Pues que no lo tienen claro ni entre ellos mismos. Ahora va y la Corte Suprema de Inglaterra y Gales —High Court of England & Wales, sin traducir— le pregunta al Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea “si Gibraltar y el Reino Unido deben tratarse como si fueran partes de un solo Estado miembro a efectos de la Unión o si Gibraltar tiene el estatuto constitucional de un territorio distinto del Reino Unido en el interior de la Unión”. Así, de un tacada. A ver si nos aclaramos. ¿Que los jueces ingleses aún no saben en qué país viven? ¿Ni cuántos Estados miembros tiene la Union Europea? ¿O si Gibraltar es inglés? Porque, si no lo es…, ¿qué es? ¿Español?
Menuda alegría para el ex-ministro español de Exteriores José Manuel García—Margallo, que la tenía tomada con el Peñón… Aunque, tarde. Y no es broma, pero esta cuestión ha llegado ante el Alto Tribunal de Luxemburgo a cuenta de una divergencia en la consideración de unas tasas. Se trata de las Conclusiones en el asunto C-591/15 'The Gibraltar Betting and Gaming Association Limited (GBGA)' y 'The Queen', que se verá en Sala esta semana.
El Reino Unido introdujo mediante la Finance Act (Ley de Finanzas) de 2014 un nuevo régimen fiscal para la recaudación de impuestos especiales sobre los servicios de juegos de azar. A efectos de algunos impuestos se toma como referencia ahora el “lugar de consumo” y no el “lugar donde se ofrece el servicio”. Consecuentemente, éstos deben abonar el impuesto sobre el juego a distancia siempre y cuando presten servicio a clientes del Reino Unido. Se acabó el paraíso fiscal, aunque Picardo, el Ministro Principal gibraltareño —que no Primer Ministro—, lo niegue rotundamente.
La asociación litigante alega que el impuesto sobre el juego a distancia es contrario a la libre prestación de servicios. Mientras que la parte recurrida, el Gobierno, alega que Gibraltar no es un Estado miembro de la Unión por derecho propio, por lo que debe considerarse como parte del Reino Unido a efectos del Derecho de la Unión. La cuestión no es baladí y podría dar luz al conflicto interior que afecta al Reino Unido respecto de Irlanda del Norte y, particularmente, Escocia, ambos contrarios al Brexit. En un momento crucial, además, ya que se está a la espera del fallo del Tribunal Supremo británico, respecto a si el gobierno de Theresa May puede decidir la salida de la Unión tras el referéndum favorable o es el Parlamento el que debe votar previamente.
Y, todo ello, en medio de una división interna que ha llegado incluso a los laboristas británicos, otrora europeístas y ahora con su líder haciéndole guiños al Brexit. En una clara maniobra populista, Jeremy Corbin acaba de declararse favorable a limitar la libre circulación de los ciudadanos de la Unión Europea en el Reino Unido. Repito, aún no han contado uno por uno los cientos de miles de ciudadanos británicos que residen en los países de la Unión, especialmente junto al cálido Mediterráneo, ni tampoco los millones de turistas británicos que visitan nuestras costas.
Sin ganas de alarmar, Theresa May lo tiene mal. Como regalo de Año Nuevo, el Representante Permanente del Gobierno británico en Bruselas, Ivan Rogers, presentó su dimisión hace dos semanas a falta de tres meses para iniciar las negociaciones para la salida del Reino Unido. En una dura carta que se hizo pública días después, Rogers se despedía revelando que el Gobierno de May no tiene un plan para la salida ni gente preparada en el Departamento del Brexit. El que fuera embajador ante la Unión durante los últimos cuatro años, y uno de los representantes británicos más preparados para esta “aventura”, advierte a May de que el Gabinete encargado y los Ministerios afectados no cuentan con un equipo preparado.
Por cierto, el presidente norteamericano Donald Trump —que nos va a dar muchos titulares— acaba de declarar, en su primera entrevista tras las elecciones, que “el Brexit será una gran cosa para el Reino Unido”. Al mismo tiempo, el director de la CIA le recordaba que “midiera” sus palabras… Como decían las birmettes ochenteras de Objetivo Birmania, hoy de moda: “Y es lo que yo te digo. Los amigos de mis amigas son mis amigos. Uh… ¡vaya lío!”.