Es difícil saber si ha aprendido más sobre el tatami o leyendo, pero este amante de las artes marciales tiene claro que la paciencia es una gran virtud cuando de invertir se trata
VALÈNCIA.-José Iván García Braulio (València, 1978) no tenía claro al comenzar sus estudios de ADE que encaminaría su vida laboral a través de los mercados financieros. «Me atraía el mundo de la empresa porque mi padre tenía negocios, pero mientras cursaba ADE opté por la rama financiera». Así lo reconoce a Plaza este apasionado del aikido, kentujsu, jujutsu, buceo, esquí, montaña y «hasta un punto enfermizo, la lectura», además de ser autor de diversas publicaciones de investigación. Antes de formar la ‘familia Kau’ fue agente de entidades como Inversis, Mapfre AM, Andbank y Esfera Capital.
Su ‘flechazo’ con Lorenzo Serratosa —ambos pusieron en marcha Kau Markets EAF— tuvo lugar hace veinticinco años cuando practicaban artes marciales. «Sobre un tatami conoces a las personas profundamente sin necesidad de hablar. El vínculo entre ambos fue muy fuerte y tenemos una sincronía perfecta... y seguimos practicando artes marciales», sonríe. Ambos gestionaban los respectivos patrimonios familiares y, tras años compartiendo ideas y analizando inversiones, decidieron dar el paso para asesorar conjuntamente al fondo de inversión valenciano Fonvalcem, el histórico fondo de inversión de los trabajadores de la extinta Valenciana de Cementos.
En noviembre de 2015 la CNMV registró oficialmente a Kau Markets como firma de asesoramiento financiero independiente, que con el tiempo la dupla García-Serratosa ha ido ampliando con negocios en paralelo a través de su estructura de participadas como ZonaValue Club, la primera escuela valenciana —y gratuita— de value investing; Kau Situaciones Especiales, para invertir en no cotizadas, o el fondo de inversión Fórmula Kau Tecnología.
A García, el value investing o ‘inversión en valor’ le atrajo tras su mal inicio como inversor: «Mis primeras inversiones fueron un desastre y perdí una barbaridad de dinero. Decidí irme al lado cuantitativo con el desarrollo de modelos de inversión basados en estadística. Empecé a leer a inversores americanos muy famosos y a invertir en fondos dejando la autogestión, y la filosofía que me cautivó fue el value investing. Todo se alineaba con la lógica: la lectura sobre gestión de empresas, inversores activistas, historias de éxito... Me tenían cautivo y ahí tropecé con Joel Greenblatt y Cliff Asness, que dieron forma a mis conocimientos donde la versión más value tradicional se junta con la cuantitativa. De ahí que mi conocimiento se circunscriba más al value investing cuantitativo que al tradicional.
Preguntado sobre si la ‘inversión en valor’ es como el pescador que echa el anzuelo y se pasa horas esperando a que piquen, reconoce con una sonrisa que «es una buena definición» y explica que «básicamente consiste en comprar una empresa infravalorada, es decir, que cotiza por debajo de su valor intrínseco, para lo cual debes estar acertado en tu valoración, y esperar a que ese valor madure. La paciencia y la consecuente espera hacen que, una vez lanzada la caña, haya que esperar a que los peces piquen. Dicho de otra forma, una vez comprado, si no cambia la narrativa y la tesis de compra sigue teniendo validez, debemos esperar a que el valor madure».
Pensárselo mucho, leer más y hacer tesis de inversión para clubes de inversión —y aprender de las críticas— son los aspectos que recomienda a todo aquel universitario dispuesto a labrarse un futuro profesional a través de la gestión de activos. Mientras, aconseja huir de las opiniones no fundamentadas, del ruido del mercado y de los informes de las casas de análisis.
Preguntado sobre la falta de cultura financiera, tiene claro que es una pena que no se imparta una verdadera asignatura de Economía en los colegios: «Es necesario que los niños aprendan el valor del dinero, desde el meritorio hecho de ganarlo, y saber que el valor de lo que pueden comprar cambia dependiendo del mercado». Como también tiene claro que en España «la cultura de pagar por recibir asesoramiento financiero no está asentada. La industria financiera ha pervertido el concepto de asesoramiento gratuito, de modo que la gente entiende que recibir asesoramiento debe ser gratis porque así lo ha ofrecido la banca».
Defensor de los robo advisors —«son una ayuda porque siempre habrá un humano detrás»—; de los fondos como gran alternativa para iniciarse en el mundo de la inversión —«se puede diferir el pago de impuestos y es una pequeña ‘venganza’ del ahorrador sobre Hacienda»—, y de potenciar la city valenciana —«hoy no es plaza sino un ‘parquecito’ porque la industria financiera se ha centralizado en Madrid»—, José Iván García se despide destacando el crecimiento que está teniendo la inteligencia artificial: «ya se ha implementado en la industria financiera en hasta un 27%».
* Este artículo se publicó originalmente en el número 65 (marzo 2020) de la revista Plaza