VALÈNCIA. La granada condenó a Perséfone o, al ingerirla, selló un pacto velado para ejercer de reina del inframundo, junto a Hades. Depende de la versión. La fértil mitología de la Grecia clásica incluye a esta fruta en una de sus historias más conocidas, la del rapto de la hija de Deméter (diosa de la agricultura) por parte del dios que reinaba sobre los muertos y la consecuencia de que, al final, tuvo un rescate a medias.
Cuando regresaba con su madre, los campos florecían; cuando retornaba al averno, se marchitaban. La expansiva Roma replicó esta historia con Proserpina. y la ingesta de seis semillas de granada. De hecho, el cuadro del pintor Rosseti que representa a la hija de Ceres lo hace con esta fruta.
Precisamente durante estas últimas semanas el producto del granado puede recogerse y saborearse en todo su esplendor después de la laboriosa tarea de pelarlo. En la Comunidad Valenciana el epicentro de la elaboración se sitúa en Elche y otras localidades del sur de la provincia de Alicante como Albatera. No obstante, en Valencia aunque se prodiga en menor medida también se cultiva, sobre todo en las comarcas de la Vall d´Albaida, la Ribera Alta y la Costera.
Lo trabajan cada vez menos agricultores y a pequeña escala. En bastantes casos tiende a convertirse en un árbol casi silvestre, que crece y fructifica sin apenas cuidados, como la higuera, en parcelas junto a viviendas.
“Existen pequeñas extensiones, aunque numerosas. Es cierto que mucha gente la tiene como un árbol suelto, sobre todo si se trata de la variedad Mollar, que es roja por dentro aunque de piel más blanca, lo que dificulta su comercialización en mercados extranjeros, donde buscan un aspecto externo más rojizo y llamativo”, explica Francisco Pelufo, productor en el municipio de Bélgida, enclavado en la Vall d' Albaida y que cuenta con un censo que apenas supera los 600 habitantes.
Con un precio ajustado, que permite al agricultor difícilmente cubrir los costes, Pelufo apunta algunos problemas que sufre este cultivo, “como el rameado por espina, que estropea su piel, o el planchado (efecto del sol), que le provoca manchas marrones (como los que puede generar una plancha en la ropa)”. A ello suma los ataques de la ceratitis capitata, insecto popularmente conocido como mosca de la fruta.
Francisco Peiró, director de la empresa Naranja Manía, que suministra fruta a domicilio del terreno (más allá de cítricos) y atiende los pedidos en su web, apunta otro factor más en contra: el jabalí. “Te puede destrozar toda la cosecha en una noche si no tienes la parcela vallada”, apostilla, a lo que añade también la mayor dificultad en pelarla.
Rafelguaraf, Xátiva, Carcaixent, Llutxent, Alzira… son localidades que disponen de superficie, aunque de pequeña extensión y con plantaciones diseminadas. “La más grande de las que trabajo abarca cinco hanegadas”, indica Peiró, a lo que Pelufo, miembro de la ejecutivo de la Unió de Llauradors, añade que “la escasa cantidad dificulta la rentabilidad del cultivo”.
En este sentido hace hincapié en que “resulta complicado hacer 20.000 o 25.000 kilos por hectárea porque existe mucho destrío. Las primaveras secas o muy húmedas estropean el fruto. Si tienes la mitad de kilos de los previstos ya no te salen las cuentas y numerosos agricultores cambian de cultivo”.
Pelufo vende su producción a la cooperativa de Bélgida, que a su vez la distribuye por la cooperativa valenciana líder en el sector hortofrutícola Anecoop. “Unifica la cosecha de granada desde la plataforma ubicada en Alcàsser”, recalca el citado interlocutor, que señala el riesgo de que los granos se queden blancos y no cojan color para una fruta cuya temporada, en la provincia de Valencia, se prolonga aproximadamente desde septiembre hasta mitad de noviembre.
La variedad Mollar es la más extendida, aunque el rojo de la Acco le otorga un mayor atractivo a la mirada, lo que la hace más comercial. La Smith, por su parte, se avanza en la campaña. “La demanda es estable, no obstante, tienes la dificultad de que o la recoges pronto o se estropea. La cuestión consiste en que las semillas estén menos blancas y más dulces, que el consumidor no necesite echarle azúcar al comerla”, añade Peiró, experto en la venta de frutas de proximidad.
Este distribuidor advierte, como también dejaba intuir Pelufo, de la Unió de Llauradors, de la posibilidad de que el cultivo desaparezca como tal en la provincia de Valencia. “Va quedando menos, sin tratar y más diseminado”, lamenta.
No obstante, por el momento, el elevado tamaño de la fruta, su color más o menos rojizo por fuera y por dentro y el jugo de sus granos lo siguen convirtiendo en un producto sabroso, vitamínico y antioxidante que se cultiva en la provincia de Valencia.