VALÈNCIA. Francesc Perales cumplirá, a finales de años, 35 años al frente del Cor de la Generalitat. Es decir, toda la historia de la formación. En estas tres décadas, han pasado de tener un carácter semi-profesional a ser motivo de elogio por parte de algunos de los mejores directores musicales y de escena a nivel mundial.
En el horizonte empiezan a asomar nuevos retos, entre los que destacan la futura jubilación de una parte importante de la plantilla, incluida la de Perales, qe forzará una renovación notable. Para hacer balance y echar un vistazo al futuro, Culturplaza se sienta con el máximo responsable del Cor.
- Supongo que es muy difícil hacer balance de 35 años de carrera, pero aún así, le pregunto, ¿qué ha supuesto para usted todos estos años al frente del Cor de la Generalitat?
- Mi vida musical no se entiende sin el Cor de la Generalitat. Empiezo cuando tengo 28 años; ahora tengo 63. Me he entregado al en cuerpo y alma y he ido evolucionando con él.
- ¿En qué estado de salud se encuentra ahora mismo el Cor?
- Está bien. Creo que hemos encontrado un equilibrio para ensayar con calidad; es decir, hacer los ensayos justos, concentrando el trabajo e intentando cansar lo menos posible la voz de los cantantes. Ser eficaces, traer el trabajo preparado… Esto hace que el coro tenga frescura. Yo creo que es un buen momento.
- Después de muchos años de conflictividad laboral, ahora mismo está apaciguada la lucha gracias a la estabilización de las plazas. ¿Esos años de conflicto llegaron a afectar a la calidad del coro o a la atmósfera que se vivía?
- Musicalmente no ha afectado. La gente ha sido muy profesional y ha dado el 100% cantando a pesar de las reivindicaciones. Es verdad que hubo alguna cancelación de conciertos que yo lo lamenté personalmente, pero creo que, en ese aspecto, han sido muy profesionales. Todas las reivindicaciones de la historia del Cor han sido muy justas.
Desde los primeros años, la gente dejó claro que a València le hacía falta un coro profesional. Cuando aún era semi-profesional, el planteamiento fue “Mira, nos han dado la oportunidad desde la administración de crear un coro. Y ahora que ya estamos en vías de tenerlo, no vamos a dar pie alguno -desde el punto de vista artístico- para que no funcione. Habrá problemas administrativos y para eso están los responsables políticos, para arreglar las cosas. Pero artísticamente, nosotros vamos a dar el 100%”.
- Y una vez creado, una vez da el salto como coro profesional, ¿había consciencia del papel y del prestigio que se ha ido forjando con los años?
- Personalmente, yo pensaba que estaría solo un año, que es lo que firmé en mi primer contrato. Después fueron renovándome y me fui afianzando. Ni el coro ni yo éramos conscientes al principio de la trascendencia que podía tener. En aquel momento, solo unas pocas personas lo fueron: Javier Casal; Inmaculada Tomás, que ya falleció; o el maestro Manuel Galduf, que era el director de la Orquesta de València y fue el primero que nos dirigió en un concierto sinfónico-coral, además de ser mi maestro... Pocos más vieron que esto podía ser como finalmente ha sido.
También es verdad que el Cor tenía una materia prima extraordinaria desde el principio. Recuerdo llegar al primer ensayo y el sonido estaba ahí. El sonido que tiene ahora es el mismo que hace 35 años. Y yo en eso no he influido para nada. En lo que he contribuido ha sido en crear el repertorio, trabajar juntos, dar mis ideas y, sobre todo, ofrecer mi disciplina como instrumentista. Porque yo no soy cantante, soy instrumentista. Mi contribución, si lo puedo decir de alguna manera modestamente, ha sido establecer unas pautas de ritmo, de afinación, de ajuste, y sobre todo intentar que los directores de orquesta o de ópera se encuentren el trabajo bien hecho.
- En estos 35 años, el Cor ha vivido también importantes cambios políticos en la Comunitat. ¿Se nota quién gobierna en las instituciones en el día a día de la formación?
- En ese aspecto, hemos tenido suerte. Artísticamente no ha habido ninguna injerencia nunca, de ningún signo. Y políticamente… se podría haber hecho mejor, pero es muy difícil casar lo administrativo con lo artístico.
- La administración autonómica, más allá de los gestores culturales, ¿es consciente del prestigio del Cor? ¿Deberían serlo más?
- Habrá quien sí y quien no. Pero a los que he visto que no lo han sido, les he dicho “Podéis estar muy orgullosos de las orquestas y del Cor de la Generalitat. Cuando vayáis al Ministerio, podéis presumir de unas formaciones que están al máximo nivel”. Luego ellos han hecho lo que han considerado.
- Cuando venimos a las ruedas de prensa de Les Arts, los directores musicales hablan del Cor y se derriten en elogios. Personas muy importantes, que giran por todo el mundo, dicen que el Cor de la Generalitat es de las mejores formaciones nacionales. Pero, ¿en qué afecta en el día a día este prestigio?
- Bueno, esos elogios a nosotros nos llegan solo a veces. Me alegra saberlo por ti. Generalmente los coros de ópera se crean para hacer óperas y se busca un cantante con una determinada fisiología vocal. El Cor de la Generalitat, aunque nace como un coro lírico, ha hecho mucho sinfónico-coral y mucho a capela. Así que no es propiamente un coro de ópera y eso lo hace muy versátil. Un coro de ópera tiene que ser muy versátil porque tiene que estar cantando, moviéndose, actuando... Pero además, el Cor destaca porque está entrenado también en otros géneros.
Por otra parte, un teatro de ópera también tiene diferentes maneras de funcionar. El sistema de Les Arts, por temporadas y no por repertorio, nos viene muy bien. Además, a diferencia de Madrid o Barcelona, nosotros hacemos unas siete funciones por título en vez de diez o quince porque somos una ciudad más pequeña con menos abonados. Esto hace que las voces no se cansen tanto.
- ¿Cómo está viviendo el Cor esta apertura del repertorio de estas últimas temporadas en la programación de Les Arts?
- A mí me entusiasma y creo que al Coro también. Yo intento transmitir mi entusiasmo al Coro. Ahora estamos con Ernani, de Verdi. Una obra maravillosa. Y tengo que decir que en dos ensayos la hemos montado prácticamente. Un martes les dije que quería ensayar como si la función fuera el sábado. Ahora queda hacer ensayos de escena y hay que memorizarlo todo, pero te aseguro que el Cor, con dos ensayos, puede cantar Ernani con partitura.
El Cor es receptivo a todo. Además, esta última temporada, concretamente, ha habido de todo: Verdi, Puccini, Mozart, Wagner, Janáček… Esta variedad es muy buena, tanto para el público como para nosotros.
- ¿Al Cor le va la marcha entonces?
- Sí, sí, absolutamente. Además, el Cor prefiere óperas donde cante mucho. Quiere estar en acción y que haya mucha escena. Agradece a un director de escena o musical que sea atrevido, que les exija.
- En los próximos años, una parte importante del Cor va a jubilarse y dará pie a un cambio generacional notable. ¿Cómo se ha de abordar esta transformación?
- Yo he recomendado que ahora sería un momento muy bueno para, una vez consolidadas las plazas de los que están ahora en el Cor, convocar 10 o 15 plazas más por oposición libre. Así, entrará gente joven que vendrá muy preparada desde los conservatorios. Como el coro y el teatro tienen prestigio, se podrá elegir. Y a esta gente joven les faltará lo que dan los años de experiencia. Pero, además, van a aprender mucho con los que están ahora.
Es importante tener un equilibrio entre mayores y jóvenes. Los mayores en los entrenamientos enseñan a los jóvenes: “No lo hagas así. Cuidado con esto. Aquí no te coloques de esta manera en el escenario. Ponte aquí. No te gires porque tienes que proyectar la voz hacia afuera”. Cosas de veteranos. Eso sería ideal. Se debería hacer de manera progresiva porque se jubilarán unas 20 personas en cinco años. Yo lo he recomendado así, otra cosa es que me hagan caso.
- Si no se hace de esta manera progresiva, una formación como el Cor, con un ADN tan concreto, ¿correría el riesgo de perder su identidad?
- Yo creo que no. El sonido del Cor está ahí. La gente que viene se adaptará. Además, la persona que esté en el tribunal puede buscar un prototipo vocal concreto que encaje en lo que se necesite. En todo caso, el secreto está en coger a alguien que sea mejor que quien haya dejado la plaza.
- El Cor tiene ahora mismo 59 personas en plantilla, aunque ha llegado a tener 67. ¿Se necesita más gente?
- Ahora lo ideal sería volver a la plantilla de 67 personas. Incluso un poquito más. Yo llegué a plantear, muy al principio de estar aquí, un coro de 80 personas por lo siguiente: un coro de esas dimensiones podría dar servicio aquí y al Palau de la Música. Podría pasar, por poner un ejemplo, que estuviéramos haciendo aquí una ópera de Mozart donde hicieran falta 30 cantantes y actuar con la orquesta de València en el Palau de la Música, o con otras orquestas girando, haciendo una obra que cantaran otras 50 personas. Propuesta hecha, entramos ya en el terreno de la voluntad política.
-¿Qué se perdió cuando el coro se desvincula del Palau de la Música y viene a Les Arts?
- Al principio, el coro llegó aquí con muy buenas condiciones. Muy bien entrenado porque, además de haber hecho mucho repertorio con la Orquesta de Valencia y otras, habíamos estado ya en el Liceo, en el Teatro Real, en Sevilla... Habíamos cantado fuera de España, habíamos tenido colaboraciones con grandes directores… El Cor llegó a Les Arts en un momento óptimo también por la edad de los cantantes y del director, y, claro, la ilusión de ser dirigidos por Lorin Maazel o Zubin Mehta.
Los primeros años, al poner un teatro en marcha de cero, hubo un desgaste físico y psicológico grande: muchos problemas de coordinación, muchas horas perdidas… Ahora, viéndolo con perspectiva, pienso que era lógico. El personal de base de aquí, los cantantes del Cor, los profesores de la Orquesta, los sastres… Todos hicieron un esfuerzo enorme para estar a la altura.
Los planes de trabajo cambiaban constantemente, había que adaptarse a cada director musical… En pocos días había que hacer mucho. Y aquí estuvimos aguantando, aunque también hubo momentos de tensión grandes. Yo había momentos que pensaba que esto se iba a pique.
- ¿Es positivo que una parte importante de la agenda del Cor sea tan dependiente de Les Arts?
- Por una parte sí porque tenemos una programación que sabemos que tenemos que hacer. Por otra parte, hemos perdido salir fuera, algo que antes hacíamos mucho. Se echa en falta alguna salida.
- ¿Cree que se podría aspirar a eso?
- Sí, se puede. Por otra parte, habría que cuadrar un mes que estuviéramos liberados porque la ópera que se haga no necesite coro, y además que coincidiera con una oferta. También hay que pensar que hace 30 años íbamos a sitios que entonces no tenían coro y ahora sí.
- ¿Y grabaciones?
- Tenemos bastante grabado. Y las grabaciones van bien, porque te exigen un plus de perfección y de exigencia. Pero bueno, el mundo de la grabación ha cambiado mucho y ya no se venden ni CDs ni nada.
- ¿Cómo es la relación con el director artístico de Les Arts, Jesús Iglesias Noriega?
- Lo conozco desde mucho antes de venir aquí, cuando estaba en el Teatro Real a finales de los 90. Tengo una muy buena relación, sin problema.
- Antes preguntaba si se notaba quién gobernaba en las instituciones. ¿Se nota más quien está frente a Les Arts?
- Claro, pero yo creo que también hemos tenido mucha suerte. Yo tenía, y aún tengo, muy buena relación con Livermore. Me parece un genio. Jesús tiene otra manera de ver las cosas que yo respeto también. Esta temporada está siendo brillante.
Y con Helga Schmidt… A pesar de que tuve mis cosas con ella porque era una mujer difícil, pasado el tiempo lo he relativizado. Tuve muchos enganchones con ella, pero creo que también hizo su aportación: tuvo la visión de tener poner al teatro en mapa internacional y lo hizo con muy buenas producciones y cantantes. Era una persona que, además, forzó la máquina de una manera... Ya te he dicho que hubo momentos que pensaba que las costuras se rompían. Pero bueno, aquí estamos.
- ¿Y qué tal James Gaffigan como director musical?
- Estoy encantado con él. Me parece muy buen músico. Es una persona muy flexible y muy cordial, con muy buen trato.
La verdad es que con todos los directores me he llevado muy bien. Todavía tengo relación con muchos de ellos. Ahora con Gaffigan, también. Respeta mucho el trabajo del coro y solamente tengo elogios para él.
- ¿El Cor de la Generalitat tiene tiempo y debería contribuir a este proyecto que tiene el IVC de recuperar repertorio valenciano?
- El Cor puede y debe. Es lo que hemos hecho siempre. Si no lo grabamos nosotros, no lo va a hacer nadie. Son nuestros músicos… Igual que recuperar las músicas de las catedrales. Aunque hay también otros grupos de música antigua que a lo mejor son mejores que nosotros, como Cor de la Generalitat tenemos la obligación casi moral de hacerlo. De hecho, lo hacemos.
- ¿Cuál es la gran aspiración del Cor después de 35 años?
- Lo importante es que el coro tenga una larga vida, que se renueve adecuadamente cuando se produzcan los cambios, que los responsables públicos reconozcan su labor y la apoyen, y que en 35 años puedas hacer una entrevista al director que habrá entonces.
En 35 años hemos hecho más de 100 óperas, 150 óperas sinfónicas, y obras a capella casi mil. Hemos hecho conciertos en casi todos los pueblos de la Comunitat Valenciana.
- Permítame la indiscreción, ¿cuál es su futuro dentro del Cor?
- Bueno, nadie somos dueños del futuro. Yo lo que hago es disfrutar con cada ensayo; y cada concierto es un regalo. Me imagino que habrá un día que llegará una carta que dirá que he cumplido sesenta-y-tantos y que me tengo que ir a casa. Entonces no diré que me jubilé, diré que me jubilaron.
- El Cor ha estado dirigido, desde el primer año, por usted. ¿Cómo se debería afrontar el proceso de su sucesión?
- Estar tanto tiempo es bueno y malo: bueno porque da estabilidad y crea unas bases; malo porque a lo mejor se acrecientan los vicios. Tal vez el que venga después de mí diga “esto no funciona porque este señor no hacía esto bien”, pero creo que no habrá ningún problema y el Cor se adaptará bien.
El Cor es una formación de cantantes que son sobre todo músicos, que tienen capacidad de análisis y de comprender las partituras en un nivel bastante bueno. La persona que venga encontrará una formación que tiene una gran calidad humana y un sonido propio y trabajado.
- ¿Me sabría definir el sonido del coro?
- Un sonido muy limpio, muy fresco, muy mediterráneo, con mucho color. Me sorprenden grabaciones de hace 30 años en las que parece que fuera un coro juvenil, muy claro. Con la edad la voz se hace más mate, cambia el sonido, pero hemos mantenido la frescura que teníamos. Y eso no lo ha hecho nadie, eso está ahí. Yo llegué el primer día y eso estaba; me gustó desde el principio y siempre lo he respetado.