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Igualemos a la baja: ¡todos jodidos! (o las vacaciones de los profesores)

Foto: KIKE TABERNER
30/05/2019 - 

El otro día en la reunión de escalera pedí permiso para hacer una pequeña obra en la galería de mi casa (es un primero y pertenece a la comunidad aunque solo lo use yo). La vecina del segundo fue tajante: mientras yo viva no te daré permiso. Le pregunté por qué y respondió: si yo no puedo, tú no podrás. La esencia del alma humana encarnada en mi vecina. La envidia y la miseria hablando desde una señora de mediana edad.

A ver, voy a empezar desde el principio, a contarles hacia dónde va este artículo: se acerca el verano y empiezan las bromas sobre las vacaciones de los profesores. Yo soy profesor, y cada año me cansan más los comentarios. Lo reconozco. No voy a excusarme con eso de que es un trabajo muy duro. Lo es, pero hay otros trabajos igual o más duros. He visto a profesores salirse de clase a llorar; los he visto paralizados en medio de gritos, incapaces de hacerse escuchar; los he visto amenazados por alumnos y por padres energúmenos; yendo al mecánico a cambiar las ruedas rajadas y al médico a cogerse la baja por depresión. Pero insisto: problemas hay en todos los trabajos. Y lo digo sin ironía. A mí me encanta dar clase: disfruto mucho y los momentos buenos, que son muchísimos, me compensan los malos ratos. Así que no voy a llorar por ser profesor, al contrario: si te gusta el trabajo y tienes ciertas aptitudes para él, es un trabajo genial. Mi baja por depresión vendría si estuviese en una oficina encerrado ocho horas al día. Trabajar con adolescentes me llena muchísimo. Me siento privilegiado por ser profesor, así que mis argumentos no van a ir por ahí.

Tampoco voy a intentar razonar, porque la razón está un poco pasada de moda en tiempos de Inda, banderitas y eslóganes: los profesores somos funcionarios grupo A y cobramos menos que la mayoría de colectivos grupo A. En algunos casos puede llegar a mil euros al mes. Al mes. ¿Por qué? Porque tenemos más vacaciones entre otras cosas… Pero da igual. Voy a defender a todos esos que se quejan de las vacaciones de los profesores porque siempre he creído que la mejor forma de atacar un argumento es darle la razón. Pruébenlo, díganle a su cuñado que sí, apoyen sus argumentos a ver cuánto rato consigue defenderlos en positivo.

Foto: RAFA MOLINA

Allá voy: los profesores tienen demasiadas vacaciones. ¡Que curren en verano! Igualemos a la baja. Si yo no tengo más de quince días, como diría mi vecina, que ellos no los tengan. ¿Qué se han creído? Da igual que hayan estudiado carreras y másteres y aprobado oposiciones durísimas: si mi vecina no tiene vacaciones, ellos tampoco deben tenerlas, sea cual sea el trabajo de mi vecina. Es más, todos trabajan 40 horas mínimo y los profes solo 25/30 horas. Que se jodan como Herodes y trabajen más, aunque los chavales ya no sepan ni de qué les hablan tras varias horas en clase, ¿Qué más da? Lo que importa no es que aprendan o no los alumnos. Lo que importa es que se sufran los profesores como otros trabajadores sufren. Es más, tengo un amigo que carga cajas en un supermercado y se cansa, mientras los profes están sentados. Que los obliguen a explicar dando carreritas alrededor de la clase, que sepan lo que es sudar. ¡Habrase visto! Y habiendo gente en ETT sin estabilidad ninguna, encadenando trabajos de mierda, los profes no deberían tener destino fijo nunca, sino ir cambiando cada día como los interinos, que si no se apoltronan. Y ya puestos, a una prima mía le tocó el culo su jefe y ella no dijo nada para que no la despidieran, así que tocar el culo a los profes por parte de los directores/as debería ser obligatorio para que sientan la presión de la empresa privada. Y lo mismo para médicos, abogados, jueces… Si yo tengo un curro de mierda, ellos deberían tener lo mismo. ¡Igualemos a la baja! ¡Todos jodidos!

Obviamente es una exageración, pero en el fondo es lo que observo: que la gente no sale a luchar por tener más vacaciones, sino porque nos las quiten a los profes. Tener quince días de vacaciones al año es vergonzoso, pero se asume con normalidad. Es que el trabajo dignifica… ¿en serio? ¿Dignifica a quién? ¿A los jefazos? Hemos asumido que vivir es trabajar. Y eso es una tristeza. No debemos quejarnos de las condiciones del profesor. Debemos luchar por tener todos esas condiciones, más humanas, que permiten tener una vida agradable, con tiempo para la familia, hobbies, o para tocarte la panza en un sofá. Lo otro no es vida. Lo otro es esclavitud. Si lo que más solemos odiar es aquello que más horas hacemos al día, es que algo hemos hecho mal como sociedad. ¿Luchamos de una vez por agrandar nuestros derechos? ¿O luchamos como idiotas por quitárselos al vecino del primero?

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