Un nuevo experimento de clonación de un primate mono rhesus realizado en China en 2022 y descrito en Nature Communications marca la primera clonación exitosa de esta especie. El ensayo, que acaba de hacerse público, supone la obtención de un ejemplar genéticamente muy próximo a la especie humana, tras la aplicación de una técnica de transferencia nuclear de células somáticas (SCNT, por sus siglas en inglés) o clonación.
Los hallazgos que se muestran en esta investigación que combina células de embriones clonados con otras procedentes de embriones obtenidos por fecundación in vitro en su modalidad ICSI, proporcionan información valiosa sobre el mecanismo de reprogramación genética que se produce tras la clonación de monos y abren el camino a su extensión al resto de primates, ofreciendo nuevas opciones a la alarmante posibilidad de una clonación reproductiva en humanos.
Obtener individuos de una especie mediante la técnica de transferencia nuclear de células somáticas (clonación) cuyo genoma es una copia idéntica de otro individuo, constituye una alternativa que infringe el procedimiento natural por el que los seres vivos que utilizan la reproducción sexual perpetúan su especie. Mediante la reproducción sexual la naturaleza ha asegurado la variabilidad genética, haciendo que la descendencia herede el material genético de sus progenitores combinado de forma original e irrepetible. Esta variabilidad genética es la que asegura la evolución de las especies que conocemos hoy. Por otra parte, las técnicas de clonación con fines reproductivos, como la que se ha empleado en el caso del mono rhesus, poseen un bajo porcentaje de éxito, lo que requiere la creación de numerosos embriones y la utilización de muchas hembras gestantes, y en la mayoría de los casos el proceso fracasa debido a las anomalías genéticas que se acumulan durante la manipulación a la que se someten estos embriones. En los métodos de clonación convencionales, las tasas de nacidos vivos para la mayoría de las especies de mamíferos son extremadamente bajas, oscilando entre el 1% y el 3%, observándose tasas ligeramente más altas para los bovinos (5%-20%). Ello implica enormes esfuerzos con pobres resultados y pérdida de numerosos embriones en el proceso.
Actualmente, a diferencia de lo que ocurre en China, en la Unión Europea no están permitidas las experiencias de clonación reproductiva con primates, por su proximidad genética a la especie humana, a no ser que el experimento esté encaminado a investigar una enfermedad grave, mortal, que afecte a los seres humanos o a la propia especie de primates, que no es el caso de este experimento.
Pero debe matizarse que la clonación de seres humanos se lleva realizando desde hace más de una década, comenzando con las experiencias de Mitalipov, pero no con intenciones reproductivas sino de investigación. Las legislaciones de los países que regulan este tipo de ensayos permiten obtener embriones humanos por clonación para ser utilizados en investigación, pero con limitaciones, debiendo destruirse en un momento temprano de su evolución, cuando contienen hasta unas 200 células. Estos embriones tempranos son también individuos de la especie humana, producidos artificialmente para ser destruidos. Tampoco resulta sencillo justificarlo éticamente, máxime cuando la cantidad de embriones generados y destruidos es ingente, y los resultados escasos.
La aplicación clínica de terapias regenerativas que partan de células troncales obtenidas de embriones clonados está muy lejos de ser una realidad en medicina. El actual desarrollo de la investigación de terapias con células pluripotentes inducidas, conocidas como iPS, hace innecesario el costoso y poco eficaz proceso de clonación y la creación y destrucción de embriones humanos inaceptable bioéticamente que conlleva.
Aunque alguna empresa China ya ha afirmado su intención de clonar seres humanos con fines reproductivos, las dificultades técnicas para lograrlo son insalvables a día de hoy. Pero el vertiginoso progreso de las técnicas de edición genética y el más profundo conocimiento del funcionamiento de nuestro genoma y los mecanismos epigenéticos de los que depende el desarrollo del embrión permite hacernos temer que la clonación reproductiva en humanos pueda ser una realidad en no mucho tiempo.
No todo lo que puede hacerse en investigación debe hacerse. Revertir la reproducción sexual mediante el recurso a las técnicas de clonación no constituye un avance evolutivo, sino una regresión. Los científicos utilitaristas para los que el fin justifica los medios obvian con frecuencia que algunos fines presentados como avances científicos no lo son en realidad, sino más bien retrocesos.
Julio Tudela es director del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia