Es humorista, guionista, productor de una de las webseries más ambiciosas de España... y joven. Lleva diez años haciendo reír y conectando con los ‘teenagers’. Antonio Castelo ha vuelto a València con su nuevo espectáculo ‘Hard Party’ (en el que comparte escenario con Jorge Ponce y Iggy Rubín) del que hoy viernes ofrece su última representación
VALÈNCIA.- Antonio Castelo (Alicante, 1982) vivió una extraña infancia en el Hospital Militar de Manises. Para que él y su hermana tuvieran una válvula de escape, sus padres contrataron la televisión por cable y las primeras conexiones a internet. Su carrera se ha desarrollado en torno a la influencia de esos canales estadounidenses —shows de humor, comedias, música americana en directo...— y, sobre todo, del manejo de internet. De hecho, aunque nunca ha sido reconocido como un youtuber, su trayectoria se ha ido afianzando a través del uso e impacto de sus creaciones para canales online.
La cantidad de proyectos que combina es apabullante. Televisión, televisión web, radio, canales puramente online y shows en teatro. Hard Party —el último de ellos—, junto a Jorge Ponce e Iggy Rubin, con los que comparte espacio en Yu (Los40) los viernes. Con residencias mensuales en València y Madrid, los tres desarrollan una serie de monólogos y varias dinámicas con el público. Una audiencia que, como nunca antes, destaca por su juventud, en gran medida por el impacto masivo del programa radiofónico del Grupo Prisa.
Castelo no es de risa fácil como entrevistado, aunque puede que el enfoque casi empresarial del cuestionario no ayude. Estas son sus impresiones sobre el inagotable estado de gracia que atraviesa desde que abandonó València y la ingeniería en telecomunicaciones. Un viaje de no retorno que le hace vivir con especial intensidad sus espectáculos hasta el 1 de diciembre en el Teatre Talia.
—¿Hasta qué punto crees que el Antonio Castelo que conoce la gente hoy está conectado con aquel adolescente enganchado a la televisión por cable y el módem de 56k?
—Del todo. Todo parte de aquel pollo frente al ordenador. Como vivíamos en el Hospital Militar de Mislata porque mi padre era militar, digamos que nuestra forma de escape era aquel capricho. Para mí y para mi hermana. La televisión por cable de entonces es lo más parecido que puede vivir ahora mismo un chaval a través de YouTube. Pues ese era yo, zampándome todo lo posible con aquel primer internet y los canales americanos.
—De hecho, también te influyó en tus gustos musicales.
—La americana music, el blues... toda la música que me gusta sale de ahí. Pero la idea es muy parecida a la que vive ahora cualquier chaval con YouTube. A veces pienso que si empezase ahora, sería youtuber.
—En realidad lo has sido siempre, pero sin un canal propio.
—Exacto, porque siempre he estado viviendo en torno a internet. Vivo de crear contenido que está pensado para que al final acabe en internet. Lo que hago en Yu, Comedy Central, CCN On, lo que he estado haciendo durante mucho tiempo para Yahoo, mi web Papanatas... todo ha estado girando siempre en torno a internet. Y me siento muy conectado con esa idea de acceso democrático al contenido. O mejor dicho, me siento menos identificado con el sistema por el cual se mide la televisión y sus audiencias. Pero, vamos, que la gente de la tele tampoco entiende cómo su trabajo se pliega a ‘eso’.
—Un rasgo distintivo de tu carrera profesional como cómico es que es vertiginoso el ritmo por el cual entras y sales de programas y contenidos. ¿Los abandonas o te abandonan?
—Me abandonan más que los abandono; pero sí, son muchos. Es solo un modo de supervivencia, de pagar el alquiler al final de mes. Un cómico en España necesita tener muchos proyectos, porque hay muy poco margen en todas partes, así que vas entrando y saliendo. Ya entras pensando «a ver lo que te dura y cuál será el siguiente».
—Es decir, ¿que ahora ya estás pensando en los próximos?
—Totalmente. Claro. Para que te hagas una idea, si ahora mismo no estoy pensando dónde quiero estar dentro de un año o año y medio, entonces es que algo va mal. Eso es que... ¡a lo mejor no voy a tener curro! Tienes que ir moviéndote en la dirección que quieres alcanzar, encontrando a gente que trabaje contigo. Para mí, eso es difícil a veces porque se me da bastante mal moverme entre jefes. A quien se le da bien, le admiro. Hacerlo bien creo que es una virtud. Yo no sé.
«solo quiero hacer chistes y que hagan gracia. no pretendo influir en la sociedad. soy un cómico que lleva 10 años… soy muy joven»
—En algunas ocasiones eres tú el que está al mando, ¿qué tal se te da ser jefe?
—Se da pocas veces, afortunadamente... pero está guay. Desde mi punto de vista, para ser jefe lo único que hay que hacer es tener claro lo que quieres ya sea para dirigir una película o para dirigir un programa. Lo digo porque hay jefes que lo son por el hecho de mandar. O de, supuestamente, saber mandar. También los hay que lo son por el hecho de ser el que más cobra. Y es muy triste ser jefe en cuestiones artísticas por ser el que más cobras, porque no tiene sentido. Si uno alguna vez tiene la oportunidad de ser jefe es para poder llevar a cabo algo que tiene en mente con todo detalle. Yo he sido jefe cuando he sido el que más claro tenía lo que íbamos a hacer.
—Para ser jefe también hace falta pasar por muchas etapas. En tu caso, ya hace once años que estuviste en Buenafuente y diez de tu paso por la última etapa de Caiga Quien Caiga, y allí llegaste porque ya habías estado trabajando en IB3. Pese a ello, eres considerado habitualmente ‘el joven’ de muchos programas. ¿Cómo te sienta?
—Me encanta. Me flipa. Así parece que no tengo presión. Siempre soy el nuevo. Ahora es de maravilla porque tengo mucha más experiencia, pero sigo siendo ‘el joven’. Creo que cada vez es más fácil ir de nuevo, de tío joven, que es el hueco que me dejan muy a menudo. Si lo dejo de ser tendré que pedir que me presenten de otra manera [sonríe]. Pero no solo me gusta ser ‘el joven’, sino que me gusta estar rodeado de gente joven. Me encanta trabajar con gente que va hacia arriba, que no está de vuelta. Me siento más cómodo ahí.
—Para ser jefe también hace falta pasar por muchas etapas. En tu caso, ya hace once años que estuviste en Buenafuente y diez de tu paso por la última etapa de Caiga Quien Caiga, y allí llegaste porque ya habías estado trabajando en IB3. Pese a ello, eres considerado habitualmente ‘el joven’ de muchos programas. ¿Cómo te sienta?
—Me encanta. Me flipa. Así parece que no tengo presión. Siempre soy el nuevo. Ahora es de maravilla porque tengo mucha más experiencia, pero sigo siendo ‘el joven’. Creo que cada vez es más fácil ir de nuevo, de tío joven, que es el hueco que me dejan muy a menudo. Si lo dejo de ser tendré que pedir que me presenten de otra manera [sonríe]. Pero no solo me gusta ser ‘el joven’, sino que me gusta estar rodeado de gente joven. Me encanta trabajar con gente que va hacia arriba, que no está de vuelta. Me siento más cómodo ahí.
—Ahora participas en el programa Yu (Los40), en el que el público es, precisamente, muy joven. ¿Te sorprende conectar con otra generación tan bien?
—Es cierto que Yu es súper teenager. Tenemos un rollo muy propio y, mira, si a los chavales les mola... me parece genial. No lo hacemos tanto pensando en ellos o en que les mole. Hoy mismo [es viernes el día en que participa en el programa y realizamos la entrevista] hemos traído a los Afrojuice de Fuenlabrada. Me encanta poder hacer una sección de tendencias con gente que tiene diecisiete años, con la que puedes hablar de temas igual de profundos. Hoy en el programa Iggy [Rubin] ha dicho algo así como que la gente que se ríe porque sí normalmente no es feliz. Es una idea que puede captar cualquiera, pero que puedes ver desde muchos puntos de vista.
—¿Puedes escribir humor pensando en un público concreto?
—Es que yo hago las cosas para conectar con el mayor público posible. También he de decir que eso quizá está influido porque, como público, soy súper agradecido. Antes de que acabe una película ya me ha gustado. Pero nunca pienso en los públicos al crear. Veo lo que me pide la productora, tengo claro lo que me gusta a mí y al final creo a partir de esos parámetros. Si te dijera que puedo escribir pensando en un público concreto, en el caso de la gente más joven, sería como si te dijera que sé escribir para chavales. Te estaría mintiendo. Pues no.
—El proyecto más avanzado de esta temporada, el que más sorprende dentro de tus muchas colaboraciones, es Hard Party. ¿Cómo surgió?
—Es básicamente trasladar lo que ya hacemos Jorge, Iggy y yo en la radio. Los tres somos amigos de salir juntos y queríamos llevar todo eso al teatro y hacer fiesta. Para hacer algo gamberro no hace falta otra cosa: amigos. Puede venir todo tipo de público, porque son monólogos que haríamos por nuestra cuenta, pero también con un dating show en directo e improvisación. Además, en breve introduciremos uno de los raps que mejor ha funcionado en Yu.
—Y mucha juerga.
—Bueno, toda la que puede caber en un teatro sentado. Pero sí, es una idea de desparrame porque voy vestido de conejo rosa. Al principio solo fue una broma, pero luego la gente empezó a ‘trolear’ pidiendo que no me lo quitase. La teoría dice que hay más impacto si vas vestido serio o normal..., pero no.
«ha habido un punto de partida, algo maravilloso como ‘el club de la comedia’. ha servido para ir haciendo camino, ahora ya de otra manera»
—¿Estamos viviendo un momento de dulzura y madurez en el humor en España?
—De alguna manera, sí. Estamos abriendo muchos caminos entre muchos. Se están haciendo muchos shows en directo, mucha radio, mucha tele y en todo ello hay muy buen nivel. Hay compromiso en general y mucha creación de material nuevo constante. Esto ha sido posible porque también ha habido un punto de partida, algo maravilloso como El Club de la Comedia. Ha servido para ir haciendo camino, pero ahora ya de otra manera. Antes había actores haciendo material de otros, pero ahora lo que predomina es que lo representen los cómicos que escriben su propio material.
—En tu caso, ¿cuánto material nuevo aportas cada año?
—Todos los años tengo media hora de material nuevo. Me gustaría tener una hora nueva cada año para monólogos, pero creo que eso es algo que solo se consigue si te dedicas en exclusiva a ello. Y no es mi caso...
—¿Existe una escena de cómicos estable en España?
—Esa es otra diferencia. Antes no, pero ahora sí. Si quieres ser cómico ya sabes que puedes ir a hablar con algunas personas determinadas, que te pueden enseñar, que te puedan dar el paso para empezar en algún garito por primera vez. Antes todo esto se confiaba a los actores, que era gente que le echaba huevos y con su oficio se subía a escena. Los actores han sido la base de ese entramado que ahora sí que es escena.
—Es casi un tópico decir que los cómicos en España son los nuevos rockeros. Pero los rockeros han tenido históricamente una tendencia al conflicto interno. ¿Es vuestro caso?
—No. Entre nosotros no hay mal rollo porque somos tan pocos... que no creo que te lo puedas permitir. En España trabajamos para amigos o casi conocidos. Así que si te quieres llevar mal con alguien es que eres idiota. Hay clanes, eso sí. Hay grupos de intimísimos. Por ejemplo, el mío sería con la gente de La vida moderna. Con quien salgo por la noche es con Iggy, con Jorge o con David [Broncano]. Con David puedo estar hablando fácilmente todas las noches por el teléfono o por la Play. Esas hermandades sí existen.
—En esa idea de los nuevos rockeros también está inserta una capacidad de influencia totalmente renovada. ¿Es una conversación habitual entre vosotros lo lejos que puede llegar el humor y confundirse con una voluntad por informar?
—Sí. Es una conversación muy recurrente. Y, mira, yo solo quiero hacer chistes y que hagan gracia. No pretendo influir en la sociedad. Soy un cómico que lleva diez años... soy muy joven. A veces dices algo y luego te das cuenta de que ha calado muy hondo. Lo noto especialmente con mi colaboración en A vivir que son dos días [fines de semana en la Cadena Ser]. Te para la gente por la calle, te envían mails, te hablan por las redes... Yo parto de la base de que no quiero que nadie se vea menospreciado con lo que hago.
—¿Algún encontronazo valenciano?
— Promocionamos Hard Party siempre con carteles en los que aparecen tres objetos, tres cosas, tres personas... Una de esas veces fue un cartel en el que salían Santiago Calatrava, Toni Cantó y Rita Barberá. Bueno, pues se lió por Rita Barberá. La gente empezó a decirme que la gente le tenía mucho cariño y que no podía usarlo. Era solo una broma. ¡Hasta yo le tenía cariño y creo que nos robaba! Claro que le tengo cariño. Yo entiendo que todos somos buenas personas de partida. No pretendo nunca faltarle al respeto a nadie ni a su familia. La gente no sé cómo nos ve... no somos, ni estamos, locos. No sé si es que tengo una concepción muy extraña de lo que es una locura.
* Esta entrevista se publicó originalmente en el número 37 de la revista Plaza