VALÈNCIA. Todo es terror, sed de poder, odio, cinismo, culpa, arrepentimiento, vileza, y sangre en esta historia brutal que Verdi trajo de Shakespeare, -a quien tanto admiraba-, para formular la ruptura con su pasado compositivo, y dar comienzo a la parte madura de su carrera. Cuando el de Busseto se enfrentó a la tragedia del dramaturgo inglés quiso responder con algo especial. No podía ser de otra forma. Compuso entonces su décima ópera, de sus 28 totales, verdaderamente experimental, y verdaderamente sorprendente.
Si la fuerza de tal texto era extraordinaria, Giuseppe Verdi respondió siguiendo la línea de su tensión dramática, creando una música plena de belleza expresiva y energía, capaz de retratar psicológicamente las mentes perturbadas de los personajes protagonistas, para hacernos vibrar. Verdi sabía que había dado un salto cualitativo en su lenguaje con Macbeth. Dejó escrito cómo debía cantarse, y cómo debían ser los decorados. La ajustó tras su estreno en Florencia en 1847, y la sometió a modificaciones posteriores. Lo que no sabía es que algunos se la iban a seguir retocando. Ayer, por ejemplo, nos quedamos sin ballet.
Macbeth fue en su momento, la ópera favorita de su autor, a pesar de constituir un drama de cierto desequilibrio. Ni Piave, ni luego Maffei, lograron reproducir toda la severidad de los personajes concebidos por Shakespeare, asunto que provocó desespero al autor, y que sin duda influyó en la aparición de momentos en la partitura del mejor Verdi, y otros de excesiva ingenuidad compositiva. La orquestación es, sin duda, lo más brillante de la ópera, donde el autor perfecciona su arte, ya sin vuelta atrás, en afirmación de su lenguaje y dramaturgia futuros. En cualquier caso, Macbeth, es para disfrutar. Y si puede, no se la pierda.
De hecho, muy contentos salieron ayer los aficionados del coliseo del Jardín del Turia, pues realmente pudieron presenciar un Macbeth de altura, con una orquesta soberbia, y con los dos protagonistas solistas extraordinarios como son Anna Pirozzi, y Luca Salsi en simbiosis vocal y teatral. Lástima de la desacertada presentación escénica, caprichosa y torpe, -cuyos artífices fueron justamente abucheados al final de la sesión-, porque de lo contrario podríamos estar contando esto como un éxito rotundo.
“El camino del poder está lleno de delitos”
El trabajo del cineasta Andrews, que viene en producción de la Royal Danish Opera, es otro de esos inventos que no vienen a aportar ni a enriquecer la obra maestra de Verdi. No sé cómo se atreve el australiano a tratar así la obra de los enormes de Giuseppe Verdi y de William Shakespeare. Es el suyo un trabajo que desdibujando la figura y fuerza de las brujas, es inane en general, no aporta nada, y lo presenta lleno de personajes, vestuario, atrezzo, y artificios minimalistas exógenos que distraen desde el inicio hasta el final. Ocurrencias, muchas, pero nada de sabor escocés. Nada de sabor shakespeariano. Nada de sabor verdiano. Nada de sabor. Nada recomendable. ¿Veremos algún día una ópera de Verdi como la concibió su autor? Seguro que sí.
Expresiva y vigorosa es esta ópera de Verdi, igual que el trabajo de Michele Mariotti, que dirigió una compacta y dúctil orquesta de Les Arts en plena forma, extrayendo de ella el más puro sabor verdiano, sus mejores colores, sus mejores brillos, y sus mejores oscuridades. Mariotti realizó un trabajo magnífico, lleno de gestos de claridad y limpieza. Es el rey de las dinámicas, y propone un muy singular uso y ajuste de los tiempos, aunque no todos tan justificados. En cualquier caso, dio una lección de control del discurso orquestal, de cómo mandar, de cómo transmitir gusto, y de cómo llevar la música tan pasional como es la de Macbeth a extremos de soberbio deleite.
Llevó con fluidez y precisión al coro de la casa, que resolvió acertadamente sus momentos, especialmente en el muy matizado lamento final del Patria oppressa, que no llegó a ser sobrecogedor debido a los distractores inventos escénicos. Lástima también por esa ubicación siempre atrás, más cerca del foro que del foso, lo que impide que se su música pueda apreciarse en su plenitud. Y lástima también el resultado del coro de brujas, por momentos más sometido a lo escénico, que dedicado a lo canoro, lo que contribuyó a un inhabitual deslucimiento general del conjunto vocal de Perales.
La tremenda frase de Lady Macbeth “El camino del poder está lleno de delitos”, -y otras más horribles-, fueron pronunciadas por la gran soprano Anna Pirozzi, quien dejó boquiabierto al público desde el mismo inicio de su partitura salvaje, por su voz de volumen estratosférico, y poderoso tronco vocal en todos los registros. Pirozzi dispone de unos agudos que asustan, rozando el grito, y con su gran presencia escénica fue capaz de transmitir su agresividad con la brusquedad que el autor requiere para este diabólico papel. Sobrelleva bien la coloratura, y le falta fiereza y desgarro en su dicción para expresión de mayor malicia, consecuencia quizá del difícil control a ejercer por su enorme caudal canoro. Pero es una Lady sanguinaria de lujo.
De la Pirozzi disfrutó mucho Pedro Muñoz, -quien no se pierde una-, especialmente en el dúo del primer acto con Macbeth, Tutto è finito!, de soberbia brutalidad. Y también disfrutó con el Banco bien resuelto por Marco Mimica, quien demostró ser un bajo de buen estilo, poderoso volumen, timbre brillante, y excelente proyección sonora. En su Come dal ciel precipita, dejó patente su musicalidad, y una sabia utilización de los resonadores para su voz sólida en todos los registros.
Los miembros de la escuela de la casa, antes llamada Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo, Jorge Franco, Marcelo Solís, Juan Felipe Durá y Rosa Dávila, resultaron excelentes coprimarios, destacando la soltura y solvencia de la mezzo. Buen sabor de boca dejó el joven tenor Giovanni Sala en el rol de Macduff, cantado con gusto exquisito, a la antigua, y demostrando en su Ah, la paterna mano, un estudio profundo con soberbio control de los tiempos. De volumen a trabajar, su legato es magnífico, así como la colocación de su voz y el equilibrio de colores.
La hemorragia
Sangre hubo ayer por todos lados. Corbatas, americanas, y camisas blancas, se tiñeron de rojo. Sobre todo la del cínico asesino Macbeth, interpretado por un Luca Salsi, quien demostró en Les Arts poseer una voz baritonal plena y compacta, gran volumen, y de emisión perfecta, en la parte media alta. Su timbre brilla por su proyección cuando su volumen crece, difuminándose en las medias voces.
Desde el punto de vista dramático es perfecta su expresión para la continua pesadilla existencial del personaje. Tanto en la dicción como en los gestos, su creación es arrebatadora. A lo largo de la noche, Salsi se volcó en su oneroso cometido, declamando y cincelando a la perfección su malvado personaje. A falta de la última escena de la ópera, en la que el barítono canta la famosa aria Pietà, rispetto, amore el director paró la orquesta. Nadie entendía lo que sucedía. Luz apagada. “Rogamos permanezcan en sus asientos”. Murmullos. Quince minutos de espera. “El Sr. Salsi ha sufrido una hemorragia”.
De repente vuelve el maestro Mariotti. Levanta la batuta, y todo continúa igual. Bueno, igual no: mejor. Luca Salsi se había repuesto. Aquello, fue más que una hemorragia, una explosión, porque crecido, entonó como un rey el aria clave. Pone su ímpetu y su alma sobre el escenario… y todos sus recursos a trabajar. Sus resonadores fueron una máquina para un canto franco, y valiente, volviendo a demostrar un gusto extraordinario, y una entereza implacable.
Verdi, por recomendación médica, tras componer Attila estuvo en reposo 6 meses antes de acometer la composición de Macbeth. Y también se repuso. Y eso explica el gran ímpetu con el que retomó su actividad profesional para abordar con ganas la obra clave y vital, que le llevó quizá más allá de lo que esperaba; y en cualquier caso, a firmar una de las carreras más brillantes de la historia de la ópera, que terminó con más Shakespeare: Otello y Falstaff.
FICHA TÉCNICA
Palau de Les Arts Reina Sofía, 31 de marzo de 2022
Ópera. MACBETH
Música, Giuseppe Verdi
Libreto, Francesco Maria Piave y Andrea Maffei
Dirección musical, Michele Mariotti
Dirección de escena, Benedict Andrews
Orquestra de la Comunitat Valenciana
Cor de la Generalitat Valenciana
Macbeth, Luca Salsi. Lady Macbeth, Anna Pirozzi. Banco, Marco Mimica
Macduff, Giovanni Sala. Dama de Lady Macbeth, Rosa Dávila. Malcolm, Jorge Franco
Médico/Sicario, Luis López Navarro. Asistente de Macbeth, Marcelo Solís
Un heraldo, Juan Felipe Durá