VALÈNCIA. El incendio de Campanar es una tragedia que hay que medir en esos mismos términos: los de tragedia. En primer y principal lugar por la pérdida de vidas humanas. La política debería quedar como algo alejado de las cuestiones importantes en unas circunstancias como las actuales. Sin embargo, todo suceso de estas características pone a prueba cualquier gestión. Aunque no sea responsabilidad directa de los gobernantes de turno, la manera de dar respuesta a lo ocurrido supone un examen a corto, medio y largo plazo. En este caso, cómo atender las necesidades inmediatas y futuras de los afectados –aquellos que han perdido su vivienda y todo lo que ésta contiene– y de las familias de los fallecidos.
El PP (y Vox, aunque la imagen afecta sobre todo a los primeros) afronta una prueba importante en su primer año de mandato que se va a seguir muy de cerca. Tanto en el Ayuntamiento de València, dirigido por María José Catalá, como en la Generalitat, liderada por Carlos Mazón.
El mayor incendio estructural registrado en toda la Comunitat Valenciana, como definía este lunes el propio Corsorcio Provincial de Bomberos, ha tenido una gran trascendencia nacional e, incluso, internacional. Esto supone que haya adquirido ya un especial simbolismo y que la preocupación por los afectados, con innumerables muestras de solidaridad ciudadana, sea una prioridad social.
A partir de ahí, ¿cómo se valora la gestión que hace un gobierno de una situación así? En los primeros días, la respuesta que se suele dar es la de la presencia y la de las medidas más urgentes. A lo largo de estas jornadas desde el pasado jueves, tanto Mazón como Catalá se desplazaron a los alrededores del edificio calcinado para seguir todas las labores de los bomberos y la Policía. Ambos comparecieron ante los medios, junto a la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, para ofrecer la información oficial de los avances.
Este punto, el de la presencia o visibilidad pública, siempre suele generar controversias. ¿Dónde está el límite de las apariciones, las comparecencias, las fotografías o los vídeos para que no pase de ser una muestra de preocupación y de responsabilidad a una autopromoción? Lógicamente, aquí las opiniones son diversas. Si se pregunta a la oposición, ya se han producido excesos por parte del PP. Lo mismo pasa en sentido contrario. Aun así, por el momento se está evitando la confrontación política directa dada la situación. Todos los partidos quieren mantener cierta unidad en señal de respeto.
Los comentarios, pese a todo, circulan. Y dos especialmente reseñables han sido los de las apariciones de la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant –también virtual líder del PSPV– y del presidente nacional de los populares, Alberto Núñez Feijóo.
La primera tuvo lugar el viernes. Catalá, Mazón y Bernabé iban a comparecer para realizar sus respectivas valoraciones de la actualización de datos. Acabó Mazón, dio paso con un "la delegada del Gobierno les va a explicar..." y delante del micrófono se plantó Morant, para sorpresa de muchos. Ya después de ella finalizó Bernabé. La pregunta generalizada fue en calidad de qué habló. "¿De líder virtual del PSPV?", se preguntaban algunos. Los socialistas lo justificaron en que era el máximo cargo del Ejecutivo central y, por tanto, podía perfectamente hacer uso de la palabra.
El "en calidad de qué" volvió a surgir el sábado. Feijóo se desplazó a València para asistir al minuto de silencio convocado frente al Ayuntamiento de València. Al acabar, Catalá habló ante un micrófono colocado en mitad de la plaza, en el que a continuación compareció Feijóo. El presidente del PP, además de destacar la coordinación de los profesionales dedicados al incendio, alabó la gestión de los representantes de la Generalitat (los de su partido) por las ayudas puestas en marcha. Hay quien cuestiona si fue oportuno.
En cuanto al punto de las medidas urgentes, una de las más destacadas han sido los 131 pisos de nueva construcción que el Ayuntamiento ha puesto a disposición de los afectados por el incendio. Los compró por derecho de tanteo hace unos meses –la operación la inició el anterior equipo de Gobierno de Compromís y el PSPV– con el objetivo de destinarlo al alquiler asequible.
Un total de cien familias han solicitado poder alojarse en este edificio ubicado en Safranar, que ya acoge desde ayer lunes a las diez primeras. A lo largo de la tarde se instalaron 21 adultos y 11 niños. El consistorio dará prioridad a las familias con niños, al igual que personas con movilidad reducida y dependientes. Inicialmente se ha fijado un plazo de tres meses para residir en estos inmuebles, que será "prorrogable". Las fotos de parte del equipo de Gobierno municipal comprobando la preparación no han faltado.
Por su parte, la Generalitat ha lanzado un paquete de ayudas por un valor total cercano a los cuatro millones de euros, que incluirán hasta 10.000 euros por los bienes inmuebles de las viviendas afectadas y alquiler. También atención psicológica, la gratuidad del transporte público durante 12 meses, la excepción en el canon de saneamiento y exenciones fiscales para quienes decidan comprar una casa nueva.
Mazón precisó este lunes que habrá un primer paquete de medidas para gastos de primera necesidad al que se destinarán 1,38 millones de euros y un segundo que incluirá las ayudas al alquiler de hasta 2,48 millones. Además, indicó que los afectados no tendrán que realizar ningún trámite extraordinario para recibir estas ayudas, que se tramitarán directamente desde el Punto de Atención a los afectados en Tabacalera.
Las medidas de choque suelen se habituales en situaciones de este tipo. Así se vio, por ejemplo, en desastres naturales como la Dana de 2019 en Alicante, tras la que se anunció un despliegue de ayudas públicas.
Y el corto plazo es importante, pero también lo es el largo. Que se cumpla con la llegada de las ayudas, con los alojamientos correctos, con las promesas que se lancen y, en definitiva, con la buena gestión del asunto y de los compromisos adquiridos es el reto que el PP tiene por delante. Máxime cuando los afectados se han convertido desde ya en una voz autorizada públicamente, algo que les daría todavía más fuerza si, como parece que ocurre, se organizan a nivel de asociación –aunque por un lado vayan propietarios y por otro inquilinos– para sus reclamaciones.
No hay que olvidar el desgaste que han supuesto situaciones sobrevenidas para los dirigentes políticos. El gran ejemplo es el accidente de metro de Valencia de 2006. Algo poco comparable con el incendio del edificio por su magnitud, pero que viene a la cabeza como ejemplo de gestión muy cuestionable por parte del PP. La Dana o incendios como el de Bejís también afectaron al Consell de Ximo Puig. Con el fuego de Campanar, los populares saben que tienen un gran reto por delante.