ALICANTE. Javier Ojeda es gerente de Apromar, la Asociación Empresarial de Acuicultura de España, organización de carácter profesional, voluntaria, sin ánimo de lucro y de ámbito nacional. Está reconocida desde 1986 como Organización de Productores (OPP-30) a efectos nacionales y de la Unión Europea. A su vez, Apromar pertenece a la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB), participa en la Federación Europea de Productores de Acuicultura (FEAP) y está reconocida como Asociación Exportadora por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Forman parte de Apromar las empresas productoras de especies animales o vegetales de acuicultura con actividad en España y casi todos los productores españoles de peces de crianza (dorada, trucha, rodaballo, lubina, anguila, lenguado, esturión, corvina y seriola), de moluscos (almejas, abalones y ostras), de microalgas y de crustáceos de España. Javier Ojeda ha visitado recientemente Alicante y ésta es la conversación que mantuvo con Valencia Plaza.
-¿Cuál es la situación general de la acuicultura en estos momentos?
-Voy a ir por capas porque nos ayudará a centrarnos en la acuicultura a nivel global. En el mundo completo hay una organización que es la FAO, de Naciones Unidas, que tiene entre sus obligaciones velar porque la humanidad tenga comida, reducir la pobreza es su lema y lo que claramente dice, sin ambages, dice que la acuicultura es parte de la solución de la alimentación de la humanidad, del futuro y que, por lo tanto, debe crecer. Reconoce que la pesca tiene un tope porque es la producción natural de los ecosistemas. Sin embargo, la acuicultura en todas sus modalidades, porque hoy hablamos del mundo entero, es una forma de producir comida que debe fomentarse, por supuesto, con todas las matizaciones de sostenibilidad ambiental, social, protección, consumidores... ¿Qué si la agricultura impacta en los Objetivos de Desarrollo Sostenible? En algunos sí, en otros no, pero entonces ahí tenemos un acicate. O sea, es un decirles a los gobiernos: tenéis que buscar maneras para producir más comida, para que todo el mundo tenga el aseguramiento alimentario, que no es solo que todo el mundo tenga comida, sino que la comida tenga un precio asequible, que sea nutricional y que tenga la calidad y los valores culturales, porque no vamos a obligar a gente a cambiar su cultura. Esa es la primera capa por encima, y esa es a la que tienen que atender los gobiernos. No solo los estatales, también los regionales son responsables.
-En el ámbito de la Comunitat Valenciana o del Mediterráneo. ¿Hay alguna especificidad? ¿La acuicultura se puede desarrollar con normalidad?
-Sí, claro. La acuicultura que hacemos en la Comunitat Valenciana es en el medio natural y por lo tanto las especies que se producen son las normales del entorno, son autóctonas de la zona. No podemos traer una especie de otro sitio y plantarla aquí por motivos ecológicos, y además, porque no queremos traer especies exóticas que pudieran resultar invasoras, pero también porque los peces son animales de sangre fría, que solamente podemos tenerlos en las condiciones ambientales en las que ellos se desarrollan. Entonces no podríamos traer un salmón a vivir aquí en la Comunitat Valenciana. Y si hubiera una especie en Asia que pudiera vivir en estas aguas, no lo podríamos traer, no lo deberíamos traer, por responsabilidad. Entonces eso ya nos limita, por decirlo de alguna forma, el tipo de acuicultura que se puede hacer aquí. De las especies mediterráneas marinas que se pueden dar aquí, pues las que apuntan buenas maneras, o sea, las que ya llevan años establecidas, son doradas, lubina, la corvina. Y habrá otras. Hay otras especies como las violas; por ejemplo, el pez limón, la flecha, que también apunta buenas maneras en que pueda ser criada en esta zona.
"La acuicultura que hacemos en la Comunitat Valenciana es en el medio natural y por lo tanto las especies que se producen son las normales del entorno"
-¿Los principales problemas que tiene el sector son derivados de la administración, de decisiones administrativas o son de otros agentes, llámese sector, pesca, náutica, cualquiera que esté en el medio natural?
- Hay tres grandes retos, por no llamarlos problemas. Son retos, pero dependen de cómo se mire. Entonces, lo primero es que estamos en la Unión Europea. La Unión Europea es un espacio de seguridad para los ciudadanos y nos proporciona unas ventajas sobre otros países del mundo enormes en seguridad alimentaria, en higiene; en derechos políticos en muchas cuestiones, y en protección del medio ambiente. Es decir, tenemos un medio ambiente que está protegido, que tiene una serie de normas para que no solo se mantenga, sino que incluso se recupere de cómo lo hemos ido estropeando. Nos hemos cargado los ecosistemas y ahora los queremos recuperar y que vuelvan a un estado bueno y para ello hay unas directivas europeas. Y eso es lo que nos ha llevado a las empresas de acuicultura, entre otros, a cumplir unos requisitos de impacto ambiental, de control, minimización y control muy elevados, elevadísimos. Lo cual está bien porque no se ha situado en la Champions de toda la producción alimentaria del mundo.
"Protejamos el medio ambiente, pero a la vez sepan que tienen que producir comida"
Lo que nos ocurre es que en la Unión Europea, y estoy hablando eso a nivel Unión Europea, los productores primarios de comida hemos llegado a ese tope y a las exigencias medioambientales a veces son incluso superiores. Y toda esa sublevación de tractores y de los que son productores de comida, como nosotros, es porque ven que hay una protección medioambiental elevada. Y no se trata de eso. Se trata de una vez que lo proteges, no me pidan más cosas porque es que me hunde en la actividad. Entonces no se trata de que los negocios vayan a ir peor. No se trata de que no vayamos a producir comida. Ahí hay un reto de aseguramiento alimentario. Me estoy refiriendo a tener comida. Entonces, no es que se vaya a desatender la producción del medio ambiente, simplemente va a haber un contrapeso. Es decir, de acuerdo, protejamos el medio ambiente, pero a la vez sepan que tienen que producir comida. Pero ese es uno de los grandes retos, y que compartimos con los agricultores y los ganaderos terrestres y probablemente con otras actividades en la Unión Europea. El segundo gran reto que está ligado es que vivimos en un mundo globalizado. El resto es nacional y europeo. Y la realidad es que esas importaciones no vienen en las mismas condiciones de producción social y ambiental que las de aquí, y eso les permite ser más baratas. Eso quiere decir que es una competencia desleal que contribuye a lo del primer punto, pero que es importante también. Entonces, a veces se llaman cláusulas espejo, a veces se llama de mil maneras, pero de alguna forma hay que controlar lo que se importa, porque si no, lo que se importa destruye la economía de los productores de tomate, de lechuga, de pasa.
-Es decir, lo mismo que pasa con la agricultura...
-Sí, es que somos lo mismo. Pero, siguiendo con los bloques que decía antes, hay un tercero que tiene que ver con las personas, con nosotros, con los ciudadanos, con los consumidores. Y es que el consumidor tiene el derecho de saber qué es lo que está comprando; a algunos les da igual, pero hay muchos que quieren saber yo por qué esto es más caro que esto. Y voy a volver al punto anterior. Cuando hablamos de la importación, de la importación de productos producidos en peores condiciones en terceros países, realmente nosotros perdemos con esa situación. Pero también es importante tener en cuenta que los granjeros agricultores de aquellos países donde viene también pierden porque sufren salarios ínfimos, explotación humana, destrucción del medio ambiente. Esa diferencia de precio no la están ganando los colegas nuestros. Se está quedando en el procesador, importador y exportador...
"Hay otros canales de consumo que prácticamente no tienen esa información. Es el caso de la restauración, que no saben si hay una trazabilidad"
-En los intermediarios...
- Sí, bueno, los que están en la cadena de valor. Entonces nosotros nos apoyamos, por decirlo de alguna forma, o nos sentimos próximos y colaboramos a nivel de asociación de otros países para que mejoren sus prácticas y que ellos ganen también. Pero eso no irá nunca en contra nuestra. Volviendo al consumidor, es muy importante que el consumidor, los consumidores, sepamos lo que hay detrás de ese precio y de eso que nos ponen por delante. Y el pescado nuestro se vende principalmente fresco en el hielo de la pescadería. Hay una política, un reglamento europeo que obliga a poner unas plaquetas. Con una información se pondrá mejor o peor. Pero bueno, ahí está. Queremos que eso mejore, sin duda. Pero luego hay otros canales de consumo que prácticamente no tienen esa información. Es el caso del canal Horeca (restauración), que no saben si hay una trazabilidad, es decir, consiste en que desde el productor se emite un documento que ahora tiene que ser digital, con toda la información de la vida de ese producto. Eso sale a los ojos del consumidor cuando compra, pero en los restaurantes no se informa nada y eso es un gran problema porque por ahí el consumidor no sabe si la lubina que le ponen de dónde es. Y luego está toda la parte de información hacia las personas, empezando desde niño, hay que ir educando. Y es que en la acuicultura somos tan recientes que no se les enseña a los niños. Nosotros somos partidarios de que en los colegios se enseñe a comer.
"La pesca y la acuicultura somos perfectamente complementarios"
-La pesca tradicional, ¿es un enemigo para vosotros o un aliado? ¿Qué concepción tenéis de ella?
-El pescado. Si hay una persona que se enfada con el pescado y no come pescado primero, no sabe distinguir si es de pesca o de acuicultura. Y la realidad es que en España somos unos grandes consumidores de pescado y gracias a eso vivimos más años y mejores condiciones y todo está cayendo. Es decir, el tamaño de la tarta de la que sale la pesca se está reduciendo. Pero la pesca y la acuicultura somos perfectamente complementarios. Y salvo casos puntuales, como puede ser el que me citas (la reciente ampliación de la piscifactoría de Calp), y alguno más que ahora no recuerdo, no hay ningún problema. Es al revés. Las cofradías de pescadores están encantadas de venderle el hielo, que el patrón por la mañana esté en una instalación y luego por la tarde esté pescando y luego a otra cosa. No hay ningún problema. O sea, son profesiones en las que hay además puestos de trabajo que son comunes y conviven.
"Si somos conscientes de que la UE se ha comprometido a ser neutra para el 2050, nosotros como parte del sistema tenemos que ir reduciendo ese número"
-¿El cambio climático es una amenaza para la acuicultura?
-El cambio climático es una oportunidad y una amenaza. Una amenaza, sin duda, porque todos los ciudadanos estamos amenazados. Somos culpables cada uno de nosotros en nuestra medida de la situación. Pero la acuicultura es la forma de producir comida animal con menor impacto de la huella de carbono e incluso menor a muchos vegetales e indudablemente inferior al chocolate y cosas así, que son pecados que nos tomamos, pero a nivel climático son terribles. Entonces, la pesca extractiva es la que tiene la tasa más baja de todos. Y luego la acuicultura. Pero estamos por encima del arroz, por debajo del arroz, por ejemplo, que tiene una huella de carbono muy importante. Entonces, si miramos a lo que voy a decir, que si comemos más pescado, tanto sea de acuicultura como de pesca, en lugar de otras carnes, por ejemplo, habría una menor huella, una menor amenaza climática. Eso es importante que todos lo sepamos. Luego es verdad que el cambio climático, la crisis climática, ya es inevitable. Está ahí. Lo sufrimos ya mucho. Y el sector tiene que adaptarse. Pero cuando viene un temporal, o en los ríos hay lluvias torrenciales o sequías para las truchas, pues entonces eso afecta al negocio. Pero bueno, a toda la humanidad nos está afectando. A nosotros nos afecta en ese tema concreto y estamos trabajando por buscar maneras de mitigar los daños. En la parte de producción de huella de carbono, nosotros como asociación medimos la huella de carbono de todas nuestras especies y trabajamos para reducirla porque sabemos que la tenemos. O sea, si somos conscientes de que la Unión Europea se ha comprometido a ser neutra para el 2050, nosotros como parte del sistema tenemos que ir reduciendo ese número a menos, y dejarlo en cero.
-De todo lo que has mencionado, ¿cuál consideras que es el problema que tiene el sector? ¿La regulación administrativa que emanan sobre todo de Bruselas? ¿Los choques que podáis tener con algún agente que opera en el mismo espacio el cambio climático?
- El marco administrativo es el meollo, pero el marco administrativo no es porque no tenga que estar. Es decir, nosotros trabajamos en el dominio público. Entendemos que si estamos en aguas que pertenecen a todos los españoles, pues se nos exigen unas normas más exigentes que si tuviera en mi finca y a unos kilómetros más de tierra adentro. Entonces eso lo entendemos. Hay todo un sistema de concesiones que te otorgan y te obligan a todo esto y para que a una empresa privada con fines lucrativos le cedan un espacio del dominio público, lógicamente tiene que tener unos requisitos. Pero, a la vez que eso, llegan muchas obligaciones y entra un entramado legal que es al que yo me refiero, que sabemos que tiene que existir, pero ahora es tan tupido y espeso que no hay manera. Y lo que hay que hacer es dinamizarlo, y hacerlo más efectivo para que funcione como en otros países del mundo.
"En las concesiones hay un entramado legal, que tiene que existir, pero es muy tupido y espeso que no hay manera. Y lo que hay que hacer es dinamizarlo"
-¿Consideras, como dicen algunos políticos, incluso algunos agentes económicos, que hay demasiada carga ideológica en algunas decisiones de Bruselas?
-Es un poco a lo que me refería en el punto primero del reto. Sí, pero los políticos van con la sociedad; la sociedad cambia, vienen nuevas manifestaciones, o nuevas formas de ver la vida. Y es normal, pero hay que saber ir corrigiendo los rumbos. El impacto de todo esto no está en Bruselas; el impacto está aquí. El gran reto es cómo se implementan a nivel local las decisiones que se toman en Bruselas. Es decir, la cuestión es cómo se implementa aquello de forma coherente, moderada y que dé espacio para que la gente se mueva. Y la tendencia, hasta ahora, es que se añade un nivel de exigencia porque hay mucha política. Hay un problema de cumplimiento de normas. Más papistas que el Papa. Y en esos aprietes es donde tenemos que tener cuidado, porque son nuestros gobernantes locales, que son los que nos debieran conocer y entender, los que deben modular. De cómo se traspone a la legislación de aquí al Estado español y a la Comunidad Valenciana, es donde se tiene que hacer con la mesura.
-¿Entonces consideras que falta un poco de mesura, de flexibilidad?
-Falta visión a largo plazo de qué es lo que necesitamos. La estrategia, o sea, la política de qué quiere uno hacer con su país, con su terreno, ya sea la Comunitat Valenciana, sea España. Si uno sólo quiere tener turismo, que tenga sólo turismo, vale, pero eso no te da lo mejor de tu espacio. Lo mejor es mirar, buscar compatibilidades, sinergias y hacer una ordenación del espacio, porque la mayor parte de los sitios del mundo caben todo. Es cuestión de ordenarlo. Es un tema de prioridades sociales y económicas de cada sitio. Por eso en Europa y en España hemos descentralizado, para que no digan que uno en Bruselas me ha dicho que yo tengo que hacer esto en pequeñito detalle. El pequeñito detalle se organiza aquí. Entonces, si no estamos contentos, miremos a nuestros políticos a nuestro alrededor, no los que están muy lejos.