Los aficionados a los tebeos reivindican al gato nacido del lápiz de José Sanchis como su símbolo, en un mes en el que Valencia se convertirá en la capital española del noveno arte
VALENCIA. «¡No jodas!, ¡Pumby era valenciano!». Así reaccionó el dibujante Kim (padre de MartínezEl Facha) cuando se enteró de que el famoso gato creado por José Sanchis nació por estos lares. La anécdota la cuenta Gonzalo Torres, presidente de honor de la Asociación Valenciana del Cómic (Asovalcom), para recordar que el Cap i Casal es una referencia a veces olvidada del noveno arte. La situación es buena, la tradición inmejorable, pero falta algo de ayuda pública. «Estamos mejor que en los 90, con la Nueva Escuela Valenciana, pero sigue faltando algo», añade.
La ciudad tenía que haber clausurado 2015 con el salón Tebeo Valencia, un sueño que los aficionados llevan acariciando desde los años 90. Un mes antes, se canceló y se anunció para marzo de 2016. De momento, no tiene fecha. Desde Feria Valencia, uno de los entes organizadores, aseguran: «No hemos abandonado la idea, pero tampoco es prioritario. Para un evento así hace falta capacidad organizativa, y nosotros la tenemos, y que el mercado considere que es interesante, y de momento parece que no».
Sin embargo, ganas no faltan. Prueba de eso es que este mes el IVAM inaugurará VLC. Valencia línea clara, la primera muestra de su historia dedicada al noveno arte, con los artistas valencianos de los 80 y los 90 como protagonistas. A eso se suma la exposición Prehistoria y tebeos, en el museo de la Beneficencia (que podrá visitarse hasta el 27 de noviembre). El broche de oro serán las V Jornadas de Cómic de Valencia, organizadas por Asovalcom, y que tendrán como uno de sus actos más llamativos una procesión con un Pumby de tamaño natural del artista fallero Manolo Martín.
«La idea es de McDiego, ese personaje tan genial como inclasificable, y lo que queremos es que sea un acto de autoafirmación comiquera y una reivindicación dela importancia que ha tenido el tebeo en la cultura de la ciudad a lo largo del último siglo». De hecho, el felino (nacido en las páginas de Jaimito en 1954) aparecerá en el cartel del evento «y en todos los que hagamos en años sucesivos: lo vamos a convertir en nuestro símbolo», asegura Torres. Se prolonga así una tradición que tiene su antecedente en el cartel de Paco Roca para Mostra Comic (2011).
La reivindicación de Pumby va más allá de la boutade. En primer lugar, para recordar que los cómics, la novela gráfica, el manga, el noveno arte... y cualquier otra denominación no debe olvidar de lo que estamos hablando: de tebeos. Y que hay que hacerlo sin complejos. Por otra parte, el novio de Blanquita y amigo del profesor Chivete siempre ha sido considerado un personaje menor por no haber salido de los lápices de la Editorial Bruguera. No es cuestión de si era mejor o peor que ...... [rellene la línea de puntos] sino que era tan bueno como el que más.
ÁlvaroPons, uno de los mayores expertos en tebeos de España, se suma al homenaje aPumby. «Una gran idea. Es uno de los grandes personajes de la historia y no sele ha reivindicado como se merecía. El universo onírico que creó Sanchis no tiene nada que envidiarle al de los grandes maestros del tebeo infantil».
No se trata de un brindis al sol sino de un hecho incontestable. Sin Valencia (y la Comunitat Valenciana) la historia de las viñetas en España hubiera sido otra. De aquí han salido personajes inmortales (desde El guerrero del Antifaz a Rocco Vargas, pasando por Hombre o Roberto Alcázar), autores míticos (Manuel Gagó, Eduardo Vañó) y nuevos talentos (Paco Roca, José Fenollosa, Ana Oncina o Cristina Durán), algunos de los mejores expertos en la materia (Álvaro Pons y Pedro Porcel), editoriales de primera (Ponent y Grafito), revistas para niños (Camacuc, Xiulit)... En resumen, «hay motivos más que de sobra para estar orgullosos», apunta Torres.
Cristina Chumillas es el 50% de la galería especializada en ilustración y cómic —una frontera, a veces, difícil de definir— Pepita Lumier (Lucía Vilar es la otra mitad). «De momento, no hay tanto coleccionismo de originales de tebeos como de ilustración. Aun así, algunos como Paco Roca, Ángel Muñoz (Rapide! y Sólo los muertos no hablan) o Rafa Fonteriz sí atraen compradores. La gente compra originales de los autores que le gustan, no los originales per se».
La galerista cree, sin embargo, que «es cuestión de tiempo que el mercado se abra a un sector más amplio que el de los devotos del noveno arte y que éstos se parezcan más a los coleccionistas tradicionales». De hecho, Pepita Lumier ya tiene más exposiciones previstas, entre ellas la de Calpurnio Pisón (El bueno de Cuttlas).
En todo caso, Chumilla cita el ejemplo de las subastas en Sotheby’s o Christie’s —así como el floreciente negocio online— que «puede tener un efecto positivo en el lector: los dibujantes tendrán una doble fuente de ingresos: los que generan los derechos de autor y la venta de originales». Y esta segunda podría eclipsar en el futuro a la primera. Así, mientras llega el día, ellas seguirán poniendo su granito de arena para que un día se le reconozca a Valencia el lugar que merece ocupar en el mundo del tebeo español.
La situación oficial del tebeo valenciano queda reflejada en una anécdota. Una importante institución local quería hacer una exposición que marcara un antes y un después. Ante la falta de fondos, solicitó a una serie de dibujantes que donaran alguno de sus trabajos. Pero como éstos eran muy de comer dos veces al día se negaron. Al final se adoptó una solución de compromiso: cedieron la obra y, en cuanto haya dinero, se empezará a comprar originales.
El apoyo e interés institucional existe, «aunque no está al nivel de los años 90, cuando la Generalitat pagaba los gastos para exponer en Angoulême —la Meca del cómic europeo— u organizaba exposiciones como la que se dedicó a Daniel Torres en 1992», explica Álvaro Pons. «Lo que no hay es dinero».
Cosas se han hecho, no cabe duda. Pumby, por ejemplo, fue motivo de una gran exposición en la Beneficencia (1998), y San Miguel de los Reyes ha dedicado varias exposiciones a la literatura dibujada e hizo posible la publicación de Un siglo de tebeo, en colaboración con la Asociación Valenciana del Cómic. Los fondos de la institución podrían ser el embrión de un futuro museo del arte secuencial.
Aunque la gente no lo sepa, la ciudad sí tiene uno de los salones del cómic más importantes de España: las Jornadas de Cómic de Valencia que se celebran este año. Los miembros de la entidad ponen 3.000 euros a los que se suman otros 2.000 en ayudas (públicas y privadas) con las que se llega muy justo. Lo bueno es que eso ha obligado a diseñar una cita única en España, lo malo es que su futuro está a merced de la capacidad de aguante de sus 30 miembros. Tampoco piden mucho: doblar esa cantidad.
Pons: «Una gran idea. Pumby es uno de los grandes personajes del cómic español y no se le ha reivindicado como merecía porque era para niños»
«En una ocasión le preguntamos a Daniel Torres, que vive en Barcelona, cuándo bajaba a Valencia y pusimos la fecha en función de eso. Lo que intentamos es que vengan a pasar el fin de semana y, de paso, se acerquen por el festival. Aquí no se les secuestra ni se les obliga a estar todo el día firmando ejemplares. Queremos que disfruten de su estancia y eso hace que se enrollen con nosotros». Miguelanxo Prado (premio nacional 2013), por ejemplo, vino con su familia y aprovechó para hacer turismo. Esta dinámica es la que explica que este año vengan 23 tiendas «de aquí, de España, y una de fuera pero no me acuerdo de dónde», bromea Torres.
«El problema», añade, «es que sin apoyo institucional, más allá de la cuestión crematística, el futuro de las Jornadas depende de nosotros y ese respaldo oficial garantizaría su futuro». Además, añade, «está el problema de que los niños ya no leen tebeos. No estaría de más que de los libros que se tienen que leer al año hubiera uno. En algunos centros se ha usado Arrugas, de Paco Roca, para actividades de clase. Ésa debería ser la tónica y no la excepción como ahora».
Pons, por su parte, cree que interés institucional existe, «lo que no hay tanto es dinero». Pero, para él, el problema va más allá: la industria del libro ha fagocitado la del cómic «para bien y para mal». «Apenas quedan editoriales sólo de tebeos y no hay revistas como pudieron ser El Cario, Totem o El Víbora. Salvo Norma, Astiberri y alguna más el resto son editoriales clásicas: Planeta, Random House, Salamandra... hasta Pimentel publica libros».
Para este experto, el aspecto positivo es que ha aumentado (ligeramente) el número de lectores. El negativo, la sobreoferta: se publica demasiado. Y la conclusión lógica es que «si se vende casi lo mismo, pero se reparte entre más, los dibujantes empiezan a ganar menos, como ha ocurrido en Francia».
(Este artículo se publicó originalmente en el número de junio de la revista Plaza)