La noticia ha pasado de puntillas por las redacciones de los medios del Régimen. No podía ser de otra manera. El protagonista es un cachorro del PSOE y su salto a la fama se debe a la presunta violación a una compañera de partido. Es una noticia incómoda para los intereses del socialismo gobernante; se comprende el escaso entusiasmo que ha despertado en los periodistas afines al Gobierno en funciones. Si hubiera sido un político de la derecha, derecha extrema o extrema derecha, otro gallo nos hubiera cantado. Nos imaginamos al gordito Ferreras y al multipropietario Wyoming glosando el triste episodio, y a la televisión pública abriendo sus telediarios.
Pero nada de eso ha sucedido ni sucederá. El diputado del PSOE en la Asamblea de Madrid, Javier Guardiola, puede estar tranquilo. No habrá, de momento, linchamiento mediático ni pena de telediario. El caso se llevará con toda la discreción posible, hasta que las circunstancias lo permitan.