En ocasiones, la política merece la pena. Este es el sentimiento que comparte este columnista, abiertamente gay, junto con asociaciones, colectivos, activistas y personas LGTBI que la pasada semana han podido ver cómo la Comunitat ha dado un paso más en el camino hacia el reconocimiento de la diversidad, dando luz verde a la tramitación de una Ley de Igualdad de las personas LGTBI, a una norma, que dará protección y dignidad a todas las personas, con independencia de su orientación o identidad sexual.
Las agresiones, vejaciones, odio y miedo que han tenido que soportar todas aquellas personas, que por intolerancia y sectarismo han sufrido la crudeza y la barbarie de las persecuciones y los tratos inhumanos, desde los represaliados por la dictadura, pasando por los valientes que, sin miedo a represalias, salieron por primera vez a las calles a reivindicar sus derechos, su orientación sexual y su dignidad, y por cada una de las víctimas que sufrimos tiempos atrás ataques por nuestra orientación sexual y por las que hoy todavía sufren el escarnio, vergüenza y miedo a salir del armario y vivir libremente su sexualidad; frente a todas las agresiones, prejuicios y odio que han sufrido todas las personas LGTBI.
Un texto, que reconocerá un catálogo de derechos y pero especialmente, dignidad; por lo que esta ley resulta, más que necesaria, imprescindible para desterrar el odio y la intolerancia de las calles valencianas. Una ley que nace con vocación de perdurabilidad en el tiempo y abierta a las modificaciones que la sociedad reclame con el paso del tiempo, y que está llamada a hacer un poco más fácil la vida de muchísimas personas en nuestra Comunitat y que, de seguro servirá de espejo a la futura ley LGTBI que se apruebe en el Congreso de los Diputados.
Actualmente, son todavía muchos, los casos de agresiones, discriminación y acoso, que llevan aparejado el miedo a la visibilización y la denuncia, por temor a las represalias y al rechazo social, o incluso, por el propio sentimiento de culpa causado por la propia orientación o identidad sexual.
Mientras tanto, frente al incansable trabajo de asociaciones, colectivos y activismo LGTBI, que dedican todos sus esfuerzos en acabar con el odio y la indefensión de las víctimas, lo cierto es que este columnista, vive con estupor y preocupación a partes iguales, la escalada de LGTBIfobia que venimos sufriendo en la Comunitat, fruto de una impunidad derivada de la normalización de la violencia que sufren las personas LGTBI.
Sí, ciertamente, el origen y culpa de todo ello lo podemos encontrar en la herencia de un orden social impuesto, pero también, ante cada agresión y cada episodio de violencia, odio y discriminación que dejemos pasar simplemente como uno más sin realizar actuación ninguna. Cada ofensa y cada estigma, cualquiera que sea su forma e intensidad, supone una lacra y un fracaso en las políticas de igualdad. Más aún, cuando nos encontramos con que tristemente, las conductas de odio, intolerancia y la crueldad hacia los más vulnerables, son más fuertes que la humanidad, la protección del libre desarrollo de la personalidad y el respeto a la diversidad afectivo-sexual y familiar en plena libertad.
En este sentido, la ley cuya tramitación se ha debatido esta semana en Les Corts, sobre derechos de las personas LGTBI, es un importante paso en el camino para acabar con la impunidad del odio y la intolerancia que aún a día de hoy corroe a nuestra sociedad.
Hace poco más de año y medio, celebrábamos con entusiasmo la llegada de la Ley Integral de Reconocimiento del derecho a la Identidad y Expresión de Género en la Comunitat, con la que visibilizamos la dignidad y combatimos la discriminación de las personas Trans. Sin embargo, seguimos viendo cómo los episodios de discriminación, estigmatización y odio contra las personas LGTBI siguen presentes entre nosotros; al igual que la intolerancia que, con rabia y estupor, quien suscribe presenció hace tan solo año y medio, viendo cómo el Partido Popular, no solo daba la espalda a las personas Trans con su voto en contra, sino que atentaba contra la su identidad, libre expresión y contra la diversidad.
Lamentablemente, esta semana pasada nos ha dejado ‘La Ely’, la persona trans vejada y brutalmente agredida por un menor de 15 años hace un mes, mientras que este columnista, no puede sino preguntarse, cuántos insultos, casos de acoso y cuántas agresiones y tragedias como ésta, tienen que seguir sucediendo para que el Partido Popular recapacite y destierre la LGTbifobia, y el odio y la intolerancia inherente a su ideario.
Para mayor escarnio, hemos asistido con perplejidad ante episodios de homofobia, prejuicios y estigmatización, por parte precisamente de quienes tienen la obligación de garantizar, en el ejercicio de sus funciones, la igualdad y evitar cualquier forma de discriminación, arbitrariedad y odio, tal como hemos visto con la Ministra de Igualdad del Gobierno del presidente Sánchez.
No obstante, quien suscribe no puede pasar por alto, la vuelta a la carga del Partido Popular más rancio, caduco y reaccionario que hemos podido presenciar esta semana en el debate de la Ley LGTBI, atentando deliberadamente contra la diversidad, la dignidad y los derechos de las personas LGTBI, tal como demostró en su momento, en el inicio de la tramitación parlamentaria de la Ley, en que mostró su complicidad con plataformas abiertamente homófobas y sectarias, invitando a una serie de comparecientes que se dedicaron a equiparar ofensivamente lahomosexualidad con una enfermedad, así como a defender y encubrir las execrables torturas que han supuesto las mal llamadas terapias de aversión.
El episodio vivido durante esta semana, ha retratado a un Partido Popular, tan retrógrado como homófobo en la Comunitat, que ha abochornado al resto de fuerzas políticas con representación en Les Corts y humillado abiertamente a las personas y colectivos LGTBI allí presentes, cuya estupefacción iba en aumento. Este columnista, se siente profundamente avergonzado y ofendido de que en el Siglo XXI haya todavía un partido político con representación parlamentaria, que además de haber saqueado el bolsillo de todos los valencianos, sea capaz de sostener un discurso en el que, en un repulsivo afán de intolerancia, ha trivializado el odio y la discriminación que por desgracia todavía sufren muchas personas en nuestra sociedad, por su orientación sexual o identidad de género.
Por ello mismo, por importantes que sean los pasos que demos en el camino hacia la igualdad, el respeto y la diversidad, mientras sigan perpetuándose las agresiones, el acoso y cualquier conducta denigre y estigmatice a cualquier persona por su orientación sexual o identidad de género, y mientras quienes desde su ideología rancia y caduca, no hagan más que poner palos en las ruedas en el camino hacia la diversidad, el amor en libertad y la dignidad de todas las personas, quien suscribe seguirá trabajando y denunciando incansablemente, cualquier ataque que cercene la libertad, el respeto y la igualdad de todas las personas, porque para convertir el odio y la discriminación, en respeto, convivencia, libertad y dignidad, necesitamos actuar desde las leyes y las instituciones, pero también desde la sociedad civil, los colectivos y el activismo LGTBI.
Jesús Salmerón Berga es abogado y asesor de Ciudadanos en la Mesa de les Corts Valencianes