2020 está siendo un año muy duro para todos los españoles y también para el campo. Si hace unos meses los agricultores y ganaderos se movilizaban para reivindicar las difíciles condiciones a las que se enfrentan para salir adelante, la inesperada crisis de la covid-19 ha supuesto una losa más sobre las espaldas de un colectivo ya cargado de dificultades.
Por ello, en los próximos meses, la Unión Europea debe emprender acuerdos y reformas para su reconstrucción que serán cruciales también para nuestro campo. En juego están, entre otros, el presupuesto, las exigencias medioambientales y las relaciones comerciales con el resto del mundo que definirán el sector agrario y ganadero que se quiere para el futuro de Europa.
Los agricultores ya están haciendo su parte para preparar ese futuro. Hace escasos días, tuvimos la oportunidad de visitar, en la provincia de Valencia, un proyecto de experimentación agraria, pionero en Europa, que colabora con centros como la Universidad Politécnica de Valencia para transferir conocimiento a los agricultores sobre los mejores cultivos y las técnicas más avanzadas. Una apuesta por la innovación y el desarrollo agrario que no solo permite optimizar la agricultura de la región para hacerla más resiliente, sino que contribuye, en su labor pedagógica, al relevo generacional y al acercamiento de los jóvenes al mundo rural. En definitiva, un referente en eficiencia y tecnología que garantiza la mejor calidad de los productos valencianos con una menor huella ecológica, señalando el camino para una agricultura de alto valor añadido que España exporta al resto de Europa.
Sin embargo, Europa tiene que estar presente también ahí para hacer su parte. El campo valenciano, referente nacional y europeo en productos cítricos o frutos secos, se está viendo afectado por plagas extranjeras que ponen en riesgo los cultivos y la viabilidad económica de plantaciones enteras. Hay que recordar que la agricultura es uno de los pilares económicos en la Comunidad Valenciana.
Hablamos, entre otras, del ‘Cotonet de Les Valls’, producida por un insecto procedente de terceros países, que no tiene depredador natural en el medio y que avanza vorazmente devastando las cosechas. Solamente la aplicación de fuertes fitosanitarios sirve ya para contener un insecto que ha cruzado nuestras fronteras por la laxa exigencia de la regulación comunitaria.
Mientras a los productores valencianos se les exige refrigerar su producto para exportar cítricos a mercados como Estados Unidos o Japón, la Unión Europea no pide las mismas condiciones para importar naranjas desde Sudáfrica o Egipto. Esta simple medida de transporte en frío mataría los insectos que viajan dentro de la fruta y prevendría plagas como esta que diezma ahora las tierras valencianas.
Parecido es el caso de la ‘Xylella fastidiosa’, que infecta los campos de almendros alicantinos. Altamente contagioso, la bacteria avanza a toda velocidad pasando de árbol en árbol a través de la maleza. Ante ello, la estrategia de exterminio no solo se está demostrando insuficiente para contener su avance, sino que está destruyendo literalmente los cultivos de pequeños agricultores que no solo pierden toda la cosecha del año, sino también los árboles y el medio para poder seguir viviendo de sus tierras. Las escasas ayudas compensatorias, además, no contemplan el lucro cesante y no compensan ni las inversiones realizadas ni las expectativas de poder seguir cultivando una tierra que queda yerma, quién sabe por cuántos años.
A todo esto, se le suma la inactividad de los distintos gobiernos de España para modernizar el sector agrario valenciano. Un claro ejemplo es la falta de actividad del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), que durante mucho tiempo fue la principal institución valenciana en investigación agrícola y contó con amplio reconocimiento internacional. Otro ejemplo es la situación en la que se encuentra la Ley de Estructuras Agrarias, que no ha podido desarrollarse debido a la falta de financiación.
En definitiva, la situación actual arroja una clara falta de iniciativa por parte de la Administración pública, y, en especial, de la Conselleria de Agricultura para solventar los problemas, lo que ha derivado en una pérdida de confianza de los sindicatos agrarios.
Toni Cantó es portavoz de Ciudadanos en Les Corts Valencianes
Adrián Vázquez es eurodiputado de Ciudadanos