inhaus

«Nunca se nos había pasado por la cabeza exportar casas»

La compañía valenciana fabrica viviendas de diseño bajo demanda en sus instalaciones de Almussafes, desde donde distribuye a España y Francia 

12/03/2020 - 

VALÈNCIA.-Cuando alguien habla de edificaciones levantadas en tiempo récord nos viene a la cabeza el hospital provisional que las autoridades de Wuhan (China) ordenaron construir para dar respuesta a la alerta del coronavirus. Miles de obreros para levantar en diez días un centro de mil camas con estructuras prefabricadas; una hazaña que dio la vuelta al mundo por la rapidez en su puesta en marcha. Aunque no fuera el mejor ejemplo de diseño, puso una evidencia sobre la mesa: la construcción de edificios, por grandes que sean, se puede abordar en una fábrica.

Así lo entendieron hace tres años y medio los arquitectos Sergio y Rubén Navarro, fundadores de Casas inHaus, una compañía valenciana especializada en viviendas industrializadas. Surgida como respuesta a la crisis del sector de la construcción y la falta de crédito, buscaba realizar todas las casas posibles en un único punto físico para ajustar al máximo los costes y poder ofrecer a los clientes precios cerrados. Estandarizar cada paso de tal manera que estuviera perfectamente medido, desde el coste de instalar una ventana al de poner un revestimiento. 

El embrión de la compañía parte de una introspección realizada por Rubén en su paso por Ramón Esteve Estudio, donde desarrolló un estudio de viabilidad con la empresa Vitrocsa para el diseño y construcción de viviendas modulares de aluminio. Aunque no llegó a prosperar, acabó por inspirar lo que a día de hoy es Casas inHaus. Un proyecto en el que le acompaña su hermano Sergio, quien se dedicaba a realizar encargos propios de tipo residencial. 

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Fue en 2016 cuando decidieron establecer un catálogo de diseños, construirlos en su almacén y transportarlos hasta las parcelas de sus clientes. Aunque inicialmente trabajaron con proveedores de casas prefabricadas a nivel nacional, no encontraron ninguno con la calidad y nivel de ejecución esperados. Fue entonces cuando decidieron no solo diseñar las viviendas, sino desarrollar su propio método de construcción y ponerse manos a la obra con la intención de hacer viviendas de calidad, «no casetas de camping». 

Las posibilidades del hormigón

Entrar en su fábrica de Almussafes es presenciar la construcción de varias viviendas simultáneas que pueden ser de una o varias alturas. Empiezan por la estructura de metal, a la que sigue el hormigón y el aislamiento que recubre el revestimiento elegido por el cliente, desde piedra a cerámica. En su interior, ventanas, puertas, cocinas y baños se dejan instalados antes de montar en el camión para salir a destino, donde una grúa de treinta metros diseñada por ellos mismos levanta parte de una casa lista para instalar en la parcela elegida por el cliente.

De hecho, el hormigón es una de las claves de todas las posibilidades que ofrece su producto pues permite transportar las casas sin que corra peligro de sufrir daños en su interior, además de satisfacer las peticiones de estructura del hogar de sus clientes sin subir el coste, algo que sí ocurriría con la obra tradicional. A día de hoy, el catálogo de la compañía tiene 111 modelos de vivienda como punto de partida, aunque adaptan cada construcción a las necesidades del cliente y de la parcela. Un método bautizado como Emoha que elimina salientes y tiene una alta resistencia, además de máximo aislamiento acústico y térmico de la vivienda. 

También ofrecen el servicio de llave en mano, pues permiten elegir prácticamente hasta el florero que irá encima de la mesa (también seleccionada por el cliente), lo que ahorra mucho tiempo a los futuros propietarios al poder elegir sin salir de su estudio todos los detalles, desde los materiales al mobiliario.

Cabe recordar que este tipo de construcciones también requieren de una licencia de obra, como cualquier otra edificación. Una vez salvado este trámite, prometen a sus clientes una vivienda lista en un máximo de cinco meses e instalada en su parcela en una mañana, mientras que una obra tradicional puede alargarse hasta dos años. No obstante, aseguran que han llegado a entregar un encargo en diez semanas. «En el mundo en el que estamos la velocidad es importante, pero nunca hubiera imaginado que también lo sería para una casa», reconoce Sergio. 

Actualmente tienen 111 modelos de vivienda como punto de partida y han sumado a profesionales de renombre en su línea ‘Casas inHaus by’

«Somos extraños en nuestro sector, porque la mayor parte de la competencia se va al low cost y no tiene una capacidad de visión de futuro, de ecología, de eficiencia, de diseño y de calidad —apunta—; calidad y diseño es lo que más cojea, por lo que hay que romper la idea de la gente cuando viene, y es el pensar que esto es barato». De hecho, aunque empezaron pensando en los beneficios de la contención de costes, lo cierto es que su pedido medio para primera vivienda es de 580.000 euros más IVA para una casa de 220 metros cuadrados, lo que indica que los clientes buscan otras cuestiones, como la facilidad en la implantación y la confianza en el trabajo realizado.

La compañía tiene ya instaladas viviendas en algunas de las poblaciones con mayor poder adquisitivo de España como Sant Cugat del Vallès, Valdemoro, Alcorcón o Torrejón de Ardoz. En la actualidad han implantado más de sesenta casas por todo el territorio nacional y preparan la llegada de las primeras al mercado francés. 

Entre sus últimos clientes se encuentra un expiloto de Fórmula 1 que ha solicitado una vivienda en Las Bahamas de 1.200 metros cuadrados. «¿Qué hace esta persona aquí? De Las Bahamas aquí, entre medias, ¿no había nadie?», bromea Rubén.  La realidad es que se han convertido en un partner perfecto para este tipo de casos. Al no existir en el archipiélago mano de obra cualificada y tener que llevarla desde Cuba, solicitar los materiales a Miami y traer a técnicos de otros países dependiendo del arquitecto que se elija, «hacerse una casa allí vale una fortuna que ni siquiera se puede calcular por adelantado y la persona no tiene ninguna seguridad porque no sabe cómo puede ser el resultado final del trabajo», recalca. En esa búsqueda de una alternativa, ellos aparecieron por internet. «Hacer una casa industrializada de 3,5 millones, eso sí que no me lo imaginaba», asegura el arquitecto.

Mirando al sector hotelero

Si algo han hecho mal en reiteradas ocasiones ha sido la previsión de la nave donde instalarse. La compañía, que empezó en Ontinyent, ya ha cambiado en tres ocasiones de espacio. «Elegimos una nave pequeña porque piensas en vender 30 o 40 casas al año, pero no cuentas con una casa de mil metros cuadrados», reconoce Sergio. Un crecimiento de la demanda que ha hecho que su fábrica-estudio de 4.400 metros cuadrados se les quede también pequeña. La compañía cuenta en plantilla con 85 personas entre operarios, arquitectos, electricistas, ingenieros, aparejadores, interioristas, infografistas, economistas, administrativos y personal de logística que se emplean a tiempo completo. Una de sus apuestas por la rapidez se traduce en tener dos turnos de operarios, lo que les permite realizar viviendas non stop durante dieciséis horas seguidas. 

En 2019 cerraron con una facturación de once millones de euros y cuarenta viviendas fabricadas pero, como ya es costumbre, el espacio, donde han llegado a construir siete casas de manera simultánea, no da más de sí. Y es que en su visión de entrar en el sector hotelero están en busca de un espacio mucho más grande que multiplique varias veces el actual. «Estamos en fase de estudio y presupuestando un sistema para validar la edificación en varias alturas. A día de hoy, pensamos en llegar hasta catorce plantas», señala. En la nueva fábrica esperan generar hasta 509 empleos directos.

Este modelo de construcciones industriales ya es una realidad en otros países. Recientemente, la conocida cadena Marriott anunció la construcción del hotel prefabricado más grande del mundo, que se ubicará en Manhattan (Nueva York). Con un total de 26 plantas de habitaciones modulares, tiene un proceso de montaje previsto de dos meses. Mientras, promotoras como Aedas Homes ya han manifestado la intención de utilizar este modelo en la Comunitat Valenciana. De hecho, Casas inHaus ya está trabajando para promociones aunque, de momento, de vivienda unifamiliar.

Ante el nuevo proyecto de instalaciones, su intención es hacer un proceso más eficiente y reducir la contaminación producida por la construcción. «Estamos en el polígono de Ford, el 80% de las naves que hay aquí trabajan para ellos y están aquí por eso. De ahí que pensemos que la industrialización va más allá de la nave. Por ejemplo, el señor de las cocinas compra tableros, los monta en cubos para hacer la cocina y luego los trae aquí. Industrializar es que ese proveedor cree un minitaller a nuestro lado y montar aquí los tableros», señala Rubén. Una visión que quieren implantar en un futuro con todos los proveedores con la misión de reducir la huella ecológica y los costes. 

Casas inHaus ya factura el 20% de su actividad en Francia y esperan aterrizar próximamente en otros países, cualquiera en el que se pueda llegar por tierra o mar. De hecho, el 48% de sus clientes ya son extranjeros, aunque se ubiquen en España. «Una cosa que no se nos había ocurrido cuando empezamos era exportar casas», reconoce. Además, destacan la ventaja que da la marca Valencia para vender en el exterior, muy bien posicionada en diseño y materiales con encuentros referentes como Cevisama. A esto se suma las primeras marcas con las que trabajan como Porcelanosa, Saloni o Cosentino, además de la buena reputación de los arquitectos españoles. 

Asimismo, han generado manuales de instrucciones de su sistema para que otros arquitectos, promotores e inversores trabajen con su idioma. «A un arquitecto de València le encargan una casa en Menorca, ¿y qué hace? ¿Se va a dirigir la obra a Menorca con una constructora que no conoce? Si la hacemos aquí y la mandamos a Menorca el arquitecto se garantiza que todo sale bien y solo tiene que hacer una visita», señala Rubén. También han sumado a profesionales de renombre en su línea ‘Casas inHaus by’, donde han contado con arquitectos y diseñadores como Fran Silvestre, Mario Ruiz o Yonoh para que hagan sus propias creaciones y, con su know how, poder transformarlas en estructuras viables dentro de su sistema. 

El 82% de la estructura de las casas se puede recuperar, por lo que la compañía podrá llevársela, readaptarla y darle una segunda vida

«El futuro me lo imagino con casas en stock. No todas terminadas; pero a falta de elegir la cocina y el color del suelo. Creo que eso en menos de diez años estará, tener el 80% de la casa ya construida y que llegue el cliente y elija lo imprescindible», explica. De hecho, augura un mercado de segunda mano de casas, independientemente del lugar donde estén ubicadas, algo que ya existe en Estados Unidos: «Ahora, la compra de casas va enmarcada en el lugar donde están. Sin embargo, se podrá coger una casa industrial instalada en Valencia y vendérsela a un alemán en Mallorca o en Madrid», asegura. 

Incluso se aventura a señalar la posibilidad de acabar reciclando casas, como ya ocurre en muchos otros sectores, como la moda o la informática. «Imagina que un hijo hereda la casa de un padre y no le gusta la estética. Nuestras casas permiten recuperar el 82% de la estructura, por lo que nos llevaremos la vivienda, la readaptaremos y le daremos una segunda vida», explica resaltando que «en diez años podrás comprar casas reacondicionadas».

También visualiza este sistema como una fórmula para rehabilitar centros históricos y completar edificios con impacto cero, sin molestar a los vecinos, e incrementando el número de viviendas, al poder completar edificios de manera escalonada. De hecho, señalan la acción de Ada Colau en Barcelona al montar unas viviendas sociales con contenedores marítimos reciclados en un solar vacío. «Se podrían instalar viviendas en solares vacíos hasta que los dueños decidan darle un uso», insiste Rubén. Así, contemplan la posibilidad de tener un stock, como en China, para posibles desalojos necesarios por catástrofes como grandes incendios o como las inundaciones provocadas por la Dana. «No se trata de llevar ni un barracón ni una casa de un millón de euros, sino tener casas disponibles que sean dignas para vivir».  

* Este artículos se publicó originalmente en el número 63 (marzo 2020) de la revista Plaza

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