Hoy sigue resonando el eco de este 8M atípico, de este día de lucha y reivindicación en el que el clamor por la igualdad ha pausado su presencia masiva en las calles para convertir ventanas y balcones, redes sociales y concentraciones en la muestra de lo imprescindible e imparable del movimiento feminista.
Imprescindible, imparable y más necesario que nunca. Porque la crisis sanitaria, económica y social causada por la pandemia no entiende de fronteras, pero sí entiende de género. Y ha golpeado de forma especialmente dura a las mujeres: a las mujeres que han estado en primera línea de la lucha contra el virus desde el sector sanitario y asistencial, a las mujeres víctimas de violencia de género, al empleo de sectores más afectados por la crisis que están altamente feminizados. La pandemia ha sacudido a toda nuestra sociedad pero ha ensanchado de forma implacable las inasumibles brechas de género.
En octubre de 2020 se hizo público el Índice Europeo de Igualdad de Género que determinó que al ritmo actual Europa tardará todavía 60 años en lograr la igualdad -datos de 2018-. Un plazo inaceptable que debemos revertir porque no habrá futuro justo ni democracia plena sin igualdad. Este ha sido un 8M diferente pero con una agenda feminista plenamente vigente.
El pasado año el 87,17% de las personas que se acogieron a excedencias para el cuidado de menores y otros familiares fueron mujeres frente al 12,83% de hombres, según el informe elaborado por el sindicato UGT con motivo del 8M. No es el único indicador que debe preocuparnos como sociedad. La brecha salarial se sitúa en el 23% y el 74% del empleo a tiempo parcial lo ocupan mujeres frente al 26% de hombres, lo que supone un factor determinante en la desigualdad de género.
Eran muchos los retos a los que nos enfrentábamos para lograr la igualdad como sociedad prepandémica, reto al que sumamos uno especialmente relevante este año: lograr que la recuperación económica y social integre la perspectiva de género. Esa será una de las grandes líneas estratégicas del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliciencia impulsado por el Gobierno de España. Una recuperación económica y social que será liderada por mujeres socialistas, una oportunidad real de cambio que dirigirán la vicepresidenta Primera y las ministras de las áreas de Hacienda, Economía o Transición Ecológica.
Es el desafío más inminente: implementar una salida de la crisis que permita erradicar las brechas de género. Lograr que la recuperación elimine barreras estructurales en el acceso igualitario al empleo, fortalecer y reformular el sistema de cuidados, elevar la tasa de empleo y calidad de la empleabilidad de las mujeres.
Pero esa inmediatez no nos apartará de los cambios estructurales que debemos impulsar desde el feminismo social e institucional. La pandemia ha cambiado nuestros planes, pero como socialistas no nos ha apartado de la agenda feminista. Afirmaba María Cambrils que “No se puede ser socialista sin ser feminista”. Es el camino de las socialistas y los socialistas porque sin feminismo no hay igualdad, y sin igualdad no hay democracia.
Hoy más que nunca la igualdad es el gran motor de cambio social y la perspectiva de género debe ser el elemento transformador de nuestra sociedad. Los grandes cambios sociales de las últimas décadas han venido de la mano de las mujeres, y no habrá machismo que pueda frenar el camino hacia la igualdad. En España hemos logrado grandes avances, y todos llevan las siglas del PSOE: aprobación de la Ley contra la violencia de género, Ley para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres o las leyes para garantizar la interrupción del embarazo. El primer gobierno paritario y el primer Ministerio de Igualdad vinieron de la mano del PSOE.
Ser feminista en el PSOE es una convicción arraigada en nuestra lucha por la igualdad, la democracia y la emancipación. Y esos valores caminan hoy hacia la erradicación de la violencia, explotación y discriminación de las mujeres. Como socialistas trabajamos para eliminar las brechas de género, avanzamos en la Ley de Igualdad de Trato, defendemos la necesaria abolición de la prostitución, trabajamos para eliminar la infrarrepresentación de la mujer en los espacios de mayor responsabilidad, para fomentar la presencia de mujeres en espacios de formación científicos y tecnológicos.
El camino que tenemos por delante no será fácil. No hay más que ver lo ocurrido este fin de semana en la Gala de los Goya, los asquerosos, indignantes y deleznables comentarios machistas hacia las actrices. Como sociedad nos enfrentaremos al machismo del movimiento reaccionario que pretende frenar todo avance en igualdad y del neoliberalismo que quiere ocultar su afán de mercantilizar el cuerpo de la mujer bajo el valor de la libertad. Pero el feminismo socialista estará donde siempre ha estado: asentado en la realidad que viven la mayoría de las mujeres para poder impulsar de la mano los cambios que nos permitan lograr una democracia feminista.