VALÈNCIA. En el Auditorio Alfons Roig de la Facultad de Bellas Artes de València no cabe ni un alfiler. ¿El motivo? la visita de un ex alumno: JM Blay. El valenciano es el encargado de presentar Dirigiendo Motion Design, una conferencia a través de la cual habla de su experiencia en la industria creativa con alumnos que tal vez sigan su mismo camino. Blay, quien a tantas conferencias asistiera en su momento, es ahora el encargado de dar un tinte de realidad a las nuevas manos que moldearán el futuro del diseño desde València. Culturplaza se mimetiza entre el ambiente con algunos de los Generaciones V que asisten a la charla también, y apunta todos esos detalles que han llevado a JM Blay a crear su propio estudio de diseño y a trabajar para grandes firmas tales como la BBC, Netflix, Sony o Panasonic. También a codearse con cantantes como Lady Gaga o Paul McCartney y ampliar sus horizontes diseñando para el mundo del cine y los videojuegos, habiendo trabajado para Call of Duty y poniendo su granito de arena en grandes películas como El Hobbit o Guardianes de la Galaxia.
Para comprender una gran carrera es necesario un eje cronológico clave. Blay no teme durante su conferencia mostrar todos esos pequeños detalles que moldearon al artista que hoy se sube sobre el escenario del Auditorio Alfons Roig. Su comportamiento cercano permite que conecte a la perfección con los jóvenes que le ven y le escuchan, intentando captar algunas claves de su experiencia. Su aventura es la de abrir un estudio por su cuenta, en València, desde el que trabaja para todo tipo de marcas en remoto, irónicamente la mayoría marcas extranjeras, que son capaces de cubrir los presupuestos que exige y que responden a la su nivel de profesionalidad: “En el mundo del diseño a la gente se le paga muy bien, y el trabajo está reconocido cuando el cliente te paga una pasta, si no lo hace es que no reconoce tu labor”, explica sobre sus presupuestos y forma de trabajar.
Además aconseja siempre salir fuera, trabajar en el extranjero para poder ampliar horizontes, cuestión que marcó el antes y el después de su carrera: “Trabajar fuera de España es fundamental si queréis vivir dignamente de la profesión, al menos en el mundo del diseño”, explica, “el mundo es muy grande y el trabajo en remoto es una realidad. Ya no hace falta, como antes, coger una maleta e iros a otro sitio, podéis contactar a estudios y enviar vuestras cosas, eso lo cambiará todo”, comenta feliz Blay. Su ambición fue tal que estando en el doctorado logró que el mismo Kyle Cooper, uno de los diseñadores americanos más famosos por su trabajo en títulos de secuencias de películas y series como: Se7en, Star Trek y American Horror Story le invitara a Los Ángeles para conocerle en persona y avalar su tesis doctoral.
De saber moverse, estar en el lugar que tocaba en el momento adecuado y “hacer más horas que un tonto” frente a la pantalla Blay logró comenzar a trabajar como motion designer, a pasar a ser director de arte y finalmente acabar dirigiendo proyectos para las marcas más potentes del extranjero. De entre todas estas cosas se acabó yendo a Londres a trabajar, donde pudo desarrollar grandes proyectos que a pesar de que nunca llegaron a ver la luz fueron los que le enseñaron gran parte de lo que le convierten en un estupendo profesional a día de hoy:
El viaje espacial con Lady Gaga
Estando trabajando Blay en el estudio MPC de Londres, uno de los que hace varios de los anuncios que aparecen en el entretiempo de la Super Bowl, recibió un encargo muy potente mientras trabajaba como freelance en el departamento de publicidad de la empresa. Le encargaron preparar el proyecto Zero G Colony de Lady Gaga, que consistía en llevar a la artista a dar un concierto en el espacio. A Blay le encargaron que hiciera el vídeo que aparecería en las pantallas de detrás para introducir y despedir el concierto.
Blay se puso a trabajar en concepts como de salida y llegada a la tierra: “Le eché muchísimas horas, y mucha ilusión. Me puse a trabajar en cómo creía que podía ser la historia e hice muchas animaciones de cómo se vería todo. Pensaba que iba a ser algo súper potente que me catapultará hacia la fama en ese momento, y me curré muchísimo la animación”, comenta sobre su trabajo. ¿El resultado final? Nunca llegó a verse, la nave se estrelló antes de que el concierto pudiera hacerse realidad y las animaciones se quedaron solo en una prueba. ¿La moraleja? Aprender nuevas técnicas y trabajar con la ambición de un gran trabajo en el cual habían confiado en una persona que estaba como freelance en la empresa.