vals para hormigas  / OPINIÓN

Inmigrantes contra la inmigración

4/09/2024 - 

Tiene uno la suerte de compartir estrado con el compañero Antonio Zardoya, de quien me separan probablemente muchas ideas políticas y a quien me unen otras muchas pasiones culturales y de este inenarrable oficio de narrar. Me descargo así de la responsabilidad de dedicar una columna a la inmigración, dado que él, como ya pudieron leer el pasado domingo, tiene mucha más experiencia, rastrea mucho mejor los datos y conoce mucho mejor los pormenores del asunto. Me resulta especialmente destacable que, pese a su cercanía al fenómeno migratorio, Antonio sea capaz de alejarse para ofrecer una mejor panorámica de la situación. Solo desde lo alto de un cerro se puede contemplar bien el valle que queda debajo. Sin embargo, las migraciones son ahora mismo el caldero en el que bulle la actualidad política, tanto en España como en el resto del planeta, y tampoco cabe echarse del todo a un lado para que sean otros los que encaren solos el problema. Del que, lo admito, desconozco la solución.

Así que, después de dar muchas vueltas al asunto, voy a centrarme en un aspecto del fenómeno del que no suele hablarse demasiado. Se trata del apoyo de ciertos migrantes a las políticas antimigratorias de, sobre todo, la ultraderecha. Lo he visto de cerca, he asistido atónito a conversaciones con extranjeros, o con españoles que viven en el extranjero, en las que se defiende el control de fronteras. Naturalmente, sin efectos retroactivos. Pero dos noticias me han recordado que hay cosas que no se pueden olvidar. La primera me asaltó durante un paseo por X, la red social, en la que vi una foto de dos raperos de origen evidentemente latino que actuaban en un evento protagonizado por Donald Trump. El mismo expresidente y candidato que asegura que los migrantes procedentes del sur del río Pecos son animales, asesinos y otras cosas peores, como decía el atribulado John Rambo en la primera película de la serie. La segunda, la victoria de los neonazis en el estado alemán de Turingia y su segundo puesto en el de Sajonia. En un país como Alemania, con la carga de culpa y pesadumbre que acarrean tras la Segunda Guerra Mundial y el exterminio de judíos en campos de concentración, es imposible, sospecho, que Alternativa para Alemania (AfD) arrase en unas elecciones sin el apoyo de los turcos, por ejemplo, por mucho que se trate de dos länder del acomplejado y exsoviético este del país.

He oído a un brasileño mestizo quejarse de la llegada de los negros en patera a este país. He oído a un argentino criollo defender las repatriaciones masivas y en caliente. Ambos votan en las municipales a ese partido que los trata de invasores y, al menos uno de ellos, cobra sin IVA para evitarse algún que otro impuesto. He oído a un español residente en Inglaterra (sí, también nosotros somos migrantes en otro país) argumentar en favor del Brexit, cuando aún no se había puesto en marcha y no quedaba claro qué iba a pasar con los residentes europeos en Reino Unido, según los razonamientos de su muy británica familia política. Finalmente, he leído a otro español que sospecha que nuestra vida, así, en general, no es mucho mejor que la de los subsaharianos que se cruzan todo un continente para jugarse la vida en aguas del Mediterráneo o del Atlántico. Solo desde el miedo o desde el complejo puede uno sentirse por encima de los demás, creerse intocables ante leyes que jamás deben aprobarse, contar con la seguridad de que cualquier tipo de deportación nunca les sobrevolará.

@Faroimpostor

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