El dúo actúa en el Teatre El Musical presentando Amor, un viaje a las raíces del corazón y el cante
VALÈNCIA. Con 31 años, Israel Fernández ya ha hecho muchísimas grandes cosas en el mundo del flamenco. Las suficientes para que los medios de comunicación ya le tachen de figura del flamenco: "Que digan cosas buenas de ti siempre es precioso, y a la vez, una gran responsabilidad". Esa responsabilidad de estar a las alturas de las circunstancias se la ha tomado en serio que tiene como compañero a Diego del Morao, una de las guitarras flamencas más prodigiosas de la actualidad. Juntos han dado forma a Amor, un trabajo discográfico que ahonda en las raíces más profundas del género para darle una nueva dimensión a unas letras que hablan de las luces y las sombras del corazón.
Los dos actúan este domingo en Teatre El Musical dentro de la gira que están realizando con 5mil millas. Horas antes de la actuación, Israel Fernández atiende a las preguntas de Culturplaza.
- En València hay poca programación de flamenco, así que te pones sobre el mismo escenario sobre el que han actuado José Mercé, Estrella Morente o Tomatito. ¿Impone tener esos precedentes?
- Es un honor poder hacerlo y que esas personas me acompañen en mi carrera. Un honor y una gran responsabilidad. Es muy importante, ya apartándome yo de la respuesta, que las grandes figuras sepan abrirle camino y dar espacio a la juventud, siempre que esta venga con la formación y el amor al flamenco. Hay que saber darle el sitio y la oportunidad a quien se la merece y también a quién no dárselo para poder seguir alimentando el alma del cante.
- Te han tachado de figura del flamenco con tan sólo 30 años, ¿no da un poco de vértigo eso cuando aún estás empezando tu carrera?
- Lo vivo más como un honor que con vértigo. Y como te decía, con mucha responsabilidad. Las cosas buenas que me dicen me sirve para exigirme más y tener una inquietud por seguir mejorando, por ver que aún queda mucho por hacer.
- El mejor compañero para ese "seguir creciendo" es Diego del Morao...
- Imagínate. Cada vez que me subo al escenario con Diego es un reto porque es una guitarra muy persona, a la que muchísimas personas ven con admiración y como referencia. Estar en el escenario con él son siempre buenas sensaciones y es una alegría poder compartir música e ideas.
- ¿Cuáles son esas ideas que os unen, más allá del amor ferviente por el flamenco?
- La improvisación y el momento de tirarse a la piscina. Siempre estamos inquietos, uno jugando con el ritmo, otro respondiendo... Establecemos una especie de buena pelea.
- ¿Y cómo son esas buenas peleas?
- Siempre pasan cosas. Normalmente, las dos o tres horas antes no ensayamos siquiera, empezamos a calentar un poquito y su guitarra me llama a un cante que muchas veces no tiene nada que ver a lo que luego hago sobre el escenario. Luego, en la actuación ya estamos uno para otro, pero nunca lo hacemos metiéndonos presión.
- Eso solo se consigue con cierta conexión...
- Cuando uno hace las cosas con corazón, con verdad y gustándose a sí mismo (en el buen sentido de la palabra, haciendo música para ti, que tú también disfrutes), en ese momento se transmite al público. La verdad siempre llega.
- En Amor, el disco que presentáis, hablas de las luces y de las sombras de esto mismo. ¿Esas penas del corazón son inevitables, o las luces son eternas compañeras de su oscuridad?
- El corazón es así, no hay quien lo pare. A veces se pone nervioso y el corazón se acelera y no puedes decirle "cálmate". Las fátigas y las penas del amor se evitan cuando te vuelves más calculador y actúas más fríamente, de manera más pretenciosa, y en el amor no cabe la pretensión. El amor tiene un punto de sufrimiento, si no, sería todo jauja.
- ¿Se sobreutiliza la etiqueta de renovadores del flamenco?
- Es una constante: que si estamos renovando el flamenco, que si lo llevamos para arriba y para abajo. Mientras en otros géneros no pasa eso, simplemente se asumen que se sacan canciones nuevas con nuevas melodías. Renovar está muy bien, pero eso hay que hacerlo cuando una cosa está estropeada, ¿me entiendes? Al flamenco no hay que arreglarle nada.
- En todo caso, renovar el flamenco necesita un conocimiento muy profundo del género.
- Teniendo todo los referentes que tenemos, y teniéndolos además tan a mano como ahora con internet, lo que hay que hacer es escuchar y aprender. Y cuando ya tienes toda la información necesaria, ponerle tu granito de arena a ese cante: escribir una letra sobre lo que sientes o sobre lo que quieras hablar... Eso es refrescar, y hacerlo desde el sentimiento.
El cante está tan bien hecho... Es como una catedral alzada piedra a piedra con todos los referentes. Lo mejor es ir a ese templo, entrar y poner el corazón, pero no hacer como que no existe ese templo. Eso es lo que yo hago: aprender y escuchar. Por eso el flamenco lo entiendo como mi forma de vida.