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por amor al arte / OPINIÓN

Hablemos de la fallera mayor

16/10/2017 - 

VALÈNCIA. Parlem? Que sí, que ya lo sé, que el eslogan está ya manidito. Pero bien es cierto que en la era de la comunicación andamos faltos de conversación, un debate saludable –y pausado- que se da poco en política… y en Fallas. La pasada semana la fiesta grande de València nombró a dos nuevas representantes, aunque en este caso solo hablaremos de las mayores de edad. La puesta en escena resulta idéntica a la del año pasado. Y a la del anterior. Y a la del anterior del anterior. La llamada del alcalde, las lágrimas, la prensa y las fotografías para la posteridad, incluyendo la dichosa imagen en la que año tras año la fallera mayor y su corte posan con un peluche. En esta ocasión, de Minnie Mouse. Fantasía. Decir que la ñoña fotografía causa revuelo sería mentir. Los comentarios discordantes siempre se dan, en este caso, fuera de la escena pública, no tienen cabida en el relato oficial. Pero se dan, y conviene no olvidarlo.  

La ceremonia es un rito incuestionable para muchos, pero también motivo de sonrojo para la otra València que asiste cada año atónito a un proceso de selección y posterior ‘reinado’ al que parece que solo se puede acceder montado en un DeLorean. La estructura narrativa no cambia ni una pizca: el cuento de la princesa que se perpetua llamada a llamada. Aunque en este caso la supuesta princesa tenga 26 años y curse un máster de acceso a la Abogacía. Pocos esperan el cambio, es cierto, una micro revolución que traería más dolores de cabeza a un gobierno que no quiere cargar con más peso en la mochila. Sin embargo, es ese mismo gobierno el que ha creado expresamente la concejalía de Igualdad, encabezada por Isabel Lozano, quien sí tildó -preguntada al respecto- de “paternalista y antiguo” el polémico manual de la ‘buena fallera’, aunque desde su área nunca se ha profundizado por tratar aspectos de la fiesta que, evidentemente, van en contra de una administración feminista.

Bien es cierto que uno no siente hoy el aliento canino en la nuca cuando entrevista a la fallera mayor de València, controlando que el comunicador de turno no se salga de la pauta: que si cuál es tu color de traje favorito, el acto que más te emociona o si las candidatas tienen o no novio. En este aspecto, la nueva (si es que todavía se puede decir eso) Junta Central Fallera sí ha tomado nota. Lo preocupante, en este caso, es el nulo efecto que ha tenido esta pequeña apertura. Como diría Julio Iglesias, la vida sigue igual. De igual forma pasa con las dichosas normas de la buena fallera, con las que se instaba a las chicas a evitar prendas con escote y transparencias o a ejercer un mayor control sobre sus redes sociales, entre otras cuestiones. Hechas públicas hace ahora un año y dejadas sin efecto una vez ocupó titulares y minutos de televisión dentro y fuera de la Comunitat, su eliminación no supuso ningún cambio a efectos prácticos. El fantasma de las Fallas pasadas es más fuerte.

Si el experto y director del Museu Faller, Gil Manuel Hernández, ya afirmó hace años que la figura de la fallera mayor “responde a una visión abiertamente sexista, machista y patriarcal”, lo cierto es que alguien debe asumir la responsabilidad de que en 2017 no sea así, que no se perpetúe un tratamiento paternalista que infantiliza a las trece mujeres que cada año son seleccionadas. Solo el grupo València en Comú, que comparte gobierno con PSPV y Compromís,  ha alzado la voz para defender unas fiestas “más feministas, sostenibles e inclusivas”, una actitud que reprendió el concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset. “Para hablar de la fiesta hay que conocerla”, aseveró. Debe ser, como en muchas otras cuestiones, la administración, en este caso Junta Central Fallera, quien asuma con todas las de la ley un papel activo a la hora de comunicar con una sensibilidad propia de los tiempos que corren una figura anclada en el pretérito, aunque esto suponga desviar el foco de atención e intensificar la presencia de otros agentes de la fiesta en las comunicaciones oficiales. Nadie dijo que fuera fácil, pero si no lo asumen como prioritario serán cómplices por inacción de una brecha con la sociedad de hoy que será más profunda a cada nueva llamada. Y ahora, ¿hablamos de la fallera mayor?

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