Valencia podría convertirse en la referencia de la física médica, la que aprovecha la ciencia de las partículas para conocer las alteraciones en el interior del cuerpo humano. Con ese objetivo nace IFIMED, que permitirá avanzar en el campo de la medicina de precisión relacionada con el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas. Lo explica José Bernabéu, uno de los grandes físicos internacionales
VALENCIA. “Esto, para qué sirve?» ya era la pregunta frecuente de los políticos cuando el científico Michael Faraday descubrió el origen de las leyes del electromagnetismo que transformarían la humanidad del siglo XX. Sin embargo, cuenta el catedrático José Bernabéu (Mutxamel, 1945) que en Ciencia nunca se llega a las auténticas revoluciones preguntando por la utilidad de una investigación, por mucho que cueste entenderlo aun en tiempos de la economía basada en el conocimiento.
«La actividad más noble de un ser humano es el conocer por conocer, buscar respuestas a las leyes de la naturaleza», explica con tono didáctico este maestro de generaciones de físicos, consciente de que su mensaje encuentra poco encaje en la política de las decisiones inmediatas. Dedicado a indagar la estructura íntima de las partículas, los últimos hallazgos de este investigador del Instituto de Física Corpuscular (IFIC), centro mixto del CSIC y la Universitat de València, sobre la ruptura de la simetría temporal en las leyes fundamentales de la física fueron en 2015 portada de Reviews of Modern Physics, la revista de mayor impacto en la disciplina, de la que se hicieron eco cabeceras como The Economist.
Bernabéu, reconocido por establecer el estudio de la física de altas energías en nuestro país, visitará este verano el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), la meca de los físicos, como lo hace cada año desde que fuera por primera vez como estudiante en los años 60. Pero nuestro encuentro se produce en el Parc Científic de la Universitat de València, donde ha impulsado el Instituto de Física Médica (IFIMED). Este centro, único en España para investigar en imagen y aceleradores de partículas aplicados al avance médico, sigue en fase de construcción tras haberse propuesto hace diez años como la referencia española en investigación de la terapia de protones, una radioterapia de precisión menos agresiva que la disponible en los hospitales.
— Se preveía que el IFIMED iba a funcionar a partir de 2012. Usted decía que las condiciones en Valencia eran óptimas para instalar este tipo de centro. Sin embargo se acaba de cumplir la primera fase a finales de 2015. ¿Qué ha pasado?
—Entre otras razones, como todos sabemos, el anterior Consell estaba más interesado en los grandes eventos y la Fórmula 1. Íbamos a estar entre los pioneros en Europa para tener centros de protonterapia, ya que el IFIMED entró como integrante en la plataforma europea Enlight, para impulsar colaboraciones entre países y aplicaciones médicas. En estos momentos hay 20 centros funcionando en Europa, algunos de ellos en países como Polonia o Chequia, que no son grandes potencias, pero en España no.
—¿Cuándo se pondrá en marcha?
—Hemos sobrevivido con personal gracias a los fondos europeos Feder. Todo depende de las decisiones institucionales. Cuando se empiece, serán tres años de trabajo. La Generalitat, hasta ahora ausente, debe involucrarse,al tratarse de aplicaciones médicas directas en la sanidad. Hay esperanzas con el nuevo plan estratégico para los próximos años. Ya empiezan a involucrarse organismos como la Agencia Valenciana de la Innovación y tenemos contacto con la Conselleria de Sanidad. Esto es muy importante por las repercusiones sociales de la investigación en estas aplicaciones que se están desarrollando en toda Europa.
—La terapia de partículas ha revolucionado el campo de la imagen médica, como lohicieran los rayos X hace más de un siglo, por su aplicación en tratamientos como los del cáncer y de enfermedades neurodegenerativas.
—Durante una terapia en ciertas alteraciones cancerígenas, por ejemplo, se emplea quimioterapia a través de aceleradores, con unas consecuencias colaterales al irradiar con electrones, fotones y otras partículas ligeras no sólo en el tumor, sino también en otros tejidos dañándolos. En los últimos años se ha conocido a través de la física que las partículas masivas como los protones, al entrar en materia, depositan más energía cuando se paran. Eso tiene una aplicación impresionante en medicina. Si somos capaces de controlarlo, conseguiremos que se pare justo en la posición del tumor, y todos los demás tejidos prácticamente no quedarán afectados al no recibir radiación.
—Los avances de la física de partículas en medicina podrían permitir una aplicación tan novedosa como tener información del paciente mientras se aplica una terapia, algo impensable hasta hace poco.
—La imagen médica ha perseguido tener información sobre la posición de una alteración y la función de los órganos para el diagnóstico o el control tras una terapia. En Envision, un proyecto de IFIMED desde Valencia en una colaboración europea financiada por laUnión Europea, surgió la idea de dar a los dispositivos de imagen médica una respuesta para obtener información en tiempo real mientras se aplica una terapia. Aquí hay un prototipo de un ciclotrón que está en proyecto, no sólo para la investigación, sino también para que funcione monitorizando el efecto del tratamiento durante la terapia. Se encuentra en fase de investigación, pero ya hemos realizado el test del prototipo, aunque lo hemos tenido que hacer en Dresden.
—Afirma que la física médica es una spin-off de la física de partículas. La cuestión afecta a la infraestructura sanitaria, y por tanto, levanta suspicacias sobre si esos avances deben comercializarse por la vía privada. Al sufragarse con fondos públicos, ¿sería deseable que los explotase la sanidad pública?
—El desarrollo y la comercialización dependen del modelo de sociedad que queramos. Yo puedo tener mi opinión como ciudadano. Desde el punto de vista de financiación con fondos públicos, la protonterapia pueden explotarla empresas o bancos, que de hecho han llegado a interesarse en estos avances. Hay rumores de que una empresa privada en Madrid quiere montar una protonterapia 100% privada. Nuestra idea es que se ha llegado ahí a través de fondos públicos, y podría ser la medicina pública la que lo lleve adelante.
—Ustedse muestra partidario de la figura de la patente pública que ha aplicado el CERN, como por ejemplo cuando descubrió la web en los años 90.
—Si la web la hubiese descubierto Microsoft, Apple o IBM, hoy pagaríamos las patentes para acceder a la información en internet. Eso significa la libertad intelectual para desarrollar algo que vuelve a la sociedad multiplicado en valor económico sin costar nada. Si el CERN hubiera puesto una patente por ese descubrimiento, se financiaría sólo con el dinero que hubiera sacado de eso. Pero está prohibido por sus estatutos fundacionales.Se puede decir que es normal por tratarse de física fundamental, pero en el laboratorio hay resultados con aplicación inmediata. Por cada euro que se pone en el CERN, se estima que devuelve un valor económico de cinco. Durante esos años recuerdo que hubo muchas discusiones sobre cómo garantizar la propiedad intelectual. Se creó una figura fantástica, que debería usarse más pero no se ha hecho, la patente pública: la propiedad intelectual es del CERN y del autor, pero cualquiera puede usarla,modificarla y mejorarla sin problemas.
—¿Qué nivel tiene España en estos momentos en el campo de la física?
—Hemos avanzado de forma continuada desde los años 80 hasta 2009,cuando se anunciaba que en física fundamental éramos la novena potencia en el concierto mundial. Unos años antes, en unos Juegos Olímpicos, España quedó en el puesto 13 y todos los campanarios lo celebraron. Pero España es un país que no cumple sus compromisos. El retroceso en la política de personal científico es lo más dramático. Lo sufren las personas más cualificadas, por ejemplo, los Ramón y Cajal, de lo mejor entre los investigadores de aquí y de fuera que debían ser permanentes y no lo son. Son necesarias garantías para colocar a la gente buena. Todavía parece que no hemos superado la vieja creencia de que somos peores y que no podemos competir con otras potencias.
—Usted ha dedicado una vida a la física de partículas, una disciplina de la que suele decir que le cuesta llegar a la sociedad.
—A la sociedad le interesa cada vez más la ciencia, pero son los políticos los que siempre preguntan lo mismo, para qué sirve. Siempre respondo como lo hizo Michael Faraday en el siglo XIX, el descubridor de la inducción electromagnética. Faraday, con su labia, se fue al Parlamento británico para pedir fondos, porque entonces no había agencias. ¿Qué le preguntaron los parlamentarios? Para qué sirve. Lo que contestó Faraday, que fue un gurú, hoyes un modelo de respuesta: «No sé si servirá para algo en el futuro, pero si llegara a servir, el beneficio no será para mí, sino para que ustedes pongan impuestos a los ciudadanos».
—Las aplicaciones de la física suscitan tanto fascinación como temor. Un ejemplo es la nuclear, que aplicada a la imagen médica puede tener una consideración positiva, pero se suele rechazar como fuente de energía.
—Al hablar de física nuclear, se piensa en guerras o contaminación radiactiva, algo no achacable a la ciencia, sino a algunas instituciones o países que la usan de un modo no apropiado. Lo que contamina es el petróleo y el carbón, que ha provocado el cambio climático, y no la energía nuclear. Si se habla de nuevas fuentes de energía no contaminantes, hoy la primera es la energía nuclear, pero siempre que se invierta en seguridad y con las condiciones apropiadas para controlarla. No se pueden hacer instalaciones de centrales nucleares baratas.Soy contrario a seguir consumiendo petróleo y que cuando se agote, la humanidad vuelva a la época primitiva si no se ve otra solución.
(Este artículo se publicó originalmente en el número de julio de la revista Plaza)