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LOS RECUERDOS NO PUEDEN ESPERAR 

Intervalencia, la radio moderna valenciana que no pudo ser

24/09/2017 - 

Entre junio de 1984 y agosto de 1985, hubo en València una emisora de cuya plantilla formé parte. Intervalencia Radio fue una experiencia breve pero enriquecedora, fruto de una apuesta de medio de comunicación en manos del grupo empresarial equivocado. Un pequeño capítulo en la historia de la modernidad de esta ciudad que, entre otras cosas, propició el lanzamiento de Jorge Albi. Originalmente, Luis Costa indagó sobre ella para el libro Bacalao, pero la historia pasó a formar parte de los descartes en favor del buen ritmo narrativo. A partir de las declaraciones que Esteban Leivas, director de la emisora, y yo le dimos a Luis, reconstruyo a continuación lo que fue y no fue aquella aventura.

Regreso a la vida civil

A principios del verano de 1984 mi padre, el empresario Ramón Cervera, pasó a formar parte del accionariado de una radio local y pensó que yo podría tener cabida allí. En agosto concluía mi servicio militar en Pontevedra. El paréntesis terminaba. Con mi compromiso patriótico cumplido y reincorporado sano y salvo a la vida civil, ya podía buscar trabajo. Tenía ganas de volver a casa, pero València me asfixiaba. Lo que de verdad quería era irme a vivir a Madrid. Esteban Leivas había sido el productor de los álbumes de Glamour y Ultima Emoción, así como de varias maquetas para otros grupos valencianos, pero sobre todo, se había convertido en mi hermano mayor prácticamente desde el día en que nos conocimos en 1981. Era un periodista con amplia experiencia en radio y trabajaba en publicidad, así que Cervera senior lo consideró idóneo como nuevo director de una emisora que hasta ese momento iba a la deriva en todos los órdenes.  Así lo propuso y así fue aceptado.


Radio Inter

La radio en cuestión era la frecuencia valenciana de Radio Inter, una cadena de emisoras ultraconservadora, por decirlo de una manera suave. Fue fundada en 1950 por Ramón Serrano Suñer, Ministro de Asuntos Exteriores de la dictadura y cuñado de Franco. Por ella, y durante varias décadas, pasarían nombres muy conocidos de la comunicación: Santiago Vázquez, Miguel Vila, Miguel de los Santos, Juan Manuel Gozalo, Héctor del Mar, Ana Rosa Quintana, José Ramón de la Morena, Ángel Luis, José Luis Uribarri o Pepe Cañaveras, hasta que en 2009 el Grupo Intereconomía se hizo con el control de la cadena. En principio, la emisora ofrecía una programación propia sin desconexiones obligatorias con Madrid, aunque el contrato, al parecer no especificaba esa libertad y sí la explotación comercial de la frecuencia como una continuidad de la programación y el espíritu carpetovetónico de la cadena.

Llega Intervalencia

El objetivo de Esteban era remodelarla, e intentar convertirla en lo opuesto a lo que hasta entonces era, algo moderno, progresista, con una mezcla equilibrada de información, participación, entretenimiento y música por franjas horarias. Lo primero fue cambiarle el nombre de Radio Inter a Intervalencia Radio, el logo, los jingles, etc. La sede estaba en el número 2 de la Avenida del Cid, en la cuarta planta del Edificio Alcosa. A pesar de llevar años construido, el edificio estaba casi vacío. Apenas albergaba oficinas. Era una construcción casi fantasma. Allí empecé a trabajar a finales de aquel verano.

Leivas: La emisora llevaba ya un tiempo en el aire y era una mezcla imposible de programación arcaica, programas vendidos a agencias de viajes y ayuntamientos, espacios de adivinos, informativos sin duración prevista, deportes sin patrocinio, música sin orden ni concierto. En definitiva un caos al aire que no sabía a qué público pretendía dirigirse, algo que tampoco parecía importar. Cuando  a través de Ramón contactaron conmigo, les ofrezco presentar una propuesta razonada, definiendo concepto de emisora, programación posible y públicos potenciales a los que deberíamos dirigirnos para intentar obtener los resultados deseados de audiencia, implicación en la sociedad valenciana y rentabilidad comercial. Si aceptaban mi propuesta,  yo estaba de acuerdo en dirigir la emisora y ellos en darme la libertad para cambiar lo que fuera necesario. Así fue. Después de dejar la programación existente casi a cero, reuní un grupo joven de periodistas, locutores, técnicos, gente de música y programamos una emisora que si bien era generalista, tenía una visión y un lenguaje joven y de la época. Los espacios estaban bien definidos para los públicos pretendidos y estos podían interrelacionarse, pero no había saltos mortales. Al aire, la emisora tenía una estética sonora que la diferenciaba de la mayoría de las efe emes locales.

Bailar en Marte

Yo apenas tenía experiencia radiofónica. Había hecho algo en plan aficionado en Pontevedra, con un amigo que hice allí. Como buen nerd rebosaba conocimientos sobre música, y por aquel entonces ya había escrito en el Diario de Valencia, y la revista nacional Rock Espezial. Así que Esteban me ofreció participar en un programa junto a dos locutores expertos. Uno de ellos era Quique Serrano, disc jockey en la discoteca Espiral, pionero de esa antesala discotequera de lo que más tarde se conoció como ruta del bakalao, que también formaba parte de la plantilla de la radio. El equipo se completó con Jorge Albi, que hasta entonces hacia radio en Dénia. A Esteban le gustaba mucho su estilo y le pareció un buen fichaje para la emisora. No se equivocó, vista su trayectoria. Jorge aceptó la oferta, se trasladó a València y de este modo nació Los bailes de Marte, una especie de Diario Pop local realizado entre Jorge, Quique y yo. Jorge tenía también su propio espacio, un programa de madrugada llamado La conjura de las danzas, con el que se dio a conocer. En él ponía la música que le apetecía (no estaba atado a los condicionantes de actualidad del magazine que era Los bailes de Marte) y podía dar rienda suelta a su estilo como locutor, que era único. Los bailes de Marte se convirtió en una experiencia  muy del momento, que tuvo sus hitos, con saludos grabados por teléfono de gente como Almodóvar o Paloma Chamorro. La sintonía de presentación que estaba hecha con trozos de temas de Love Of Life Orchestra, Walter Steding y Martin Rev. Vanguardia, pero de la que no sonaba en las discotecas modernas (aunque me quito el sombrero que nunca llevo ante aquellos que se atrevieron a colar a Don King y Wiseblood en sus sesiones).

Leivas: Yo quería tener en la programación un magazine pop que llegara a la gente más joven y estuviera a la altura de lo que se difundía en Estados Unidos y Europa. Quique ya estaba haciendo algo en la radio cuando llegué, pero buscaba tener algo más ambicioso. Los chicos de Comité Cisne me habían hablado de alguien que en Dènia lo hacía muy bien y me pasaron un casete con uno de sus programas. Era Jorge Albi y me pareció muy bueno. Nos entrevistamos y llegamos a un acuerdo para que se viniera a Valencia.  La tercera pata para el magazine diario de música fue Rafa. Aunque no tenía ninguna experiencia radiofónica, si era un tipo muy informado, un buscador nato que sumaba opciones musicales diferentes a las que proponían Jorge y Quique. Los reuní, y simplemente lo que les propuse era que se coordinaran entre sí, que hubiera una escaleta cada día y algo parecido a un guión, al menos de anotaciones para que aquello no fuera un caos, que se divirtieran haciéndolo porque así los oyentes también se divertirían. Y que se dejaran los egos fuera del estudio salvo que éstos sirvieran al contenido del programa. Tenían total libertad para seleccionar las músicas. Confiaba en sus ganas, creatividad y conocimientos. Y salió bien, muy bien.

Como leones

Los bailes de Marte se estrenó en septiembre de 1984 y se emitió hasta agosto de 1985. Fue una experiencia muy interesante, muy divertida de hacer, de la cual aprendí mucho. Por supuesto, los egos no se quedaron fuera del estudio, tal como nos pidió Esteban, pero eso entraba en las previsiones. Poníamos mucho el disco en solitario de Gabi Delgado, exvocalista de D.A.F., en especial la canción ‘Young Lions’. “Jóvenes, como leones”, repetía en castellano una y otra vez Delgado, y a Jorge le fascinaba tanto aquella expresión que la cogió como grito de guerra y la ha mantenido hasta la fecha. Como leones no sé, pero sí éramos muy jóvenes y con muchas ganas de ser estrellas en una época en la que todo el mundo se sentía capaz y con derecho a serlo.

Leivas: Le había encargado también a Rafa que se hiciera cargo de la discoteca de la emisora que hasta ese entonces estaba a cargo de Cristina Tárrega. No existía un orden coherente, ni acuerdos sólidos con las discográficas y se compraban discos exageradamente, con un coste desmedido En la radio teníamos un acuerdo con Ziz Zac, la tienda de discos de importación que entonces regentaban Miguel Jiménez y Juan Santamaría. Tenían un flujo de novedades muy apetecible para  Jorge, Quique y Rafa. Así que intercambiamos música por cuñas publicitarias; todas las semanas ellos nos cedían una serie de discos que sonaban en Los bailes de Marte y en La conjura de las danzas.  Los más interesantes, pasaban a formar parte del departamento musical y el resto se devolvía a la tienda. Con respecto a la parte musical, creo que lo que proponíamos llegó a calar muy fuerte en la ciudad en muy poco tiempo en la ciudad, influyendo y marcando tendencias diferenciándonos de cualquier emisora local.

Enter Jorge Albi

Jorge tenía una manera muy peculiar, muy anárquica, de hacer las cosas y a veces chocábamos; era imposible luchar contra eso porque él es así, forma parte de su manera de ser y de trabajar y, ahora que ha pasado el tiempo, sé que también forma parte de su encanto. Yo tenía unos gustos musicales muy abiertos, él era menos permeable. Por ejemplo, cuando Miguel Bosé sacó Bandido a mí me gustó ese giro y ese intentó de sonar contemporáneo. Lo tuvimos como entrevistado en el programa pero Jorge ese tipo de cosas no las acababa de disfrutar. Eran diferencias que enriquecían el programa. Jorge era muy pop, y de él aprendí mucho en ese sentido. Coincidíamos en gente como Julian Cope y Robyn Hitchcock; luego yo tenía una vertiente más dura y experimental que él no compartía. Eso hizo que en otoño de 1984 sonaran Sonic Youth, Swans o Jesus & Mary Chain en Los bailes de Marte, grupos difíciles de programar en una emisora generalista… Así y todo, cada vez que Jorge hacía una pregunta a un invitado, Bosé, Bernardo Bonezzi, quien fuera, era algo digno de ser escuchado e incluso visto. Jorge tiene un tono de voz fantástico, un discurso hipnótico, pero también tiene una maravillosa gestualidad. Nos reíamos mucho, lo pasamos muy bien y, a pesar de las tensiones, surgió una amistad que ha perdurado hasta ahora.

Leivas: Además de lo ya contado, conseguí un acuerdo con Radio El País (esto fue antes de que el Grupo PRISA comprara la Cadena SER) para compartir los informativos nacionales e internacionales. Esto me trajo bastantes problemas con buena parte del accionariado, porque, prácticamente con la excepción de Ramón Cervera, era de tendencia política duramente conservadora. Los propietarios no veían con buenos ojos nuestra propuesta aunque los resultados eran buenos. La innovación, la modernidad, los planteamientos progresistas a la hora de tratar temas, la apertura de miras cultural y darle voz a todos los sectores de la sociedad valenciana y que no sonaran en “su emisora” las canciones de Manolo EscobarRocío Jurado o los chistes de Arévalo… no era eso lo que querían. El acuerdo que había logrado con Radio El País era algo con lo que tampoco tragaban; la frecuencia de la emisora pertenecía al Grupo Inter propiedad de la familia Serrano Suñer, que le había “vendido” a un grupo de empresarios valencianos ajenos a la comunicación, la explotación comercial de la emisión al aire. Eso propició  que, sin darme cuenta, me viera sentado en el despacho madrileño del creador y presidente de honor de Radio Inter que no era otro que el ex ministro de Asuntos Exteriores y cuñado de Franco, Ramón Serrano Suñer, octogenario por aquellos días. Éste, en compañía de uno de sus hijos me recriminaba, muy correctamente eso sí, el que hubiera elegido los informativos de Radio El País y no los de Inter, así como que cambiara el logo y entrevistáramos a políticos socialistas, de UCD, nacionalistas y ¡a Santiago Carrillo! Fue una entrevista corta, al fin de cuentas los responsables ante él eran los accionistas valencianos, y repito, correcta. Pero yo sabía que mis días y los del equipo de Intervalencia  podían estar contados. Estaba en conversaciones con los periodistas Salvador Barber (Hoja del Lunes, Canal 9) y J.J.Pérez Benlloch (Diario de ValenciaEl TempsLa VanguardiaEl País) para que crearan y presentaran un magazine diario de dos horas con contenido político y de actualidad valenciana, tertulia, entrevistas, etc. También estábamos negociando con Vicente Furió (Diario de ValenciaLevante EMVLas ProvinciasCOPEASDiario 16) para que aceptara hacerse cargo de los Deportes. Pero no llegamos a tiempo.

Fin de emisión

El programa terminó cuando terminó la gestión de Esteban al frente de Intervalencia, que duró poco más de un año. Jorge, Esteban y gran parte de la plantilla (que incluía nombres que hoy son imprescindibles en el periodismo valenciano, como el de Bernardo Guzmán) dejamos la radio, que siguió adelante con otra dirección y otra línea. El cambio drástico tuvo alguna repercusión, pero no demasiada. No hubo mucho llanto ni crujir de dientes cuando el proyecto radiofónico se vino abajo. Lo que sí me consta que dejó huella, aunque solo sea pequeña, son los programas musicales que Esteban nos encargó. Jorge, Quique y yo fuimos fieles a nuestros gustos e intuiciones. Éramos jóvenes como leones en una ciudad que entonces era mucho menos moderna de lo que ella se cree.

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