VALÈNCIA. En mayo de 2018 tuvo lugar en València un concierto del afamado cantante Nicky Jam, concretamente en la Marina Real, al que acudieron en torno a unas 10.000 personas. Un evento que, según la documentación oficial de la Policía Local y el Ayuntamiento, no tenía la licencia correspondiente en el momento de la celebración. Fue dos meses después cuando el concejal de Espacio Público, Carlos Galiana, suscribió dicha autorización.
Así lo refleja el atestado de la Policía Local, según el cual, tras una llamada de aviso por la falta de autorización del macroevento, uno de los agentes del distrito se personó en el lugar. Allí, y comprobando que, en efecto, estaba todo preparado para la celebración del concierto del norteamericano -zona acotada, escenario y megafonía-, preguntó por la mencionada autorización municipal a la organización del evento, la Asociación Española de Publicidad.
Sin embargo, la petición no encontró respuesta en los organizadores ya que su representante no mostró el documento requerido "en ningún momento", tal y como recoge el atestado policial. Asimismo, el acta revela que había varios vehículos autorizados por la organización taponando las zonas de evacuación frente a las salidas de emergencia, por lo que se ordenó su retirada.
La Policía Local, dado que ya estaba todo montado y ante la previsible afluencia de 10.000 jóvenes, pues la organización advirtió de que se habían agotado las entradas, optó por organizar "un dispositivo urgente con personal de servicio ordinario de las distintas unidades". Según detalla en el informe, "distribuyendo el personal en inmediaciones, cortes de tráfico y accesos, y control de jóvenes en zonas de influencia, dada la gran cantidad de vehículos que se acercan al lugar transportando espectadores, siendo canalizado a Marina Norte, el parking de Veles e Vents".
Pasadas las 21.30h -hora y media después de la apertura de puertas-, aparecieron en escena dos funcionarios municipales de las áreas que dirige Galiana: el coordinador general de Espacio Público, Inspección y Control Ambiental, Jesús Caro, y la Jefa del servicio de Actividades, Amparo Fenoll.
Ambos advirtieron de que la autorización estaba lista "a medias", a lo que el agente respondió que ese tipo de autorización no existe. A continuación, el agente relata cómo en ese momento "se acerca un representante de la organización del evento, y entre abrazos y risas con el otro funcionario, manifiestan que está todo claro, por lo que el firmante, viendo atónito la actitud de dichas personas (organización y funcionarios), le manifestó al jefe de la guardia, que visto el compadreo" que estaba observando "y dada la falta de ética mostrada", optaba por retirarse del lugar.
Más tarde, volvería al lugar para levantar el acta-denuncia correspondiente por la falta de autorización y observó a los dos funcionarios "salir de la sala VIP". Tras indicarles los agentes que se quedaran como testigos de confección de la denuncia, rehusaron hacerlo y se marcharon. Con todo, la denuncia, que fue incluida en el mismo expediente de la autorización, no fue tramitada, señalan fuentes municipales.
¿Qué ocurrió con la autorización? Lo cierto es que el secretario municipal ya la firmó tarde, el lunes posterior al concierto, celebrado el viernes. Y el último trámite necesario, la ratificación del concejal de Actividades, Carlos Galiana, se demoró mucho más, hasta bien entrado el verano, el 31 de julio de dicho año. Ahora bien, huelga resaltar que la resolución aprobada sí acreditaba la autorización de la Marina de València. Según han comunicado fuentes del grupo municipal popular, ya han iniciado los trámites para analizar el expediente completo correspondiente a todos estos hechos.