El analista de XTB radiografía el estado de salud por el que atraviesa la economía de la Eurozona en un momento crucial, sin tener en cuenta los rumores del mercado
MADRID. Son muchas las noticias que se publican sobre la incertidumbre dentro de Europa y el devenir que le espera a lo que hoy conocemos como zona o región euro. Pero hay que enfrentarse a la realidad con datos y no con rumores del mercado. Hay suposiciones que en muchas ocasiones están poco fundadas, mientras la incertidumbre es global pero no tan negativa como se piensa. El miedo y principalmente el vértigo desde las alturas, en especial de la renta variable, hace presagiar un cataclismo bursátil apoyado en la debilidad, lo que no es tan cierto y conviene infundir un punto de optimismo, cuando la mejora, aunque lenta, se está produciendo.
El gran problema dentro de Europa sigue siendo la inflación, que aún lejos del objetivo perseguido -cada vez está más lejos la deflación que vivimos en el pasado-, consigue con más frecuencia aproximarse más al 1%. Debemos ver la tasa subyacente y poder observar que el repunte obedece también al encarecimiento del barril desde principios de año, donde la revalorización se aproxima al 100%. Sin embargo, las perspectivas dentro de la Unión Europea sobre este dato, de cara al 2017 se establece en el entorno del 1,5% pudiendo llegar al objetivo del 2% en 2018.
Sin salir de la realidad en la que nos encontramos, la economía europea cumplirá en 2017 un lustro de recuperación económica y el crecimiento vía consumo aún es muy moderado, pasando del actual 1,7% a un 1,9% para el próximo año. El plan de actuación para la creación de empleo y crecimiento económico siguen siendo los establecidos hace unos años y no se prevén cambios hasta 2018.
La movilización de fondos para inversiones sin generar nueva deuda -situada en la actualidad en un 86,5% del producto interior bruto y con proyección de reducción de la misma- es centralizar los esfuerzos de inversión en infraestructuras, educación, investigación e innovación y, por último, eliminar todo tipo de barrera que dificulte dicha inversión.
Aunque el gran problema en Europa sigue siendo la urgente reforma estructural que debe implementar y la responsabilidad de los organismos centrales de cada país, dos cuestiones que sí serían significativas como un problema que si no se ataja en el corto plazo podría generar problemas de manera muy cercana, el gran problema es que dichos puntos son de difícil solución y los diferentes integrantes que deben llegar a un acuerdo parecen estar todavía muy alejados de una posible aproximación en un plan de actuación global.
En el apartado de empleo, la previsión de un desempleo situado en el 8,5% no potencia el punto positivo de las actuales condiciones de financiación, paralizadas por parte del consumidor de a pie por el miedo existente. Estos datos extrapolados dentro de los mercados financieros podrían visualizarse en un movimiento positivo, vía repunte de rentabilidad dentro de los bonos, aunque lo cierto es que dicho crecimiento es más visible dentro de Estados Unidos.
Para la renta variable no hay que olvidarse de una circunstancia que podría ser bastante positiva: se habla de un posible suelo en los beneficios corporativos a nivel global, lo que podría traducirse en movimientos alcistas dentro de la renta variable porque esto impulsaría el atractivo de las compañías en el ámbito fundamental.
Sin olvidar las diferentes citas que esperan hasta final de año -que son muchas y de especial relevancia-, lo que no debemos obviar es que este tipo de acontecimientos se han ido dando de manera recurrente a lo largo del año. Y la conclusión que hemos sacado siempre es que los bancos centrales aunque parezcan mirar para otro lado, cuando se les habla de los mercados financieros, parecen estar tremendamente pendientes que un descontrol de los mismos no desencadene en un movimiento inesperado en cadena.
Jorge López es analista de XTB