En los primeros años del siglo XXI, un grupo de jóvenes influenciados por la escena electrónica londinense erigió en la capital del Turia un potente entramado cultural centrado en esta corriente musical de ritmos rotos y bajos potentes
VALÈNCIA. A mediados de los años noventa, la escena musical electrónica británica alumbró un nuevo sonido que mezclaba la velocidad y los ritmos rotos del breakbeat hardocore y los bajos potentes y profundos del reggae y el dub (como se sabe, la cultura jamaicana tiene una importante presencia en Gran Bretaña, debido a que el país caribeño fue colonia inglesa desde 1707 hasta 1962). Este sonido, que llamaban jungle, fue el germen del drum&bass, una corriente musical cuya principal referencia en España estaba en Valencia.
A principios del siglo XXI, el colectivo de promotores y djs Gorila Club construyó una potente escena cultural en la capital del Turia: organizaban fiestas multitudinarias que se llenaban cada fin de semana y contrataban a los artistas internacionales más potentes del momento dentro de este género. Además, en el seno del colectivo -cuyo pico de actividad se concentró entre 2001 y 2005 aproximadamente- surgió una importante generación de djs como Gabb, Cham, Chola, Sergio Máñez, Ledesma, Dj Frogg, Dj Grass (la única mujer pinchadiscos del colectivo), a la que hay que añadir al MC Rakkafukka.
Todo empezó con un grupo de amigos valencianos que rondaban los veinte años. Eran chavales con interés por la música electrónica, pero que rechazaban los clásicos ritmos de “bombo a negras” asociados a la generación anterior, la de la ruta del bakalao. Esta es la razón por la que el impacto de Prodigy en ellos fue importante. Los sonidos quebrados y locos de la banda británica, con su mezcla de breakbeat y punk envuelta en estética ravera, fue la puerta de entrada de estos jóvenes a una escena en la que se sumergieron completamente, hasta convertirse en los mayores especialistas del género en España.
Varios amigos del grupo emigraron a Londres durante unos años, convirtiéndose en la correa de transmisión de este estilo musical, que por entonces apenas era conocido en nuestro país. “Nuestros primeros contactos con el jungle nos llegaban a través de las cintas de sesiones que nos grababan los colegas que estaban viviendo en Londres -recuerda Nacho “Gaviota” (dj Gabb)-. Poco después, en el año 95 aproximadamente, la tienda de discos Dosis de Valencia empezó a importar novedades de estos géneros. Era muy poco, un cajoncillo, que siempre estábamos mirando las mismas tres o cuatro personas. Llegaban vinilos de Ganja Crew, Roni Size, Groove Rider, Metalheadz… Yo por entonces ya hacía música electrónica, de un estilo poco indefinido, pero mi interés creciente por el drum&bass me llevó a convertirme en dj”.
La cosa iba creciendo, hasta que Juan Senabre (dj Cham), Pau Cadenas y Vicente Mezquita -cofundador años después del conocido estudio de grabación y escuela de producción y djs Millenia- regresaron de Londres y decidieron abrir en Valencia la primera tienda de España especializada en drum&bass: Emot. En el altillo de ese local de la calle Danzas tenía su base de operaciones el colectivo Gorila Club, creado por Luis Cadenas como una sección especializada en drum&bass dentro de la promotora .Beat que acaba de fundar Sergio Máñez.
“Empezamos como un colectivo sin ánimo de lucro, con el único interés de fomentar una cultura musical que nos gustaba, pero se convirtió en una empresa profesionalizada y con bastante volumen de trabajo. Yo trabajaba de 9 de la mañana a 5 de la tarde todos los días. El trabajo consistía en organizar fiestas, negociar con las salas, contratar djs internacionales para que viniesen aquí, buscarles billetes y alojamiento… también trabajábamos con Vdjs -The Red Ribbon- en un momento en el que este tipo de audiovisuales todavía no eran comunes”, recuerda Luis Cadenas, cuya experiencia en producción de eventos había comenzado a principios de los años noventa con otro colectivo de música electrónica llamado Blu Tellina, donde por cierto está el origen de la cultura rave en Valencia. Ellos organizaron las primeras fiestas clandestinas de música electrónica en lugares como las antiguas cocheras de la EMT -entonces abandonadas- o en lugares recónditos en la playa a los que no era siempre fácil llegar porque todavía no había móviles con GPS.
Gorila Club llegó a tener su propia revista, A little Beat, que resultó fundamental para difundir la cultura drum&bass en la ciudad. Gonzalo Pérez y Amanda Gómez se encargaban del diseño y la redacción de los contenidos, que incluían no solo agenda, sino entrevistas, textos de opinión, etc. Gonzalo era también el responsable del diseño de la mayoría de los carteles y flyers de las fiestas de Gorila. “Diseñaba con la imagen y el nombre del artista bien visible, como en los conciertos de rock, pero con una estética adaptada al drum&bass, un estilo musical que para mí era algo del futuro, con raíces en la música negra y la cultura jamaicana del sound system. De ahí la estética high tech que predominaba muchas veces, pero siempre con un toque urbano y callejero”, comenta
El calendario de eventos para la creciente masa de seguidores del drum&bass era intenso. “Teníamos una residencia semanal, llamada Hotline, en la sala que hoy en día se llama La 3, y paralelamente organizábamos fiestas en salas más grandes como Repvblicca, The Face, Barraca o ACTV, a las que llevábamos a los mejores artistas de drum&bass del momento”, comenta Luis. Dj Zinc, Roni Size, Shy FX, Dillinja, Andy C, dj Hype, Simon Bassline Smith, Patife y Miss Pink son solo algunos de los grandes nombres que pasaron por Valencia durante esos años.
“En España había también escena de drum&bass en ciudades como Granada, Sevilla, Madrid o Barcelona, pero por lo general eran más underground -añade Luis-. Valencia era conocida por tener una escena grande y sólida, que llenaba salas relativamente grandes todos los fines de semana. No solo eso, sino que los festivales más importantes de España, como Monegros o Sónar, contrataban cada año a djs del colectivo como dj Chola, dj Gabb, etc, que llegaron a tener mucho prestigio”.
“Decir que Valencia era la principal referencia europea después de Gran Bretaña sería demasiado, pero sí te puedo decir que cuando íbamos a pinchar fuera de España veíamos que Valencia era muy conocida dentro de estos círculos. Era el boca oreja de los djs que venían a pinchar a la ciudad y flipaban con el ambiente que había”, añade Nacho “Gaviota.
“El Sónar también ayudó mucho a desarrollar la escena en España. Recuerdo una sesión mítica de Laurent Garnier en el 96 o 97 que fue exclusivamente de drum&bass, coincidiendo con el primer boom de este estilo en Inglaterra. Ahora mismo hay otro fuerte resurgimiento; están saliendo artistas jóvenes y hay videos de boiler rooms donde se puede ver a grandes referentes de los 90 pinchando en salas llenas hasta arriba de gente muy joven”.
La actividad de Gorila Club fue intensa, pero se concentró apenas 3 ó 4 años. Luis Cadenas, por ejemplo, se desvinculó del colectivo para dedicarse a otras cosas (entre ellas, la apertura junto con otros socios del mítico bar de punk rock Magazine Club). Casi todos los djs del colectivo continuaron dedicándose a la música tras la disolución de Gorila, ya fuese en el drum&bass o ampliando el espectro a otros géneros. Nacho “Gaviota” continuó pinchando de forma sostenida hasta 2010. Durante los últimos años ha estado vinculado a otros proyectos musicales como Drumanberoz, Globe by dj Max & Gabb o la banda de metal Kop.
Algunos de los miembros originales han vuelto a juntarse recientemente bajo el nombre de Gorila Crew. Este regreso se ha materializado ya en dos fiestas, una de ellas celebrada en La 3 -antiguo Hotline- en 2018, y otra en Spook en diciembre de 2023. La próxima cita está programada para el 13 de abril, de nuevo en La 3, con un cartel formado por Chola, Gabb, Grass, Cham, Ledesma, S. Pequeño (Sergio Máñez) y MC Rakkafukka.