VALÈNCIA. El Congreso de los Diputados rechazó este miércoles en primera votación la investidura de Alberto Núñez Feijóo como presidente del Gobierno. El candidato del Partido Popular obtuvo 172 votos a favor (los del PP, Vox, UPN y Coalición Canaria) y 178 votos en contra, los del resto de grupos (PSOE, Sumar, Junts, ERC, EH Bildu y PNV) y el diputado del BNG.
Núñez Feijóo necesitaba en esta primera votación la mayoría absoluta de la Cámara para salir elegido, es decir, al menos 176 votos a favor. Tal y como marca la ley, en 48 horas, el vienes a partir de las 13.22 horas, se celebrará una segunda votación en la que el candidato necesitará la mayoría simple del Congreso, es decir, más votos a favor que en contra.
En una situación normal, podría interpretarse este resultado como una amarga derrota para el candidato del PP. Sin embargo, pese a no conseguir alzarse con los apoyos para alcanzar la Presidencia del Gobierno -y prácticamente nulas opciones de lograrlo en la votación por mayoría simple del viernes-, la conclusión que puede extraerse de las dos jornadas de debate es que Feijóo ha cerrado esta primera parte de la investidura logrando sus objetivos. Ahora bien, puede decirse lo mismo del presidente del Gobierno en funciones, el socialista Pedro Sánchez, quien también parece haber conseguido lo que se proponía antes de enfrentarse a una contienda en la que, hay que recordarlo, renunció participar.
Así pues, y aunque en este tipo de procesos suele haber un vencedor y un vencido o, al menos, un dirigente más beneficiado que otro, la sensación es que ambos dirigentes políticos se han marchado satisfechos tras 48 horas de debate abierto en la Cámara Baja.
El candidato del PP ha atravesado desde la noche electoral del 23J momentos difíciles. La gran mayoría de sondeos le situaban como aspirante más votado y con altas probabilidades de alcanzar, con el apoyo de Vox, la mayoría absoluta. Algo que, como es por todos conocido, no ocurrió. Desde ese momento, la figura del presidente popular perdió enteros en sus propias filas: si bien no se le ha cuestionado públicamente en este tiempo, es evidente que el no lograr el objetivo marcado -y augurado mediáticamente- le generó una debilidad inmediata.
Cuando recibió en agosto el encargo del Rey para optar a la investidura y confirmó su aceptación, le llovieron críticas desde el PSOE, al considerarlo "ridículo" y una "pérdida de tiempo" por no tener visos de disponer de los apoyos suficientes. "Le van a criticar tanto si va, como si no va", explicaba con sencillez un parlamentario del PP en el Congreso preguntado entonces por este diario.
Con estos precedentes, Feijóo llegaba exigido a la cita. Tras dos días de debate, puede decirse que el candidato del PP ha salido mejor parado de lo que muchos podrían esperar del encuentro. En primer lugar, porque en líneas generales, tanto en argumentos -unos mejores que otros-, tono -algo importante tras una época muy bronca en el Congreso-, oratoria y regularidad, ha estado bien. Y en segundo porque el desplante de Sánchez, al no querer debatir con él, le despejó todavía más el horizonte para afianzar su protagonismo en la jornada del martes. Es más, distintas fuentes del PP consultadas por este diario, consideran que su líder ha salido reforzado internamente de estas jornadas.
¿Esto significa que el líder del PSOE haya salido perdiendo en este envite? Tampoco lo parece. El objetivo principal de Sánchez se dirigía, visto lo visto, a no tener que entrar en disquisiciones sobre sus posibles acuerdos con las fuerzas independentistas para alcanzar la investidura, por lo que prefirió -aunque tuviera un riesgo por la imagen negativa que desprende hacia el propio proceso e institución- no tomar la palabra y reservarse para cuando llegue su posibilidad de ser investido.
Es decir, el líder socialista decidió tratar la oportunidad de Feijóo como un trámite por el que transitar con el menor desgaste posible. Es más, intentó descolocarle lanzando al exalcalde de Valladolid, Óscar Puente, con un discurso que el dirigente popular calificó como de "club de la comedia", considerando la jugada de Sánchez una maniobra de distracción para debilitar el impacto mediático del debate de investidura de Feijóo.
Una estrategia, la de ceder semejante espacio a su rival, que sólo se entiende si el líder del PSOE tiene muy avanzados los acuerdos para continuar al frente de La Moncloa. Es más, algunos medios nacionales apuntaban a que las previsiones de la formación socialista se dirigen a que culminará con éxito su objetivo este mismo mes de octubre.