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conversación con la premio escalante

Àfrica Hurtado: "El teatro infantil debe dar un paso más y enganchar también a los adultos" 

16/01/2021 - 

CASTELLÓ. Àfrica Hurtado (Castellón, 1983) ganó el lunes pasado el Premio de Teatro Infantil Escalante, uno de los principales -y pocos- galardones que existen para reconocer la dramaturgia infantil en España y que otorga cada año la Diputación de València. Lo ganó por Abril a casa, una historia, que aunque nunca se ha llevado a un escenario, esa es la gracia del certamen, resulta muy fácil de comprender y de imaginar. Porque lo que Hurtado cuenta en ella no nos pilla nada lejos, un par de meses atrás para ser exactos. Bebe su trama del confinamiento. De hecho, nace de la obligación que tuvo su autora de permanecer en casa durante los meses de encierro. Pero no, esta vez no volveremos a revivir la cuarentena a través de los ojos de un adulto tedioso e irritado, sino de una niña llamada Abril, quien un día mirando por la ventada descubre que tiene nuevos vecinos, entre ellos una niña de su misma edad a la que empezará a enviar cartas. 

"Tenía curiosidad por saber cómo sería la percepción de los niños y niñas sobre lo que estaba ocurriendo, cuál sería su rutina sin ir al colegio ni al parque, qué sentirían", explicaba Hurtado tras recibir el premio de la que es, además, su primera pieza de teatro infantil. La castellonense es autora de otras obras como La memoria de los chimpancés, París o Mientras ellos todavía respiraban aire puro, pero todas se dirigen a un público más adulto. Así que tras su "estreno" en el género, desde Castellón Plaza nos citamos con la dramaturga para conocer más sobre esta nueva etapa profesional, que seguro le deparará muchas más recompensas.

-¿Alivió este texto el encierro?
-A mi en general la escritura me alivia muchísimo, porque disfruto enormemente escribiendo. Pero es verdad que durante el mes de encierro era mi momento. Tenía tiempo de escribir todos los días. Me alivió de cierta manera, porque por desgracia, con el ajetreo de vida que llevamos, no podemos de normal dedicar cada día a esto.

-Y a los más pequeños de la casa, ¿qué fue lo que les ayudó a superar los meses desabridos de cuarentena?
-En mi casa intentábamos organizarnos para que nuestro hijo tuviera también rutina. A los cuatro años son muy importantes. Así que por las mañanas hacía tareas, o bien de la profesora o nuestras, y por la tarde era juego total. 

Además, como ya les conté a las chicas del Escalante, un día descubrimos que teníamos una araña en el techo del salón que bautizamos como Matilda. No queríamos matarla, porque no nos molestaba, pero cuando pintamos la casa, tuvimos que dejarla en un árbol y como nuestro hijo se encariñó con ella, lo que se nos ocurrió fue decirle que se había ido de viaje por el mundo y que le enviaría cartas. Cada vez que bajábamos la basura o íbamos a comprar le subíamos una. Fue algo que le alentó mucho. Tenía ilusión de ver qué carta le llegaba. Y ese fue de hecho, el germen de la historia que ahora he escrito.

-Una niña que, también durante el confinamiento, escribe cartas a su vecina para poder relacionarse con ella de algún modo. En un mundo tan digitalizado, ¿todavía pasan estas cosas o es lo que a ti te hubiera gustado?
-No, no creo que se haga, aunque yo de pequeña sí lo hacía. Tengo aún las cartas de amigas que vivían en el pueblo de al lado. Ahora imagino que todo es via whatsapps, ya ni siquiera se usa el mail, sino cosas más rápidas. Pero en mi historia como la protagonista es una niña pequeña que aún no tiene móvil, ni su madre se lo deja, esta es la única manera que tiene de comunicarse sin salir de casa.

-¿Crees que hemos sabido explicarles de la mejor manera los riesgos de contagiarse? Te pongo un ejemplo, hace poco se creó en València una iniciativa que animaba a los Ayuntamientos a cambiar las cintas de plástico que precintan parques por diseños más alegres que ayudasen a los niños y niñas a entender por qué no pueden utilizarlos de una manera más amable.  
-Normalmente no se tiene en cuenta a los niños ni se piensa en cómo ellos entenderán lo que hacemos o decimos. Tenemos una visión adulta y vamos a lo práctico. No está de más que se busque un lenguaje más cercano. Me parece una idea genial cambiar la cinta a rayas rojas de 'prohibido' por ilustraciones o dibujos. También esta claro que los padres debemos preocuparnos de educar a nuestros hijos y los maestros, que tienen incluso más herramientas para intentar explicar lo que sucede de una forma más adecuada. 

Campaña #EtTrobeAFaltar. Foto: KIKE TABERNER

-¿Qué más hay en Abril a casa?
-Intenté ponerme en la cabeza e imaginar los sentimientos que tiene una niña que se queda tanto tiempo aislada. Su madre también tiene sus propios problemas, entonces ella ha de formar su propio mundo. Al principio está guay eso de no ir al cole, pero cuando se vuelve monótono y las tareas las tienes que hacer igual en casa, la cosa cambia. No puedes ver amigos, ni siquiera puedes ver abrazos. Todo esto queda reflejado en el texto, pero también el hecho de que los niños son unos campeones enormes. Resurgen de todas las situaciones porque se montan su propio mundo. Se buscan la vida para que esto no sea tan horrible y tedioso. La protagonista se busca una amiga que no conoce de nada, solo la ha visto por la ventana . Mi hijo se inventó que era un pirata. Nosotros hemos perdido esta cosa, por eso, al final, creo que los niños lo llevan mejor porque no son tan racionales.

-Siempre se ha dicho que el teatro infantil va dirigido tanto a niños como a adultos. ¿Pero es esta obra, por su estrecha vinculación con la actualidad, más necesaria si cabe para los mayores?
-Totalmente de acuerdo. Cuando alguien hace tanto teatro o cine infantil, no debe olvidarse de que los niños no van solos a los teatros, también hay que tener en cuenta a los adultos y crear un interés en ellos, porque no solo pagan una entrada. En mi caso, a través de la madre, que es el único personaje adulto que aparece como tal en la obra, muestro cómo hemos vivido también los padres el confinamiento.

-¿Cuándo se despertó en ti el interés por la dramaturgia infantil?
-La dramaturgia infantil llegó a mi vida en realidad hace un par de años, a raíz de tener a mi hijo y empezar a ver y leer más espectáculos infantiles. Pero era algo que nunca había hecho. Da más tranquilidad escribir para alguien adulto como tú, estás más cercano a su mundo. En el teatro infantil tienes que enganchar, además de a los padres, a los niños y es complicado. Sin embargo, empecé a intentarlo y no ha sido hasta ahora con esta obra que he dado con una buena historia. De hecho, es prácticamente mi primera obra infantil. Antes hice un amago con un texto que está medio medio, pero el encierro propició que fuera más allá, porque observaba mucho a mi hijo, estábamos 24 horas juntos. Ayudó a que resurgiera la historia.

-¿Es complicado dedicarse al teatro infantil? Comentabas cuando te dieron el premio Escalante que no hay muchos reconocimientos que lo apoyen.
-En general es difícil dedicarse al teatro. Bueno mejor dicho, vivir de él. Sobrevivir aún se intenta... pero lo cierto es que cada vez se va apoyando más al teatro infantil aunque no hay mucha gente que escriba. No hay tantos textos con cierto peso como pasa en otro tipo de dramaturgias. He ido a ver obras infantiles que han gustado a los niños, pero a mi como adulta no me han enganchado absolutamente nada. El teatro infantil debe dar un paso más y enganchar también a los adultos. Y no, por lo que hace a premios, no hay muchos, solo conozco tres, el Escalante, el de SGAE y Assitej. 

 -Te declaras también fan del humor. Más si es negro. ¿Hay algún tema que te resistas a tratar?
-Hoy por hoy no se me ocurre ningún tema que se me resista, intento no censurarme, no tenga nada que perder. Puede gustar o no, interesar o no hacerlo, pero yo no me censuro a la hora de escribir nada. Y sí, me encanta el humor y la gente con sentido del humor. Muchas veces te puede parecer que en el humor absurdo se dicen cosas tontísimas, pero son trabajos muy currados, no es ninguna tontería lo que hacen. En el 90 por ciento de mis obras hay humor, aunque alguna tenga momentos más dramáticos. En Abril en casa también hay. Es más fácil y divertido así.

-En las últimas semanas se están produciendo de nuevo innumerables cancelaciones o aplazamiento de funciones teatrales y conciertos. ¿Es un error? 
-Pues teniendo en cuenta el concierto de Rafael en Madrid no se si es un error, pero como mínimo injusto que unas cosas se puedan hacer y otras no. Sobre todo porque no se tiene en cuenta que las compañías pequeñas cuando hacen un bolo se encargan de todo. De desplazar el material y al equipo y de alquilar furgonetas. Cuando ya tienen esto contratado, les llaman para decirles que no, que de repente hay más casos en el pueblo y lo van a cancelar. Se debería tener un poco en cuenta los costes de la compañía y cuidar esto, porque hay veces que afortunadamente el bolo se paga de antemano, pero otras no y no lo pagan. Entiendo que es un momento muy difícil de gestionar, pero la cultura y el teatro, que es lo que a mi me compete, se está abandonado totalmente. Hay salas cerrando, compañías que no saben qué va a ser de ellas... En general no se las apoya y es una pena porque se está perdiendo la cultura. Hay un potencial muy fuerte en este país, con gente maravillosa y se está olvidando.

'La memoria de los chimpancés', de Àfrica Hurtado

-¿Cómo imaginas tu obra en el escenario?
-Esto ya es imaginación pura y dura porque no se sabe si se montará, pero a mi me gustaría que fuera sencilla, en la obra solo hay una cocina. También me han preguntado si me gustaría que lo interpretara una niña o una adulta haciendo de niña y bueno, no me lo había planteado. Evidentemente una niña de una edad similar a la que imagino le daría otra visión y dulzura, pero no estoy a favor de que los niños trabajen aunque sea trabajo, que hagan teatro es maravilloso, pero trabajar no. 

-¿A ti te gustaría que se representase?
-Me encantaría que se montara, es un paso más en tu carrera. Que un texto se premie es maravilloso, porque aquí no solo está la parte económica, sino la publicación en Bromera, pero que un texto tuyo se monte es el culmen.

-¿Qué vínculo tienes con la escena teatral de Castellón?
-Intenté representar un montaje hace unos cinco años, pero no me hicieron ni caso. Tengo la sensación de que a veces se valora más lo de fuera que lo que tenemos en casa. Era una obra que fue premiada en Bilbao y que rodó por varias salas de Madrid, pero aquí no había forma. Ahora mismo hay obra mía en Cataluña, se estrenó en 2020 y están intentando hacer bolos por el resto del país.

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