VALENCIA. Primero fue la flamenca del Whatsapp, y ahora tenemos entre nosotros a otro icono flamenco, esta vez de color rosa, y originariamente cubierto de plumas, aunque ahora se lleva el acabado de plástico brillante.
Un aire tropical, combinado a menudo con paleta de colores rosa y verde, que nos recuerda a Miami, a las fuentes déco, a un jardín norteamericano de mediados del siglo pasado o a un Beverly Hills donde el tiempo se detuvo. Como esos flamencos de plástico de Pink Flamingos (John Waters, 1972), que comenzaron a popularizarse en Estados Unidos a principios de los 60, creados por el artista Donald Featherstone, y convertidos en el último icono de la América kitsch.
Esta rara ave zancuda, acostumbrada a descansar sobre una sola pata para regular su temperatura corporal (ya posando antes de la era de Instagram), es el nuevo unicornio para estampar camisas y bañadores de millennials. Un rosa trendy que sustituye el arcoiris unicorniano, otro elemento de dudoso gusto colocado desde algún tipo de campaña de marketing rancia.
(Lea el artículo completo en el número de agosto de Plaza)