VALÈNCIA. La inserción laboral de los jóvenes ha mejorado en la última década con un crecimiento de la ocupación de un 58% y una reducción de la tasa de desempleo, que ha pasado del 29,2% en 2013 al 12,5% el pasado año. Estas son algunas de las principales conclusiones del informe La inserción laboral de los universitarios: 2013-2023: evolución, diferencias por estudios y brechas de género, publicado por el Ivie y la Fundación BBVA y enmarcado en el proyecto U-Ranking.
Aunque tradicionalmente la inserción de los universitarios ha sido mejor que la de los jóvenes en su conjunto, este hecho se ha acentuado especialmente en los últimos 10 años, un período en el que la creación de empleo en España se ha situado en el 23%. De hecho, el informe señala que el mercado de trabajo de los universitarios ha evolucionado en estos años siguiendo una línea positiva. Por ello, considera que las oportunidades de los jóvenes se han multiplicado por causas que tienen que ver tanto con la demanda como con la oferta.
Por un lado, en los últimos diez años el mercado de trabajo ha experimentado una creación de empleo neto de 3,9 millones de puestos de trabajo. Especialmente intenso ha sido el impulso al empleo de los jóvenes universitarios en las ocupaciones altamente cualificadas (incluye a directores y gerentes, técnicos, profesionales científicos y de apoyo e intelectuales), cuyo volumen ha aumentado un 76% desde 2013. Por otro lado, el número de universitarios de entre 22 a 29 años ha crecido un 27%, lo que eleva la oferta de jóvenes que cuentan con el perfil de cualificación que precisan muchos de los nuevos puestos creados.
En este sentido, entre 2013 y 2023 se crearon en España 437.000 empleos netos nuevos para jóvenes de entre 22 y 29 años, de los que un 79% fueron ocupados por universitarios. El crecimiento se expresa especialmente en el caso de los puestos altamente cualificados, que suponen un total de 315.000, el 91% de los empleos de jóvenes universitarios. Todo ello significa que el número de universitarios jóvenes ocupados ha aumentado casi un 58% en diez años, una tasa que casi triplica la del empleo de los jóvenes en su conjunto.
Las tres cuartas partes de esta creación de empleo se concentran en cinco sectores de actividad sustentados, en su mayor parte, por capital humano: las actividades profesionales, científicas y técnicas (23%), las actividades sanitarias y servicios sociales (21%), la información y las comunicaciones (12%), la industria manufacturera (11%) y la educación (9%). El estudio destaca que la transformación de la estructura productiva está ofreciendo cada vez más y mejores empleos, que representan oportunidades, sobre todo, para los entrantes en el mercado de trabajo más cualificados.
En materia de desempleo, las entidades que han elaborado este estudio señalan que los datos reflejan un fuerte descenso de la tasa de desempleo de jóvenes universitarios, que ha caído desde el 29,2% de 2013 a un 12,5% en 2023. Además, añaden que las cifras muestran una reducción del porcentaje de jóvenes con titulación universitaria que están subempleados, es decir, que ocupan puestos de trabajo que no corresponden a su formación, que ha pasado del 30% al 22% en ese mismo periodo.
El informe sobre inserción laboral de U-Ranking analiza las características de los empleos de los titulados pertenecientes a las seis promociones de universitarios egresadas entre 2013 y 2018 y permite seguir sus trayectorias durante cuatro años después de titularse, ofreciendo datos hasta 2022. Conforme avanzan las promociones se observan mejoras en cinco de los seis indicadores estudiados: tasa de afiliación a la Seguridad Social, ajuste entre nivel de formación y el empleo desarrollado, salarios (a través de la base de cotización), el porcentaje de empleo a tiempo completo y el de contratos indefinidos. Por otro lado, el sexto indicador, el porcentaje de trabajadores autónomos, se reduce al aumentar el número de trabajadores por cuenta ajena.
Por ramas de estudio, aunque todas mejoran en su inserción laboral, de este informe se desprende que los egresados en ciencias de la salud y en ingenierías y arquitectura siguen disfrutando de una mejor inserción, especialmente debido a sus mayores porcentajes de empleo y salarios más elevados, mientras que los de artes y humanidades se enfrentan a mayores dificultades.
El porcentaje de autónomos sigue una trayectoria temporal descendente en todas las ramas, debido al fuerte crecimiento del empleo por cuenta ajena. Pero mientras en ciencias de la salud el peso de los autónomos es más elevado (11,8%), sobre todo por la influencia de profesiones que están fuera de la cartera de los servicios públicos de salud (farmacéuticos, ópticos, odontólogos, fisioterapeutas, podólogos), en el caso de las titulaciones de ciencias el porcentaje de autónomos es muy reducido, pues apenas roza el 3%.
Otro de los factores que contribuye a mejorar algunos aspectos de la inserción laboral es ampliar los estudios con un máster, una opción que ha ido ganando fuerza en la última década, pues estos titulados han duplicado su peso sobre el total de egresados, al pasar de representar un 22% en 2013 a un 42% en 2022. Las ventajas de los titulados de máster sobre los de grado se observan, sobre todo, en el ajuste del puesto de trabajo al nivel de estudios cursados y en los salarios obtenidos.
El 77,1% de los titulados con un máster se ha empleado en un puesto en el que se cotiza en el grupo de titulados universitarios -en ocasiones, porque existen regulaciones profesionales que así lo exigen, como en el caso de los profesores, la abogacía o las ingenierías-, mientras que ese porcentaje es del 61,9% entre los egresados de los grados. Además, según los datos analizados, la base de cotización media de los másteres es un 11% superior a la de los graduados.
La titularidad de la universidad (pública o privada) es otro de los puntos que se ha tenido en cuenta para este análisis, ya que los egresados de centros privados aventajan en la inserción laboral a los que estudian en universidades públicas en algunos aspectos. En este sentido, el estudio apunta que, a los cuatro años de graduarse, los egresados de las universidades privadas superan en 12 puntos porcentuales a los de las públicas en porcentaje de ocupados cuyos puestos de trabajo se ajustan a los estudios realizados. Además, las bases de cotización de los graduados que proceden de centros privados son un 12% más elevadas que las de los estudiantes de universidades públicas.
Estas diferencias, señala el informe, se deben a factores que las universidades privadas potencian, como la mayor adaptación de su oferta de estudios a las demandas del mercado de trabajo, la localización de sus centros en áreas metropolitanas dinámicas y la captación de estudiantes provenientes de entornos socioeconómicos favorables, que ofrecen conexiones que facilitan la inserción.
En materia de autónomos según la titularidad de la universidad, se observa un descenso en ambos tipos, pero el porcentaje de universitarios que decide trabajar por cuenta propia es mayor entre los egresados de los centros privados. Entre los factores que pueden contribuir a esta diferencia, las entidades consideran que los estudiantes de las privadas cuentan, por lo general, con un entorno económico más favorable, lo que los puede hacer más proclives al emprendimiento.
Las mujeres son mayoría en los estudios de grado o máster: representan actualmente el 57% del total de estudiantes. Acceden a las universidades con iguales o mejores cualificaciones que los hombres y tienen mejor rendimiento en sus estudios, lo que implica que alrededor del 60% de las personas graduadas cada año sean mujeres. Siguen existiendo brechas por ramas de estudio: ellas son más en ciencias de la salud (72%), pero son minoría en ingenierías y arquitectura (27%).
Según este informe, una vez egresadas, las universitarias jóvenes tienen una presencia entre los ocupados también mayoritaria, que replica su peso en la universidad. Ello se debe a que sus tasas de actividad, ocupación y paro son similares a las de los hombres, algo que no sucede en los restantes niveles de estudios en los que las tasas de actividad y ocupación de las mujeres son menores y las de paro mayores. Las mujeres representan el 61% de las personas ocupadas entre 22 y 29 años con estudios universitarios.
Si se considera la presencia femenina en los empleos altamente cualificados, las mujeres universitarias jóvenes representan el 59%, un porcentaje algo menor que su peso en el empleo total, resultado del menor crecimiento acumulado de las ocupaciones cualificadas de las mujeres entre 2013 y 2023. El empleo altamente cualificado para jóvenes universitarios creció un 76% de media en el conjunto del periodo, con un crecimiento del 92,2%, en el caso de los hombres, y del 66,3%, en las mujeres. A partir de 2020 el crecimiento se acelera en las mujeres, lo que ha favorecido que las nuevas oportunidades de empleo cualificado para las mujeres hayan sido sustanciales. En total, de los 315.000 nuevos empleos altamente cualificados creados durante esta década para jóvenes universitarios, las mujeres han ocupado 173.000 (el 55%).
El análisis demuestra que la brecha salarial sigue estando presente, pues los hombres cobran más que las mujeres en 74 de los 92 campos de estudios para los que se dispone de información sobre bases medias de cotización para ambos sexos. En 57 de esos campos la diferencia salarial es superior a los 1.000 euros anuales a favor de los hombres. Estas diferencias se observan con independencia del grado de feminización de los campos de estudios analizados.
La presencia de la mujer es mayoritaria en todas las ramas de enseñanza, excepto en ingenierías y arquitectura. Al estudiar las bases de cotización por titulaciones se observa que la brecha salarial existe tanto en campos muy feminizados como la Educación Infantil (93,8% de graduadas, frente a 6,2% de hombres), como en otros con mayoría de graduados hombres, como Informática (con solo un 11,9% de mujeres). Por contra, las diferencias entre hombres y mujeres en tasa de afiliación y ajuste del grupo de cotización a la formación se han reducido hasta llegar a la práctica equiparación, sin observarse diferencias sistemáticas ligadas al sexo.
Los autores del informe concluyen que los resultados del estudio "cuestionan los diagnósticos injustificadamente pesimistas sobre las oportunidades laborales de los titulados universitarios en España". Además, subrayan la importancia de adoptar una "perspectiva adecuada" mediante la que analizar la inserción laboral de los universitarios con el objetivo de "no ignorar cambios relevantes".
Para los autores, se han producido "mejoras sustanciales" en la cantidad y calidad del empleo de los jóvenes en la última década, cuestión provocada por "la recuperación del crecimiento y las transformaciones del modelo productivo". El estudio "confirma la generalización de los avances", pero también advierte sobre dos limitaciones de las mejoras: las asociadas a la permanencia de importantes diferencias en las oportunidades de inserción laboral en función de los estudios cursados y las derivadas de las diferencias por sexo, con peores datos para las mujeres en lo que se refiere al acceso a los empleos más cualificados y salarios más altos.