En Davos se han vuelto a reunir ese conglomerado de líderes, conseguidores y tahures del pensamiento moderno, para prepararse en lo que parece va a ser su contraofensiva contra las fuerzas centrípetas nacionales
Con permiso de los social-comunistas alias progresistas, he parafraseado la famosa frase del Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels, pero esa contradicción entre lo globalizado-liberal del titulo y lo marxista de su origen, es una más de las que estamos acostumbrados a observar en la política, como la de aquellos que dejaron de vivir en pequeños apartamentos en Vallecas para pasar a vivir en lujosos chalets, o de aquellos que pasaron a ser amiguitos del alma a repudiarse públicamente en los juzgados, o incluso la de aquellos que quieren hacer justicia de hechos que ocurrieron hace ya más de 80 años pero que le niegan la justicia y la memoria a las víctimas de ETA en parlamentos europeos; pero es que en la globalización, y más aún en los globalizadores, no todo es lo que parece.
Desde hace 50 años se reúne el Foro Económico Mundial, creado por Klaus Martin Schwab, en esa pequeña localidad suiza de Davos, pretendiendo, según su propia pagina web, “renovar el concepto de stakeholder capitalism (capitalismo participativo) para (prosigue la web) superar la desigualdad de ingresos, la división social y la crisis climática”, ya ven toda una declaración de buenas intenciones, en donde podríamos compartir el diagnóstico pero cuando se empieza a profundizar en los textos, documentos y la organización, se ve que es más de lo mismo, más globalización, que recuerda aquel leitmotiv de “más Europa” en cuanto surgían problemas en la UE (y así nos va), y siempre además con una preponderante perspectiva economista, con mucho humo de por medio, aunque como dijo alguien una vez a Jamie Dimon, el director del banco de inversiones JPMorgan, en Davos "es donde los multimillonarios les dicen a los millonarios lo que siente la clase media".
Si no fíjense cuales eran las siete áreas a tratar; Cómo salvar el planeta, Sociedad y futuro del trabajo, Tecnología para el bien, Economías más justas, Mejores negocios, Futuros saludables, Más allá de la geopolítica; ya ven buenísimo en estado pudo, destilado para el consumo de casi 3.000 participantes, entre los que se incluyen 53 jefes de estado y de gobierno (incluido el nuestro) de casi 120 países diferentes, y en donde el manifiesto habla del propósito universal de las empresas ante la Cuarta Revolución Industrial, partiendo del realizado ya en 1973. Por supuesto, como en todo foro internacional que se precie, la asistencia de Santa Greta Thunberg puso el toque juvenil-activista, como una predicadora de la Cienciología, pues volvía a insistir en que “tenemos que empezar a escuchar a la ciencia”, haciendo gala de esa típica arrogancia juvenil al afirmar que “parece que el clima y el medio ambiente son ahora un tema candente, gracias a la presión de los jóvenes”, toda una pequeña vida expuesta ante los focos mundiales, ya veremos como acaba, lastima de infancia-juventud perdida.
Y claro está, para poner el contrapunto, atraer los focos, y subir los indices de audiencia y visibilidad del evento (además de por derecho propio como líder del mundo libre, como antes se decía) asistió el presidente Donald Trump, que siguió en su argumento de “America first”, para alegría de los trabajadores norteamericanos, y que salvo que el impeachment lo impida, lo llevaran a la reelección este próximo noviembre, pues Trump volvió a afirmar que defenderá la economía USA frente a los activistas climáticos, a los que llamo “profetas de la fatalidad” y les regaló los oídos al señalarles como "los herederos de los tontos adivinos del pasado", ya ven Donald nunca defrauda.
Porque claro el presidente USA representa, por la visibilidad que tiene (no por sus modales), a la reacción surgida frente a la acción de la globalización que ha tenido un efecto de fuerza centrifugadora en las capacidades y competencias de los Estados, y esas fuerzas centrípetas (ya saben la Segunda ley de Newton la acción y reacción) se han manifestado tanto en los populismos de izquierdas como en los de derechas que han canalizado la rabia del empobrecimiento de las clases populares y la proletarización de las clases medias, principalmente en los países occidentales, frente a las corporaciones, fondos y ONGs internacionales, que a veces tienen más fuerza que los propios gobiernos; si no recuerden como este verano las acciones de un barco de una ONG, llamado Open Arms (ya saben ese que dicen que cuenta con financiación del mismísimo George Soros), llevó a la dimisión del gobierno legítimamente elegido de la cuarta potencia europea -Italia- presidido por Giuseppe Conte y con Matteo Salvini como ministro del interior, un ataque intolerable a los Estados de Derecho y Democráticos.
Para ir finalizando, y como efecto colateral de la globalización, estarán escuchando ya las noticias de la movilización de China contra el ataque de esos seres tan pequeños y sencillos, como son los virus, que incluso requieren de otros, las células, para poder reproducirse, y que está vez con el nombre de coronavirus 2019-nCoV, se ha detectado en la provincia central de la república popular china llamada Hubei, en donde están inmovilizadas una población de varias decenas de millones por la declaración de cuarentena y cuya capital Wuhan cuenta con unos 10 millones, lo malo es que están justo en las celebraciones del año nuevo chino con la infinidad de viajes que esto comporta. Para tranquilidad de ustedes y de la población en general en España (que puedan leer este artículo), este coronavirus dentro de su peligrosidad y posibles posteriores mutaciones, tiene menos capacidad de contagio y menor indice de mortalidad que anteriores virus como el SARS o como la gripe A, según han manifestado las autoridades sanitarias del país asiático; de todas formas recordemos por cierto que la epidemia estacional de la gripe, en nuestra piel de toro, se encumbra hacia máximos, causando ya algunas muertes como tristemente ocurre todos los años.
Como despedida les expondré el por qué de mis suspicacias frente a esta reunión internacional de Davos. Cuando alguien, o alguna institución en este caso, nos quiere toma por tontos, yo por lo menos le busco los tres pies al gato, porque en este año se afirma que ha sido “Galardonado con el estándar IS0 20121 para eventos sostenibles en 2018” y esta “Reunión Anual 2020 será una de las cumbres internacionales más sostenibles jamás celebradas” pues “es totalmente neutral en carbono”; y no digo que no cumplan esa ISO 20121 que seguro, pero que me digan como han llegado esos 3000 participantes (incluidas las centenas de autoridades) a una pequeña localidad perdida de los Alpes, sino es a través de aviones y helicópteros, que por decenas han llegado principalmente al aeropuerto de Zurich, con centenares de potentes vehículos (algunos de ellos blindados) dado el territorio alpino a recorrer, con la consiguiente combustión de miles de litros de hidrocarburos de sus depósitos y sin entrar en otros considerandos; ya les avisé al principio del artículo que no todo es lo que parece en la globalización, y que el viejo refrán de dime de que alardeas y te diré de lo que careces, se da bastante en la política internacional.