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crítica de concierto

Giltburg se lleva el gato al agua y salva los muebles

24 de abril de 2021
Concierto de abono del Palau de la Música
Palau de Les arts
Obras de L.V. Beethoven
Boris Giltburg, piano
Orquesta de Valencia 
Ramon Tebar, director musical
26/04/2021 - 

VALÈNCIA. El sensacional pianista israelí Boris Giltburg pertenece a una gran generación de músicos del teclado, que ahora tienen entre los treinta y cuarenta años, junto con otros talentos como Trifonov, Wang, Blechacz, Lisiecki (con menos de treinta) o Javier Perianes, en este caso ya en la cuarentena. Gracias a su enorme musicalidad y virtuosismo, la velada pudo salvarse con nota porque de no ser así el suspenso estaba garantizado. Si bien los primeros compases orquestales, destemplados y plagados de desajustes, presagiaban un concierto muy poco prometedor quizás la orquesta, arrastrada por la fantástica música que emergía del piano, pudo transitar desde una lectura bajo mínimos a poder salvar los muebles. Por ello, no hay demasiado que decir del rutinario acompañamiento que no estuvo a la altura del invitado. Sí que hablaremos de este pianista que resultó una gratísima sorpresa en todos los sentidos: enorme clase, una excepcional técnica siempre al servicio de una lectura plagada de detalles de buen gusto, un exquisito fraseo, transparencia, claridad y brillantez.  Este joven músico lo tiene todo y espero que vuelva por Valencia en un recital para él solito. Tomen nota quienes corresponda. Entre los innumerables detalles, fueron asombrosos los endiablados trinos de la cadenza del Allegro con brío que anunció Eguillor con un espectacular golpe de timbal, y que Giltburg, literalmente, los desmaterializó sirviéndose de una prodigiosa técnica del legato, transformando el piano en un instrumento de cuerda frotada en lugar de pulsada. Inaudito. Asimismo, impresionante el crescendo de la coda de este inicial allegro con brío, asumiendo el solista las veces de director. Tras ello un poético y ensimismado movimiento lento en que cada nota tenía su particular significado para cerrar con un espectacular Rondó con unas escalas de infarto. Igualmente, el momento más intenso vino en el inicio de la coda con esa introducción espectacular de unos timbales que sonaron a gloria. El calor del público le obligó a interpretar un preludio de Rachmaninov, creo que el número siete, manteniendo el mismo grado de excelencia. Como curiosidad se sirvió tanto en el concierto como en la propina de una tablet que en ningún instante accionó con los dedos, a lo largo y ancho de la interpretación, por lo que, intuyo que la partitura, de forma autónoma, se le iba mostrando de forma continua en la pantalla conforme el dispositivo detectaba las notas que sonaban. 

Foto: LIVE MUSIC VALENCIA

La sinfonía Heroica es una piedra miliar en la historia de la música. Cada lectura debe ser un pequeño acontecimiento devocional y emotivo. El mítico director alemán Hans Von Bülow, nacido tres años después de la muerte de Beethoven, se ponía guantes negros para dirigir esta sinfonía. Una obra extraordinaria se mire por donde se mire en la que una gran interpretación nos tiene que poner los pelos de punta en un puñado de ocasiones. Aunque sea paradójico, unos compases tan geniales no son capaces por sí mismos de resistir una interpretación, si esta no está a la altura y carece de expresión, tal como sucedió. El hecho de llevar la marcha fúnebre, el primer gran adagio de la historia de la música, el movimiento que lo iba a cambiar todo, a un tempo lento no significa profundidad, dolor, ni intensidad per se, si no saltan chispas en la orquesta. Al contrario, fue de una planitud irritante que convirtió este movimiento en interminable, cuando debería transcurrir en un suspiro. Para sacar a flote este comprometido movimiento tampoco hace falta tampoco ser Klemperer. El Scherzo tiene un humor y una escritura tan perfecta que el director puede retirarse por unos instantes si tiene delante una orquesta medianamente competente y un concertino fiable como es el caso, así que ahí se pudieron salvar los muebles. 

La orquesta de Valencia puede sonar mucho mejor porque así lo ha demostrado en otras ocasiones, incluso en unos tiempos, estos, que por las razones que sean, la formación no vive sus mejores días. Tampoco Tebar es un director tan superficial, y está mostrando su capacidad y competencia con una carrera internacional interesante, de lo que nos alegramos. Sólo se me ocurre achacar una lectura tan carente de interés a una evidente falta de comunicación entre las partes. Ha sucedido en no pocas ocasiones entre batutas y orquestas, y esta es una más. Por mucho que se esfuerce Tebar haciendo uso de una intensa gestualidad, sin embargo, su mensaje no parece conectar con los músicos, por lo que todo da la impresión de evidente y continua decepción. La ausencia de expresión corporal de muchos estos, agarrotados, más allá de la música que sacan a sus instrumentos, lo dice todo. Dicho esto, hay que mencionar a un notable Roberto Turlo al oboe, sobre todo en la marcha fúnebre. Por cierto, uno de los pocos músicos al que le vi disfrutar de verdad de su papel. Salvo algún error puntual podemos salvar también trompas y trompetas, y como siempre, estuvo excelente en los timbales Javier Eguillor principalmente en los movimientos impares de la sinfonía. Como hay que decirlo todo, a pesar de los pesares, esta Heroica para olvidar resultó un éxito rotundo de público. 

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