16 de octubre Auditorio del Palau de Les Arts Obras de Haydn, Schubert, Beethoven y Richard Strauss Julia Kleiter, soprano Orquesta de la Comunidad Valenciana Riccardo Minasi, director musical
VALÈNCIA. Un programa italiano por los cuatro costados, si bien contado por germanos ¡y qué germanos!. También de juventud, excepto la Escena di Berenice, que al contrario representa una obra del final de la carrera de Haydn. Sí que se trata de obras un tanto infrecuentes en los programas de conciertos sinfónicos pertenecientes cuatro de los más grandes compositores, por lo que el concierto se tornó de sumo interés, principalmente por la calidad de todo lo escuchado. La orquesta de la Comunitat Valenciana parece no tener techo y vive, sin duda, uno de sus mejores momentos. A ello hay que añadir una más que interesante nómina de batutas de primer nivel en esta “era Jesús Iglesias” en la serie de conciertos sinfónicos que salpican el abono de Les Arts. Volviendo a la prestación orquestal, una vez desaparecidas las mamparas transparentes entre los músicos, que sin duda molestaban a la hora de escucharse unos a otros, la cohesión parece ser todavía mayor, si cabe, entre los atriles.
Dos arias de concierto y una obertura ocuparon la primera mitad de la velada. La Scena di Berenice demostró que Kleiter es una excelente soprano. Sí que eché en falta más expresión dramática más allá de la música. Tampoco parece que su instrumento sea el más adecuado para esta Scena y transitó por la zona grave con algunos apuros puesto que la tesitura de esta difícil obra es casi de mezzosoprano. Con el aria “perché, se tanti siete” la germana mostró sus mejores prestaciones.
Entre una y otra obra con intervención de la soprano Minasi y la orquesta nos regalaron la infrecuente Obertura en estilo italiano de Schubert, una obra de juventud del vienés que contaba con apenas veinte años. Una lectura excelentemente tocada y dirigida por Minasi.
A pesar de las enormes dificultades vocales que presenta la escena y aria “Oh pérfido” compuesta por Beethoven en el año 1996, es decir, con 26 años, me gustó más la soprano alemana ya que la partitura se adecúa mejor a sus medios con unos agudos perfectamente emitidos. En ambas escenas Minasi ofreció un acompañamiento de lujo extrayendo de la orquesta todos los estados de ánimo por los que transitan las dos obras.
Con Aus Italien, a pesar de que ser todavía un Strauss de 22 años el compositor muniqués demuestra un dominio apabullante de la escritura para gran orquesta; sin embargo, no puede, sino, calificarse de obra menor en su producción sinfónica a la vista, sobre todo, de lo que estaba todavía por llegar, en lo que al poema sinfónico se refiere. Es por ello que, frente a estas últimas obras maestras, esta obra aparezca con poca frecuencia en los programas de mano de las salas de concierto.
El también violinista romano, Riccardo Minasi, excelente toda la velada, se sirvió de una gran partitura en la que se apreciaba perfectamente desde mi posición el trabajo que había puesto en ella, imagino, durante en los últimos años, completamente garabateada de arriba abajo, y plagada de indicaciones hasta el horror vacui. Nunca había visto cosa igual. A pesar de servirse de semejante tocho, a penas lo miró de reojo, estando más preocupado de ir pasando las grandes páginas, demostrando un conocimiento exhaustivo de este complejo entramado musical. Ello se tradujo en una lectura verdaderamente referencial extrayendo de la formación valenciana un ancho sonido “germánico” inaudito por densidad, cuerpo y volumen. Minasi combina, sin emplear batuta, indicaciones precisas de entradas, así como una variada gestualidad expresiva. La orquesta en su conjunto brilló a un nivel de excepción. Por destacar lo haremos de todos los solistas en los siempre comprometidos instantes en la música straussiana, así como toda la cuerda en el primer movimiento “En el campo”, más concretamente en el arrebatador cantábile, su tema principal, así como en el tercero “En la playa de Sorrento”. Enorme brillantez y virtuosismo mostró la orquesta en las Ruinas de Roma y en el “napolitano” movimiento de cierre. Ninguna formación española es capaz de este nivel musical con obras de esta complejidad
No me resisto a comentar que el célebre tema Funiculí Funiculá que Strauss cita en el cuarto movimiento “Escenas de la vida napolitana”, era ya una canción compuesta pocos años atrás por el célebre escritor de canciones napolitanas Luigi Denza. El caso es que el de Munich, estando por Nápoles la escuchó, y la retuvo creyendo que se trataba de una más o menos ancestral tonadilla popular y por tanto que podía hacer uso de la misma, sin percatarse que tenía autor y que estaba registrada, lo que le supuso tener que pagar derechos de autor a Denza cada vez que Aus Italien se interpretaba.