VALÈNCIA. Nadie es profeta en su tierra, reza el dicho. Si bien es cierto que la literalidad no aplica totalmente a Isabel Sanchis, marca de alta costura valenciana, lo cierto es que el 'made in Spain' es un reclamo que triunfa en otros países a pesar de que en España el fast fashion y el low cost acaparan gran parte del mercado de la moda. Sin embargo, esta empresa familiar que fabrica trajes de alta costura resiste a la tempestad con un taller de medio centenar de personas del que salen al año 3.500 piezas.
La primera colección se presentó en 1990 y, desde entonces, no ha parado de confeccionar trajes para mujer desde Benaguasil (Valencia), en una compañía en la que también están presentes dos de sus hijos: Paula Maiques, directora creativa junto a su madre, y Francesc Maiques, director comercial. Sanchis empezó haciendo modelos para sus amigas, amistades, vecinas y una antigua jefa de su marido la animó a llevarlos a tiendas de València. "Fue la que creyó en nosotros y, poco a poco, íbamos por todos los puntos de España", explica.
Mercedes Benz Fashion Week, Bridal Fashion Week o la París Fashion Week son algunos de los escenarios desde los que conquistan a clientes de Kuwait, Dubait o Estados Unidos, donde tienen dos tiendas, a la que hace algunos años sumaron la de València. Un camino que iniciaron en 2008 cuando, con la crisis decidieron dar el salto internacional con su llegada a las pasarelas de París. "Allí los árabes fueron los primeros que creyeron con nosotros", explica.
La compañía, que está volviendo al Prêt-à-porter con faldas, chaquetas y otros diseños más vinculados al día a día, sigue centrando su producción en la parte festiva, en la que deben ser diferenciales para que sus clientas prefieran comprarles que irse a otras opciones más baratas. La empresa, a día de hoy, ya tiene en su hoja de ruta abrir una nueva tienda en Madrid. Hasta entonces la compañía vendía en tiendas multimarca y a través de su ecommerce.
"Antiguamente, nuestras madres nos compraban un abrigo, y teníamos uno al año. Se tiene que volver a eso. Muchas veces me preguntan, cuando voy de boda, por qué repito traje. Porque me gusta, porque es bonito, pero hay gente que no entiende que alguien que pueda tener muchos trajes repita. Hay que educar a la gente para volver a todos esto", reflexiona Sanchis sobre la obsesión por comprar cada vez más ropa.
"A día de hoy, la compañía se dirige a una mujer que quiere llevar una prenda que le siente bien, que esa prenda impacte y que no sea una prenda que pase desapercibida", señala Paula Maiques. También aquellas que quieren lucir un traje único en un día especial y no quieren producción en línea, sino algo que las diferencie, además del rango de tallas de contemplan y que se adaptan a todos los cuerpos.
La inspiración de sus diseños llega "de 1.000 sitios". "Empezamos con una temática concreta, pero vamos divagando y cambiando el proceso. Y las tendencias, aunque todas las seguimos porque es lo que vemos en el día a día, vamos a una prenda que siente bien, que tenga el punto de diseño y de volumen. Una prenda que no quede desfasada en la próxima estación. Luego son distintas culturas, tallas, diferentes tipos de mujer", explica Maiques.
Entre sus valores añadidos está la opción de cambios de color, con mangas, sin mangas, personalizar o cambiar el cuerpo", señala. Mientras, el director comercial recuerda la importancia de la rapidez y lo que antes podía servirse en seis meses ahora tiene que ser en quince días. Una cuestión que pueden cumplir gracias a tener un taller propio. "El tener un taller con gente te da esa flexibilidad y además, esto son prendas muy especiales. Buscan prendas que estén muy bien hechas, que siente bien, no hemos tenido ninguna devolución de la venta online", reconoce. Para hacer estos trajes en la distancia, la compañía pide medidas a los clientes.
Ahora, como se apuntaba, la compañía mira al pret a porter para seguir creciendo en un escenario de incertidumbre en el que el consumo ha bajado. "Intentamos buscar otros canales, otras boutiques, pero cada vez vendemos más esto, aunque nos siguen buscando de fiesta", reconoce Sanchis. A día de hoy, la compañía factura 3,5 millones de euros, aunque esperan volver a cifras de cinco millones. "Ahora, la gente todavía compra con más cautela", reconoce.
Entre sus objetivos de este año están el crecer en facturación y volver a desfilar en París en un proceso en el que quieren que la gente crea en el "hecho en España". "Hay gente que lo sigue valorando, pero otra no le da tanta importancia. La mayoría de la gente en España mira más precio que el made in. Por supuesto que hay gente que lo aprecia y lo quiere, para la mayoría busca más barato", lamenta Francesc Maiques. Ellos mismos son los primeros que buscan que sus proveedores sean cercanos, aunque en algunas cuestiones como el textil les es imposible. "Algunas telas llegan de España pero el textil ha desaparecido prácticamente", lamenta Sanchis. "Solo hay distribuidores".
No obstante, son empresas de Europa que trabajan bajo pedido y que provienen de países como Italia o Francia, aunque elementos como las plumas o broches llegan desde Valncia o Alicante. Un proceso que muchas marcas de alta costura no siguen. "La mayoría de marcas no tienen talleres. Tienen un equipo muy pequeño y el resto lo externalizan. Casi ninguna marca de alta costura fabrica ella, aunque en Italia y Francia pocos, pero hay", lamentan.