VALÈNCIA.- De Ikea o Lladró hasta colaboraciones con compañías chinas. Inma Bermúdez es una de las diseñadoras españolas que más ha apostado por el desarrollo de proyectos para compañías internacionales.
— Ha trabajado para grandes compañías, como es el caso de Ikea o Lladró. ¿No corre el riesgo de que el resto de su producción quede a la sombra de estos proyectos?
— Es evidente que son empresas de dimensiones considerables y que el trabajo para estas firmas te proporciona una mayor exposición pública. Sobre la mesa siempre tendremos proyectos que se conozcan mediáticamente más que otros, pero es algo que no nos preocupa. Afrontamos con la misma ilusión y dedicación cada nuevo reto que se nos presenta.
— En un momento determinado algunos medios se referían a Inma Bermúdez como «la diseñadora española de Ikea». ¿Cómo reaccionaba ante esta definición?
— Para mí ha sido siempre fenomenal y no supone nada negativo. Cuando se comenzó a hablar de mi colaboración con Ikea ya llevaba varios años trabajando con ellos, aunque nadie conocía mi relación con el gigante sueco. No me gusta la exposición pública ni tengo tiempo para ello y en cierta manera ha sido una ventaja, ya que gracias a esta repercusión me han surgido conferencias o actividades docentes sin necesitar realizar una labor de ‘venta’. Soy consciente de haber tenido mucha suerte.
— Ikea dispone de un abanico enorme de profesionales. ¿Cómo se sostiene en el tiempo una relación de estas características?
— Ya son diez años de relación profesional con ellos. Al principio tenía una necesidad de darme a conocer dentro de la empresa, pero con el paso de los años, y gracias a los resultados positivos obtenidos que han generado un buen currículum dentro de la compañía, son ellos los que me contactan directamente ofreciéndome nuevos encargos. En cuanto a la manera de trabajar, no ha habido ningún cambio radical, pero es cierto que tenemos mucha más experiencia y conocimientos acerca de la metodología de desarrollo de producto para Ikea y esto conlleva que la relación sea mucho más fluida. Somos un estudio pequeño y nos centramos en cuidar las relaciones profesionales con las empresas con las que mejor trabajamos. Las relaciones duraderas hacen el trabajo más sencillo ya que conoces mejor al cliente.
— ¿En qué momento se encontraba Lladró cuando usted comenzó a colaborar con la firma?
— Fue en 2007. Lladró llevaba unos años tratando de evolucionar con vistas a un mercado que se le estaba escapando, el del cliente más joven. Ficharon a Jaime Hayón como director artístico, para dar un nuevo giro a un área concreta de la firma, buscando llegar a nuevos nichos de mercado. Lladró estaba muy abierta a este cambio. En el 2010 presentamos la colección The Parrots Party, que junto con la The Fantasy Collection de Hayón, fueron un bombazo a escala mediática. Logros como estos se disfrutan mucho. Pero esto ha sido gracias a la confianza de una compañía que apostó por un lenguaje hasta ese momento desconocido para ellos.
— ¿Cómo surge la oportunidad de colaborar con una empresa china como Zaozuo?
—Fue curioso porque nos invitaron a participar en su proyecto empresarial a través de un correo electrónico cuando ni siquiera disponían de página web. Pregunté por otros diseñadores que colaboraran con Zaozuo y aunque nos provocaba cierto escepticismo trabajar para una empresa de la que conocíamos tan poco y tan lejana, nos concedimos una oportunidad. Comenzamos trabajando en dos proyectos y a partir de entonces todo comenzó a rodar. Posteriormente se añadieron dos estudios valencianos más a su cartera de diseñadores: Yonoh y MUT Design.
— ¿La metodología de trabajo es distinta?
— Es una relación algo más complicada dado que es una firma lejana, con una filosofía distinta. Zaozuo está aprendiendo el lenguaje del diseño y el nivel de calidad necesario. En imagen de marca, por ejemplo, han mejorado una barbaridad. Creemos que en el mercado chino existe una necesidad de mueble de calidad, que se aleje del cliché de mueble barato y de copias. Para ello, una de sus estrategias es la de trabajar con diseñadores europeos que le aporten ese nivel de ‘diseño’ del que carecen culturalmente. Creo que no nos equivocamos al apostar por esta empresa.
— La lámpara Follow me para Marset ha sido uno de sus proyectos más reconocidos.
— Este diseño está basado en Flash, una lámpara desarrollada en los 70 por Marset. El detalle de la cúpula fue mi punto de partida estético. En cuanto a funcionalidad utilizamos la tecnología de baterías y led. Ha tenido mucho éxito puesto que hemos sido los primeros en dar solución a esa necesidad existente en el mercado de lámparas autónomas. El nuevo modelo Follow me Plus responde a las necesidades del consumidor, que demanda una lámpara con mayores dimensiones. Pero no pierde su esencia: portabilidad y dulzura de formas.
— Ha trabajado en proyectos con la cerámica como referencia. ¿Se siente a gusto con este material?
— Exacto, he desarrollado proyectos para Ikea y Lladró utilizando la cerámica. Como todo material, tiene sus limitaciones técnicas, que debes conocer a la hora de desarrollar un producto. Es un material agradable, noble y aunque en ocasiones frágil, es muy interesante para trabajar en el ámbito del diseño.
* Este artículo se publicó originalmente en número 35 (agosto/2017) de la revista Plaza