Hoy es 11 de octubre
VALÈNCIA. La de 2023 es una edición especial para Sagunt a Escena, pues marca el cuarenta aniversario del festival. Será este jueves cuando el Teatre Romà de la localidad dé por inaugurada la cita con la representación del clásico de Sófocles Èdip rei, en una versión a cargo de Bambalina Teatre Practicable, que ha preparado una revisión de la pieza con músicos, un coro en directo y un elenco ampliado. Este cuarenta aniversario ha tomado forma bajo la dirección y organización de Inma Expósito y la empresa Pro21 Cultural, que desde 2021 pilotan la nave del festival, tres años en los que han buscado mantener el esqueleto del mismo pero ampliando su campo de acción, especialmente por lo que respecta a la oferta más contemporánea. Con todo, la de 2023 se puede ver como la edición de la consolidación del nuevo modelo, un modelo que ha marcado tanto la programación como los procesos internos y del que ahora hacemos balance con su directora.
-40 años de Sagunt a Escena, se dice pronto. ¿Qué fotografía hace de la posición del festival en 2023?
-Cuarenta años no se cumplen todos los años. Aquí se da una conjunción del espacio que ocupa física y territorialmente, estamos en un enclave privilegiado que le da un envoltorio de prestigio, a lo que se suma todo el esfuerzo de las personas e instituciones que están detrás. Es muy estimulante ver cómo evoluciona el festival, que no se agota la energía. Todo esto es clave para mantenerse cuatro décadas. Por lo que respecta al lugar que ocupa en el territorio, lo que recibo cuando contacto a una compañía es emocionante, aunque en muchas ocasiones lo que se pide es un esfuerzo de repensar un espectáculo. No es sencillo el Teatre Romà, muchas veces hay que hacer un esfuerzo extra para estar en Sagunt a Escena, pero se hace con mucho gusto. Esto creo que es un síntoma de prestigio.
-En la presentación de esta edición decía que queréis crear un “festival de prestigio mirando al mundo contemporáneo”, aunque en esta ocasión hay mayor presencia del teatro clásico, ¿cómo se gestiona esa ‘tensión’ entre ambos pilares?
-El Teatre Romà de Sagunt es el espacio natural para el teatro clásico, pero también es cierto que es un espacio maravilloso para cualquier tipo de propuesta. Yo creo que centrarnos solo en teatro clásico es encorsetar demasiado el festival. Hay otros festivales que lo hacen así, pero yo no querría tematizarlo. Este año que estamos haciendo un poco de retrospectiva y tirando de archivo hemos visto que desde hace muchos años ha tenido espacio la música y algunas propuestas contemporáneas. Esto hace que nos podamos abrir a un público más amplio, que es nuestra intención, también llegando a espacios fuera del Teatre Romà. Me daría mucha pena decir que no a Omma o a L’Arpeggiata por no ser teatro grecolatino.
-Uno de los platos fuertes del año es, precisamente, el estreno nacional de Omma, una pieza de Josef Nadj, ¿qué dice del espíritu del festival?
-En las últimas dos ediciones hemos apostado mucho por propuestas contemporáneas de danza. Desde Mónica Calle o La Veronal a Josef Nadj. Lo que me impactó de esta pieza fue la energía de los ocho bailarines, que conjugaban todo el saber del coreógrafo a la vez poniendo sobre la escena esas potentes raíces africanas. Además de ser una experiencia estética maravillosa, creo que hay una energía vital muy bonita. Esta energía trasladada al Teatre Romà va a ser una explosión.
-En este año hay, además, un puente muy claro con el festival de Mérida.
-Este año hemos puesto en marcha una red de comunicación entre diversos festivales de toda la península que tienen características similares: festivales de verano, al aire libre, en espacios patrimoniales poco convencionales, etc. Obviamente hay pocos espacios como el Teatre Romà, con lo que las compañías no pueden arriesgarse a hacer una producción para este tipo de escenario. Este intercambio de energías, de ideas y de producciones entre festivales es muy valioso en este sentido, algo que se traduce en esos cuatro espectáculos que compartimos con el festival de Mérida, pero no solo. Gracias a esta red de colaboración con festivales como el de Pollença y Torroella de Montgrí, también hemos generado esa confluencia entre L’Arpeggiata y Maria del Mar Bonet. El ejemplo de Mérida es el más evidente, porque es uno de los festivales más presentes en el imaginario del público, pero también nos conectamos con otros festivales.
-En estos días estamos viendo al sector cultural, y especialmente a las artes escénicas, agitado por las cancelaciones tras las elecciones. Como gestora de uno de los principales festivales de la Comunitat, ¿qué visión tiene?
-Obviamente miro ciertas cosas con recelo y preocupación. Nosotros no tenemos ninguna noticia que afecte a Sagunt a Escena. Ya antes de las elecciones, ante la posibilidad del cambio, yo siempre lo he dicho: me reuniré con quien sea y defenderé lo que creo que es lógico y fundamental. La cultura es el reflejo de la sociedad, ha de ser un motor, y en este sentido en la programación de Sagunt a Escena siempre buscamos algunos espectáculos que remuevan, que reivindiquen y que defiendan la igualdad de derechos. Tenemos casos concretos como Voràgine
o como
Nüshu, que es una denuncia de la explotación laboral. Así entiendo la cultura. Si alguien quiere frenar eso, tendremos una conversación como mínimo. No podemos permitir que se censuren publicaciones por estar en un determinado idioma o que se pida ver vídeos antes [de una exhibición]. Esto me preocupa mucho.
-Esta es la tercera edición con Pro21 Cultural al frente, ¿se siente como la consolidación del nuevo modelo o todavía está construyéndose?
-Ahora es mucho más cómodo que el primer año, obviamente [ríe] La primera edición fue un poco precipitada porque tuvimos que hacer la programación en tres meses. Ahora ya no trabajamos con la mirada puesta en la siguiente edición, sino más allá. También esto es importante de cara al sector, cómo las compañías y los profesionales controlan el mapa de propuestas, así como la consolidación de mecanismos de funcionamiento. Los engranajes funcionan ahora de una manera más fluida. Es interesante por esto mantener los equipos.
-Además su primera edición fue tras el confinamiento...
-Todavía teníamos restricciones de aforo y de horarios, que tuvimos que avanzar para que el público pudiera volver a casa. Trabajábamos con la sensación de que cada día podría cambiar las restricciones.
-El año pasado hablaba del objetivo de crecer más allá de agosto con acciones expandidas, ¿dónde queda ese objetivo?
-Siempre vamos persiguiendo estas acciones, aunque no es fácil. Siempre hemos pensado en extraerlas del periodo del festival, porque hacer formación o mesas redondas en agosto es complicado. En este sentido, hemos decidido aplazarlo a después del festival e, incluso, estamos trabajando en llevarlo a cabo en el marco de otro festival. Estamos ya en conversaciones, aunque en un estado muy iniciático.