo lo alto. Vestidos nuevos, mudas recién estrenadas, dulces de todo tipo y comida especial, muy especial. Tres días que celebran el final de un mes cargado de mensajes, sensaciones y de fe, mucha fe. Un mes donde los destinos principalmente musulmanes como, por ejemplo, El Cairo, Marruecos o la isla de Lamu cambian sus rutinas, hábitos y comportamientos.
Visitar un lugar musulmán durante Ramadán es toda una experiencia. Si bien es cierto que la ciudad cambia por completo es otra manera de vivirla.
La vida empieza con la puesta de sol. Casi todos los restaurantes locales están cerrados pues pocos ciudadanos locales acuden a cenar fuera porque lo normal es comer en casa, en familia, las ricas degustaciones gastronómicas que las mujeres han estado preparando y cocinando toda la tarde. De hecho hay algunas comidas que sólo se cocinan en Ramadán, como pasa también en Navidad.
Y es que podríamos encontrar ciertas similitudes con la Navidad. Son momentos del año en que se reúnen las familias, en que quienes viven fuera, vuelven a casa y en que la gastronomía es más abundante y específica con algunos platos determinados.
Son momentos de alegría familiar, de recogimiento y de reflexión. Es una época donde todo funciona a medias, donde los trabajos aprovechan para dar vacaciones a sus empleados y donde quienes trabajan funcionan a medio gas.
El mes de Ramadán es como el mes de diciembre para nosotros. Un mes cargado de efemérides marcadas por la religión cristiana católica que impone un ritmo de celebraciones familiares y festejos apoyados en la fe.
El Ramadán dura también un mes aproximadamente aunque cambia de mes cada año y las fechas las marca la Luna. Todos y todas esperan el nacimiento lunar. Un mes donde si vives en un entorno plenamente musulmán, como es la isla de Lamu, llegas a percibir en el ambiente los momentos más duros y los momentos más llevaderos. El inicio y el final del Ramadán, la primera y la última semana, se viven de manera especialmente intensa y alegre, las dos semanas intermedias son duras. Y todo esto se respira en el ambiente.
Los ayunos del Ramadán comienzan con el amanecer y terminan con la puesta de sol. Aquí en Lamu es relativamente menos duro que en otros lugares del mundo donde anochece muy tarde en países donde las noches duran poco. La ventaja de estar cerca del ecuador hace que siempre anochece a la misma hora.
En Lamu a las 18:00 empieza el atardecer que dura menos de una hora, a las 19:00 ya es noche cerrada y nos invade una sensación que ya se ha acabado el día aunque para los que ayunan empiece entonces. Lo bueno es que tampoco amanece muy temprano. A partir de las cinco de la madrugada con el primer rezo de las mezquitas comienza el día, pero no es hasta las seis cuando ya es completamente de día y cuando las calles de Lamu empiezan su actividad. Bien es cierto que en Ramadán todo empieza más tarde pues aprovechan quienes ayunan para dormir más y así las horas del día sin comer ni beber se hacen menos pesadas.
Las mezquitas funcionan las 24 horas del día, los rezos son continuos y los llamamientos al rezo son más explícitos que de normal. La primera llamada es a las 4:30 de la madrugada y a partir de ahí cada tres horas aproximadamente los altavoces de las mezquitas llaman a sus fieles.
Las oratorias son habituales, oratorias y rezos que duran horas y se convierten en la banda sonora permanente de la isla.
Un día a día en Lamu en Ramadán comienza tarde, parece que cueste arrancar. Pero cuando arranca la plaza del pueblo se llena. Los puestos del mercado salen a la calle, las mujeres compran comida para preparar el breaking ( así llaman aquí al momento en que se rompe el ayuno). Siempre es a la misma hora, a las 18:20. Y dos horas antes de ese momento la calle principal se llena de puestos de comida preparada donde venden snacks de todo tipo para romper el ayuno. La celebración gira en torno a la comida.
Mezclan el salado y el dulce, fritos de todo tipo, legumbres, patatas, coco… estos snacks se toman con zumo (el de tamarindo está especialmente rico), café o té. Aunque aconsejan quienes saben que lo mejor para romper el ayuno es hacerlo poco a poco con algo caliente y algún snack pequeño y dulce como los dátiles.
Como ya escribí en su día, para la comunidad musulmana de Lamu, que ayunes como ellos o al menos que lo intentes es un gesto que aprecian, que les pone contentos y que ayuda a la integración en otra cultura y yo he querido vivirlo. Te invitan a que ayunes con ellos como si de una fiesta se tratara, con una enorme sonrisa que hace difícil declinar dicha invitación. Y es que para ellos, el Ramadán es motivo de alegría.
Tiene su encanto vivir el Ramadán sobre todo cuando llevas tiempo inmersa en la sociedad musulmana y entiendes parte de su significado.
Ya llevo varios años viviendo el Ramadán en la isla de Lamu y cada año le encuentro matices nuevos y encantos diferentes. Lo que en un principio me resultaba más complicado, poco a poco me resulta más interesante. Es lo que tiene ir entendiendo la idiosincrasia de una sociedad con su cultura y su religión.
La semana que viene… ¡más!