VALÈNCIA. Si hay algo parecido a un blockbuster en el teatro clásico (que los hay), este año el gran acontecimiento es el Medusa de José María del Castillo. En primer lugar, porque deconstruye uno de los mitos más arraigados en la cultura occidental. Y en segundo lugar, porque se unen varias constelaciones en su equipo técnico y elenco, en el que destaca el papel protagonista de Victoria Abril, que vuelve a los escenarios españoles 45 años después.
Tras triunfar en su estreno en el Festival de Mérida, este sábado se podrá ver en Sagunt a Escena. Horas antes, el director de la obra (y accidentalmente intérprete de la misma), José María del Castillo, atiende las preguntas de Culturplaza.
- ¿Qué particularidad tenía Medusa para que quisieras acercarte a este texto?
- Me encanta trabajar con textos clásicos. Creo que ya está todo inventado y reformular grandes clásicos para traerlos a la actualidad es algo que me interesa y conecta bien con el público. He retomado textos y mitologías en obras anteriores, y los personajes clásicos siempre funcionan. En el caso de Medusa, me parecía muy interesante poder rescatar este personaje que está en el imaginario de todos y poder traerlo a nuestros días.
Esta Medusa es muy actual, cercana, habla directamente con el público y aborda temas contemporáneos con ironía y sentido del humor. Aunque hay episodios de la historia de Medusa, como la violación por Poseidón, que son duros, intento darle un enfoque que rescate la ironía y el juego con el público.
A través de este personaje, interpretado por Victoria Abril, reflexiono sobre quiénes son los vencedores y los vencidos, y sobre cómo la imagen a veces pesa más que los hechos. Medusa cuestiona el mito del monstruo, revelando que nadie es totalmente bueno o malo: ¿Qué pasa cuando se da la vuelta a la tortilla? ¿Qué pasa con esas personas que siempre han estado tan calladas y no hay que siempre la imagen puede más que lo que son los propios hechos?
-Dices que en el texto de Medusa está todo, aunque el mito de Medusa precisamente le ha perpetuado como un monstruo. Tu pones el foco en el hecho de que todo monstruo tiene un origen y en realidad Medusa es víctima.
-La historia de Medusa, su violación y castigo, está en la mitología. Pero lo que ha resonado es su imagen de monstruo cruel. Siempre hay un héroe, Perseo, que se engrandece castigando a un monstruo. Medusa siempre pierde por el terror asociado a ella. Con esta obra intento darle la vuelta, destacando que ella fue víctima. ¡Y la gente se sorprende al saberlo! Es interesante darle la vuelta y también hablar de los héroes. Perseo aquí no es tan heroico. Él también está empujado por la sociedad y la apariencia, por el querer ser el mejor, y eso le lleva a situaciones límite. Al final, ni el héroe es tan héroe ni el monstruo es tan monstruo.
-La figura del héroe clásico ha permitido generar unas identidades —por ejemplo, nacionales o masculinas—, que han tenido una fuerte repercusión cultural y que ahora estamos poniendo ciertamente en cuestión. ¿Este Medusa también camina en ese sentido?
-Estamos en un momento de cambio. Los referentes están cambiando claramente: ya no necesitamos el referente masculino de héroe fuerte y machote. En esta deconstrucción del héroe y de Medusa, presentamos a un Perseo con miedos, vulnerabilidad y sensibilidad. Todos tenemos esa coraza de perfección que nos impone la sociedad. Medusa habla de eso: quitémonos las corazas, todos somos buenos en esencia, pero la sociedad nos condiciona. Perseo se presenta de una forma al comienzo, pero durante la obra vemos que es vulnerable, con miedo e inseguridades. Hay una conexión muy bonita entre Medusa y Perseo que hay que ver. Ambos personajes reflejan lo que necesitamos en la sociedad actual: escucha, identidad y verdad.
-¡Qué lujo poder contar con Victoria Abril en cualquier proyecto interpretativo!
- Victoria Abril es una actriz impresionante, visceral y comprometida, que se identifica con las verdades de Medusa. Le interesó mucho el proyecto y está feliz de volver a la escena española después de 45 años con esta obra en el Festival de Mérida. Para mí es un lujo contar con ella. Tiene todo lo que buscaba para el personaje: el bagaje y la experiencia que necesita Medusa, y es muy comprometida, dejándose la piel en el escenario. Y además, posee sentido del humor e ironía, y conecta con el público a través de ellos. Y tiene una sensualidad innata que yo visualizaba para Medusa como una serpiente, una sensualidad viperina que ella maneja a las mil maravillas.
-Más allá de la reescritura del mito, tu propuesta como director también es hacer un escena interdisciplinar. Está el humor y la tragedia, pero también la música, por ejemplo. ¿Qué suman estos nuevos elementos?
-Como creador, me interesan los diferentes lenguajes para transmitir ideas. Cuando las palabras no bastan, la música, la danza y el movimiento pueden sumar. Por ejemplo, la violación es difícil de representar solo con actuación, pero la danza contemporánea la hace más llevadera para el espectador. La música también emociona, como la voz de Ruth Lorenzo y la coreografía en la oda a Perseo. Es más fácil transmitir sensaciones con una propuesta multidisciplinar donde todos los lenguajes tienen cabida. El humor y la ironía, o romper la cuarta pared, hacen que el público esté alerta. La mezcla de disciplinas crea estímulos constantes, el espectador nunca sabe qué esperar. Todo esto suma y conduce a una buena comunicación con el público.
-También son elementos que son material inflamable. Tú lo ves claramente como algo que suma, pero esos mismos elementos mal utilizados pueden restar. Hay está la clave del proceso creativo.
-Sí, es delicado porque una mala música o coreografía puede distraer o quitarle importancia al texto. El exceso de elementos audiovisuales también puede ser perjudicial. La clave es engarzar bien todos los elementos. Hemos hecho muchos ensayos y ajustes para que todo funcione. Hasta ponerlo en escena no vimos la dimensión real, y estas dos semanas han sido claves para comprobar que funciona. Los elementos están bien engarzados y la propuesta me parece interesante. Pero más allá de mi opinión como director, la última palabra la tiene el público.
-La sorpresa de última hora es que tienes que sustituir a Adrián Lastra aquí, en Sagunt a Escena. Obviamente, como eres el director conoces el papel de pe a pa, pero ¿cómo afrontas tú también este tarea?
-Es un gran reto inesperado debido a la ausencia por enfermedad de Adrián Lastra, que ya está mejorando. Es muy difícil alcanzar su nivel, pero haré todo lo posible para dar lo mejor de mí. No habrá ningún problema. Tengo un equipo que me apoya y me ayuda a resolver mis dudas. Saldrá estupendo. Conozco la obra y la propuesta y es fácil involucrarme. El equipo me lo pondrá muy fácil. Además, es emocionante dar vida con mi cuerpo a un texto que he escrito. Jamás pensé que sería así, pero las circunstancias son las que son. Más allá del reto, es un orgullo compartir escenario con Victoria Abril, Ruth Lorenzo, Mariola Fuentes y el resto del equipo para transmitir el mensaje de Medusa, que es lo más importante.