El portavoz de Podemos en el Congreso ve la repetición de los comicios como una segunda vuelta: "Los que queríamos cambio no hemos tenido la fuerza suficiente y los que querían conservar lo que existía no han podido congelar el momento. Que hablen los ciudadanos"
VALENCIA. La última ronda de consultas del Rey Felipe VI concluyó este martes sin que hubiera propuesta de designación para un nuevo debate de investidura. Con este escenario, España se ve abocada por primera vez en la historia a la repetición de unas elecciones generales. Una situación que el número dos de Podemos, Íñigo Errejón (Madrid, 1983), asume con serenidad en su encuentro con Valencia Plaza: "Hemos llegado a una situación de bloqueo posiblemente por fallos de todas las formaciones y, ante eso, le devolvemos la palabra al pueblo. No es un escenario deseable pero tampoco dramático. Yo al menos no comparto esas visiones catastrofistas", resume.
El portavoz de la formación morada en el Congreso analiza la actualidad política para este diario, explicando la posición de su partido en las negociaciones así como el camino que queda por recorrer ante una reedición de los comicios que, salvo milagro, parece inevitable. "El PSOE ha intentado jugar a una maniobra de tenaza por la que Podemos estaba obligado a firmar cualquier cosa o cargar con las culpas. Esperaban quebrarnos con eso y que rindiéramos los cinco millones de votos para cualquier acuerdo. Han demostrado no conocernos", sentencia.
-¿Qué opina de la propuesta de última hora emitida por Compromís?
-No sabíamos que iban a presentarla pero, en general, compartimos la filosofía dado que se basa en puntos programáticos perfectamente asumibles, entendiendo también que para desarrollar esos puntos se necesitan garantías como un gobierno de coalición que los pudiera desarrollar. En definitiva, una propuesta que sigue tendiendo la mano al PSOE para el mismo camino que nosotros hemos intentado recorrer una y otra vez.
-¿Y la reacción del PSOE?
-Desde luego la respuesta de Sánchez a Compromís ha sido decepcionante. Estas últimas semanas venía advirtiendo lo importante que son los minutos finales y la esperanzadora propuesta de Compromís venía a darme la razón. Pero con tristeza reconozco que si no hay voluntad por parte del PSOE para un Gobierno del cambio, no hay minutos finales que valgan. Si esa parece ser su decisión, desempatará la gente.
-La pequeña ventana para un acuerdo se ha estrechado ya de forma definitiva. ¿Qué reflexión hace de estos meses?
-Por así decirlo, la mesa siempre ha estado puesta por nuestra parte para que el PSOE se siente a comer con nosotros. En este sentido, es importante recordar que hemos estado sacando adelante iniciativas importantes con los socialistas en el Congreso. Si eso vale en la cámara, debería servir también para el gobierno. Las condiciones se dan, falta voluntad política.
-No obstante, nos encontramos ya en la fase de la culpa: o lo que es lo mismo, de quién es la responsabilidad de que no se haya producido un acuerdo. Esto es el primer paso para una campaña electoral, ¿cuál es la estrategia de Podemos ante esto?
-En un momento dado, los sectores que menos querían el acuerdo desde el PSOE han intentado jugar a una maniobra de tenaza por la que Podemos era obligado o a firmar cualquier cosa o a cargar con las culpas de una posible repetición de elecciones. Esperaban quebrarnos con eso y que rindiéramos los cinco millones de votos para cualquier acuerdo. El problema de esta estrategia es que no nos conocían: venimos a protagonizar transformaciones profundas y responsables. Y cuando no tenemos la capacidad de conducirlas nosotros, ahí estamos para facilitarlas… pero con garantías. Si no las hay, confiar en que la presión sobre Podemos con el miedo a las elecciones o con la culpa nos quebrara es un error. Además, porque España ya es un país diferente: la estrategia discursiva de la pinza, donde la política solo pertenece a PP y PSOE, ya no se la creen muchos millones de personas y por eso han votado por otras opciones.
Las nuevas elecciones serán una especie de segunda vuelta. En la primera llegamos a un empate: los que queríamos cambio no hemos tenido la fuerza suficiente para conducirlo con la rapidez que nos hubiera gustado, y los que querían conservar lo que existía no han podido congelar el momento. Si no se resuelve con acuerdos hay que devolverle la palabra al pueblo. No es un escenario deseable pero no es dramático. Yo al menos no comparto esas visiones catastrofistas.
-En toda la negociación, el movimiento clave ha sido el acuerdo entre el socialista Pedro Sánchez y el líder de C’s, Albert Rivera. ¿Cree que ese pacto se produce para evitar a toda costa que haya una dependencia de nacionalistas e independentistas?
-Tengo dudas. El PSOE queda en una posición muy complicada tras el 20D: tiene que elegir entre el PP o entre nosotros. No podía escoger PP porque era un descalabro para las siguientes elecciones y no se atrevió o no le dejaron elegir a Podemos. Tiró por el camino del medio pactando con Ciudadanos y dijo: ‘Que me apoye el resto’. Si vas por un carril que no suma, no puedes invitar a los demás.
-Entonces, ¿cuánto de determinante ha sido la cuestión territorial en las negociaciones?
-Creo que la cuestión territorial ha sido utilizada a menudo como excusa: cuando nos hemos sentado a negociar nunca hemos llegado a encallar en esto. Es evidente que partíamos de posiciones muy diferentes: la nuestra es la plurinacionalidad, el derecho a decidir y la voluntad de continuar la descentralización y proteger el autogobierno como forma de proteger los derechos sociales.
EL PSOE QUE SALE DEL 20D ES UN PARTIDO MUY DEL MEZZOGIORNO, DIFUMINADO EN EL ÁMBITO ESTATAL Y MANTENIDO POR SUS BASTIONES EN EL SUR
El PSOE no está en esas y cuando pacta con Ciudadanos se aleja todavía más, pero la realidad es que nos encallamos antes en cuestiones socioeconómicas: en el modelo laboral, en el abaratamiento del despido que pretendían mantener, en la reforma fiscal, que pague más el que más tiene, en el nivel del gasto social… Ahora bien, hay que reconocer que el PSOE que sale del 20D es un partido muy del Mezzogiorno, muy del sur, porque se va difuminando como partido estatal y se va configurando como una formación que se mantiene en manos de sus bastiones en el sur y, por tanto, con menos peso para discutir un modelo territorial más avanzado. Si hubieran tenido a un PSC potente dispondrían de más capacidad y flexibilidad para moverse en el problema territorial, pero se han quedado muy flacos en el norte y algo más fuertes en el sur.
-Las conversaciones paralelas entre PSC y Barcelona en Comú, ¿cómo han evolucionado?
-El problema que tiene el PSC es lo atado que está al PSOE, que además cree que debe huir de estas cuestiones como del aceite hirviendo porque solo ganan con ellas el PP y los nacionalistas. Nosotros, defendiendo el derecho a decidir y proclamando que somos una patria de diferentes naciones hemos sido en las generales primera fuerza en Euskadi, en Cataluña, segunda en Madrid, en el País Valenciano… Creo que hemos tenido una posición avanzada y valiente afrontando que hay una crisis territorial -además de la económica- para, a partir de ahí, construir convivencia.
-Se ha escrito mucho de los pulsos internos en Podemos y sus problemas con Pablo Iglesias sobre todo en esta última etapa. ¿Cuáles son sus diferencias y en qué punto se encuentran?
-Bueno, son las que hemos contado. Siempre que discutimos temas tenemos algunas posiciones diferentes, pero no solo Pablo y yo, sino también otros compañeros de la dirección. Lo mejor es que nuestras discusiones son deliberaciones de verdad porque la gente también cambia de posición en esos debates, así que nunca renunciamos a convencernos los unos a los otros. El día que las posturas sean inamovibles de antemano tendrás una organización esclerotizada. Es cierto que se ha hablado mucho sobre las diferencias en la manera de explicar las cosas o en diferencias sobre cómo enfocar los problemas pero lo fundamental es que mantenemos la lealtad al proyecto compartido, que sigue siendo hermoso, y una misma visión estratégica, que es que el 20D nos quedamos a mitad de camino y hay que continuar para conseguir los cambios que buscamos.