VALÈNCIA. “Estamos en un mundo donde la aceptación de todo lo que es híbrido [...] es fascinante. [Yo] creo que trabajo en el mundo del diseño como artista y en el mundo del arte como diseñador. Las fronteras están muy abiertas, hay que aceptarlas, y es parte de la belleza de lo que estamos viviendo en el siglo XXI. Ahora hablar de disciplinas es una cosa muy antigua”. Estas palabras las firma Jaime Hayon, en conversación con Culturplaza, pocos minutos antes de abrir las puertas del Centre del Carme a InfinitaMente, la mayor retrospectiva que se le ha dedicado en España. En ese mensaje breve, esa declaración fugaz entre el barullo de una sala abarrotada de medios de comunicación, se percibe un tesoro, una pista definitiva sobre aquello que ha marcado su trayectoria y que, a la postre, le ha llevado a ser galardonado con el Premio Nacional de Diseño 2021. "Nos encanta poner categorías en nuestro mundo, [pero] lo más interesante es viajar de una disciplina a otra", explica más tarde.
No sabemos si esa filosofía es la piedra filosofal, pero desde luego sí ha sido el punto de vista -y qué importante es tener uno- que ha marcado una trayectoria que suma reconocimientos en todo el mundo. Y es que la conquista de Jaime Hayon del Centre del Carme, como reza el lema de la propia Capitalidad del Diseño, no es casualidad. “Ejemplo paradigmático de artista-diseñador […], Hayon ha dejado su inconfundible sello de creatividad, calidad, astucia artística y originalidad en destacadas colaboraciones con empresas de referencia”, rezaba la resolución del jurado que le otorgó el Premio Nacional de Diseño 2021. Y es, efectivamente, en esa intersección, la que cruza el diseño y el arte, en la que nada con maestría el creador, una danza constante desde la que marca posiciones.
El generoso recorrido expositivo plantea un punto de partida que es, en cierta medida, una declaración de intenciones. Frente a las salas cargadas de objetos que nos esperan pocos metros más adelante, en este primer espacio los ojos van dirigidos a una única pieza: un pollo verde. Sí, un pollo. Sí, verde. La obra, un encargo de la Contrasts Gallery de Shanghai, muestra un animal reconvertido en balancín, un pollo verde que juega con la fantasía y que podría parecer un producto infantil pero que esconde un mensaje mucho más profundo, pues 'chicken' es, tal y como el mismo confesó, como se llama en la zona a las prostitutas, convirtiéndose en todo un mensaje político y social. "A veces, hasta la cosa más grotesca te puede llevar a la creatividad más profunda, a algo bello". Esa es una lectura que acompaña todo el recorrido de la exposición, una producción que en la capa más superficial se muestra como juguetona y colorida, cargada de buen humor y con puntos naif, pero que suma múltiples lecturas. El propio Hayon destacó el elemento "profundo" de su obra, aunque sin renunciar al juego y, en última instancia, a las propias lecturas de un público del que no se ha olvidado a la hora de construir la muestra.
“Lo más importante para mí en esta exposición es enseñarle al público español, y también al público de València, la diversidad de trabajo que yo hago. He expuesto en muchos países muy lejos de aquí, en Asia o Estados Unidos, pero no en España de esta forma. Tener esta posibilidad es lo más importante, que la gente pueda entender cuáles son mis pasiones, que hay detrás del trabajo y que puedan explorar mi creatividad”, explicó el creador a Culturplaza. Ese público se va a encontrar con una "personalidad poliédrica" en el mundo de la creación, tal y como le definió el gerente del Centre del Carme, José Luis Pérez Pont, durante la presentación de la muestra, en la que estuvo acompañado por el secretario autonómico de Cultura y Deportes, Ximo López, y el director de València Capital Mundial del Diseño, Xavi Calvo. "Es el mayor icono del diseño español que tenemos en estos momentos", subrayó por su parte Calvo.
Con InfinitaMente llega, no sabemos si el espaldarazo definitivo, pero sí el reconocimiento de profesionales y público general a dos décadas de trabajo. Esta no es la primera vez que se sumerge en el ámbito expositivo, con algunos proyectos destacados como Tio Vivo: Whimsical Sculptures o Technicolor en el High Museum de Atlanta o la muestra Funtastico, en el Museo Groninger en Holanda, aunque, si bien, sí se respira diferente a sus otros coqueteos con museos y salas de exposición. La muestra hace un amplio repaso a la producción del creador, un recorrido que pasa tanto por las instalaciones y piezas artísticas como por los productos creados para empresas, un paseo en el que presenta obras que nunca se han visto en España, como Masquemask, una muestra de siete máscaras-tapiz de gran formato, concebida para el LODZ Design Museum,. También incluye el recorrido la instalación Mediterranean Digital Baroque, un viaje a su "primera oportunidad", una exposición concebida para la galería londinense David Gill en 2003.
La muestra plantea un recorrido por la psique del creador en el que nada es lo que parece. O casi nada. De una silla creada para el gigante valenciano Viccarbe que parte de una aleta de tiburón a una mesa con varias posiciones creada en pleno confinamiento. Entre una cosa y la otra, insistimos, un eje que vertebra toda la exposición: el punto de vista. Esa es una de las claves para entender la exposición, pues no se trata solo de un conjunto de piezas que conviven en un mismo espacio, sino que todas unidas hablan de una manera de mirar al mundo, de entender la creación. Es cuestión de enfoque, incluso cuando se trata de proyectos a priori bien distintos.
Entre ellos, Hayon presenta un corazón expositivo formado por diseño de mobiliario al que van acompañando otras piezas que revelan "sin pudor" las referencias, fuentes de inspiración y detalles de la producción de Hayon, mostrando no solo el producto final sino, también, sketchbooks, cuadernos de notas y dibujos sueltos. Lienzos y esculturas de gran tamaño conviven con mesas, sofás y espejos, hasta llegar a una mágica sala que recoge una selección de piezas producidas por los mejores artesanos de casas míticas como Baccarat o en talleres con siglos de experiencia en Murano. Pero, a todo esto, ¿cuál es la diferencia entre arte y diseño? "La pregunta del millón", bromea. "Es la función, no hay otra cosa. Si el jarrón no tiene hueco para meter la flor ya es arte, porque no funciona [ríe]".