VALÈNCIA. La sala principal del Palau de les Arts se llenó de aficionados, ansiosos por escuchar a uno de los grandes contratenores de la actualidad: el francés Philippe Jaroussky. Pero no solo por el cantante, que ya vale la pena, sino por escucharlo además en repertorio extraño para él, y en general, ajeno a los contratenores. Y es que Jaurossky es un consagrado falsetista del mundo de la música barroca, tanto en ópera como en cantatas y oratorios del XVII y XVIII, que ha decidido comenzar a caminar ahora por el sendero del lied. Y no por cualquiera de ellos, sino quizá por el más genuino, como es el de las canciones del romanticismo alemán del XIX.
Por novedoso, el atractivo es doble, pues ni el cantante ni su tipo de voz se asocian con el lied; y eso es en sí un riesgo, pero no el único. A la extraña sensación que el público experimenta por la novedad, hay que añadir el intrínseco de abordar la canción romántica en su verdadero estilo, y con la naturaleza de la voz de contratenor. Esto fue lo más interesante del recital del domingo, en el que el aficionado valenciano pudo escuchar a un Jaroussky, eso sí, en plena forma, ofreciendo un canto elegante, con voz de bello timbre y magnífica proyección, y ejecutando siempre con delicada sensibilidad y pronunciación impecable. Philippe Jaroussky es un contratenor mezzo-soprano de técnica soberbia, de gran delicadeza, de instrumento homogéneo y bien colocado, y de gusto refinado. Su emisión es natural, su afinación es perfecta, moderado su volumen, escasos sus graves, y luce un brillo ciertamente tamizado.
Como el riesgo era alto, sobretodo trayendo un repertorio en su totalidad de Franz Shubert, ha tenido el acierto Jaroussky de elegir a un excelente músico para ser acompañado al piano: Jérôme Ducros, quien hizo gala en todo momento de su enorme maestría y profesionalidad trayendo lo mejor de la riqueza poética y melódica del autor. Con un sentido estético y musical soberbios, condujo al contratenor por un camino seguro, marcándole la pauta del más genuino estilo del compositor austríaco.
Ambos interpretaron todo canciones del Schubert más maduro, donde pudo escucharse a un Jaroussky esforzado por atender los requerimientos del arte intimista del lied, que le hizo abordar sus piezas con cierto aire de ingenuidad y candidez en su expresión, como en ’Des Fischers Liebesglück’. Utilizó recursos como golpéo en las notas de inicio, y matices como aumentos de volumen repentinos en algunas notas tendidas, que afectaron sin duda a la falta de homogeneidad en las frases, como en ‘Der Musensohn’.
Compensó estos efectos con el ‘Du bist die Ruh’ donde el francés demostró que es poseedor de un gusto musical exquisito. En el ‘Nacht und Träume’ hizo gala de sus más espléndidos legatos. Y en el ‘Litanei auf das Fes taller Seelen’ donde sí demostró controlar diversos colores, regaló las mejores regulaciones y pianísimos de la tarde. El recital se cerró con la interpretación de la ‘Ständchen’, y ‘la trucha’, ambas de bellísima factura.
En definitiva, ante el riesgo y la novedad que suponía el recital, el público reaccionó con gratitud y verdadero interés, aplaudiendo y propinando vítores al francés al final del recital. Y por su parte el contratenor, que ha sabido ganarse al público valenciano con su buen gusto, demostró estar en una fase de asimilación de los recursos expresivos del lied, mundo este de muy difícil ejecución.
Cabe preguntarse si una voz como la de contratenor, surgida en atención al discurso barroco, por su desarrollo de melismas, filados, y demás virtuosismos y alardes, y también por su naturaleza relacionada con el registro preponderante de cabeza y su matización de color tan característico, puede atender otras formas, de estilo, técnica, y ejecución tan asentadas como el propio lied romántico, de expresión tan contenida, poética, y sutil. No es tanto un problema de dinámicas, sino más bien de valorar si el falsete, por su naturaleza y color, es compatible con la expresión del lied.
Philippe Jaroussky dice que sí. En cualquier caso, como toda la música, habrá que hacerla con conocimiento, sentimiento, y aplicando los recursos adecuados. El contratenor francés es uno de los grandes, que ha demostrado saber servir a la música, y en este recorrido por distintos caminos artísticos que parece haber iniciado con decisión, puede abordar este repertorio, gracias a la versatilidad que su técnica y su condición artística le proporcionan en la adquisición de los recursos expresivos necesarios.
Entre estas disquisiciones, y la música de Schubert, tuve la suerte de poder saludar a Rafael Quirant, magnífico y joven contratenor valenciano, que no se pierde una, y que estuvo muy atento a la evolución del recital. Quizá él sea pronto uno de los grandes.
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